Capítulo XVII: La Última Batalla - El Reto de la Zona Espada

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     Ni siquiera cuando llegamos a la Zona Espada pude dejar de llorar.

     Kyoko me tomó por los hombros para hacer que me sentara sobre el césped y ella me hizo compañía envolviéndome en un fuerte abrazo. Ahí estaba de nuevo mi amiga, sabía que no podía odiarme para siempre pero su cariño no funcionaba. Me sentía terrible, era imposible describirlo. Sólo podía escuchar el grito de Mirai y sólo podía ver sus ojos anegados en lágrimas.

     Sentía los brazos de Kyoko rodeándome y presionándome con fuerza. Lo único que quería en ese momento era vencer en el juego sádico de Satanmon para volver al mundo real y olvidar todo.

     Cutemon ya no estaba entre nosotros así que para Katsura era casi imposible mantenerse en pie con tantas heridas en su cuerpo. Me pregunté si acaso sucumbiría pronto y el reto de la Zona Espada sería sólo entre Kiyoshi, Kyoko y yo.

     Logré recobrar la compostura sintiendo aún el nudo en mi garganta. No quería admitirlo pero vaya que me había encariñado con Mirai Minamoto tras nuestro breve momento a solas en la Zona Magma. Y sus ojos nuevamente aparecieron, su grito desgarrador…

     Piedmon salió de mi Xros Loader sólo para darme una palmada en la espalda. Esbocé una triste sonrisa y asentí para hacerle entender que todo estaba bien. Piedmon no se convenció pero igualmente volvió a mi Xros Loader tras recordarme que él y el resto de mi equipo estaban conmigo y me acompañaban en mi dolor.

     Sólo entonces me fijé en lo que había frente a nosotros. Ocho pedestales enormes en los que estaba dibujado un patrón. Tenían nuestros nombres escritos pero debajo de ellos había un espacio en blanco.

     Los pergaminos.

     Conseguí sacar el mío del Xros Loader y lo abrí. En él estaba escrito parcialmente el nombre de Kyoko. Comencé a especular acerca de lo que debía tratarse el siguiente reto cuando me di cuenta de que algo no estaba bien.

     El sádico juego había dado inicio con diez jugadores, las mejores diez puntuaciones. Sin embargo, los pedestales eran únicamente ocho. Umiko Ishikawa, Mirai Minamoto, Kiyoshi Nagiza, Kyoko Kazuma, Katsura Tanaka, Kenta Suzuki, Reiji Koryuji y Kumiko Matsuki.

     Ocho jugadores, ocho pedestales.

     Pero, ¿y los otros dos?

     Me di cuenta en ese momento de que había gato encerrado. Aquellos dos misteriosos sujetos encapuchados que se alejaron de nosotros en la Zona Verde…

     — ¿No les parece raro que solamente haya ocho pedestales siendo que habían seleccionado a los mejores diez?

     Escuché la voz de Kiyoshi a mis espaldas y supe que él pensaba lo mismo que yo.

     —Es cierto… —comentó Kyoko incrédula—. Eso significa que… Esos sujetos de la Zona Verde…

     — ¡Bienvenidos a la Zona Espada!

     Satanmon apareció en el momento justo para impedir que Kyoko hablara de lo que seguramente era un plan para matarnos a todos o algo peor. Kyoko pareció haberse dado cuenta de eso mismo pues miró con odio a Satanmon y adoptó una pose defensiva. Kiyoshi y yo la imitamos, Katsura estaba muy débil como para contribuir con nosotros.

     —Es hora del último reto —decía Satanmon—. Les pediré, antes que nada, que avancen hasta los pedestales que tienen enfrente. Busquen sus nombres y coloquen el pergamino de la Zona Shinobi debajo de ellos.

     Obedecimos. Cuando coloqué mi pergamino sobre el pedestal, éste se fundió con el mármol y apareció una inscripción con letras mayúsculas:

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