La Niña del Ascensor

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Es muy común que en una reunión de amigos surja espontáneamente la idea de jugar al juego de la copa. Es un juego que intriga, que atrapa, y es por ello muy probable que cualquier persona haya querido practicarlo al menos una vez en su vida. Por esta razón, parece importante advertir que a raíz de esas experiencias, en apariencia inocentes, han surgido una gran cantidad de situaciones espeluznantes. Como ejemplo, nada mejor que presentar un caso ocurrido a un joven montevideano llamado José María Estévez un sábado a la noche del mes de agosto de 1997.

En aquella ocasión, José María se hallaba reunido con tres de sus mejores amigos, Natalia, Leticia y Rafael, estudiando para un examen de matemática que tenían en el liceo. Afuera llovía a cantaros y como el clima se iba poniendo cada vez mas propicio, pronto decidieron dejar los libros a un lado y ponerse a mirar televisión. Destaparon unas cervezas y se pusieron a hablar de lo que suelen hablar los amigos cuando se juntan: del amor, del trabajo, de las relaciones... en fin, de la vida.

También hablaron de la muerte. El tema fue introducido por el propio Jose, desde siempre interesado en todo lo que tiene que ver con los espíritus, los aparecidos y el mundo del mas alla. Como no podía ser de otra manera, no paso mucho tiempo antes de que les propusiera a los demás jugar al juego de la copa, aprovechando el momento de sugestión que se había creado. Las dos chicas se mostraron un poco indecisas, pero como Rafael también parecía entusiasmado, enseguida todos estuvieron de acuerdo.

Tomaron entonces una cartulina blanca y prepararon todo el ritual. Luego los amigos se tomaron de las manos entre si e invitaron a cualquier espíritu que pudiera andar por ahí. Por ultimo, extendieron sus manos derechas hacia la copa y la tocaron con la punta del dedo indice, dando inicio así a la sesión.

Al principio no obtuvieron respuesta, pero para sorpresa de todos, apenas unos cinco minutos después la copa empezó a desplazarse. Lo hacia con violencia alrededor de la mesa, describiendo amplios círculos. Los cuatro muchachos se miraron a los ojos preguntándose en silencio si alguno la estaba moviendo por propia voluntad, pero todos juraban que no. Leticia, creyendo que alguien estaba haciendo una broma, retiro su mano de la copa y dijo en voz alta que si iban a seguir con aquello tenían que hacerlo en serio, porque de lo contrario no tenia sentido. Pero aun así sus tres amigos seguían afirmando que no estaban moviendo la copa.

Fue entonces que José, tratando de despejar las dudas, le sugirió a Leticia que le realizara al espíritu que supuestamente los acompañaba una pregunta cuya respuesta solamente ella pudiera conocer. La joven estuvo de acuerdo, así que cerro sus ojos y, sin decir palabra, realizo mentalmente una pregunta al espíritu. De inmediato, la copa se movió con lentitud hacia las letras. Al ver la joven la respuesta quedo pálida. Ella no quiso decirle a nadie de que se trataba el mensaje, pero desde entonces ya no dudó de la presencia del espíritu. Estaba muy asustada, pero como todos también sentían curiosidad y ganas de seguir jugando, sabiendo que aquella experiencia tan extraordinaria era real.

Desde entonces, con intervalos irregulares, los jóvenes mantuvieron un diálogo fluido con aquella misteriosa presencia. Los movimientos de la copa no eran del todo precisos, por esta razón Rafael tuvo la idea de ir anotando lo que marcaba la copa, para poder interpretar así mas detenidamente aquellos enigmáticos mensajes del mas allá.

En determinado momento, Natalia quiso saber la identidad del espíritu que habían contactado. Directamente, entonces, le pregunto en voz alta cual era su nombre. El espíritu se negó a responder. Pero de todos modos realizó instantes después una revelación interesante:

-Vivo aquí- dijo.

El silencio se apodero de la habitación. Los amigos se miraban entre si con una mezcla de asombro y curiosidad, preguntándose para sus adentros si, en definitiva, seria una buena idea seguir adelante con todo aquello. De todos modos, Natalia volvió a preguntar:

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