Capítulo V: La Historia de Mirai

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     Cuando llegamos a la Zona Magma, Kiyoshi se separó del grupo. Me alegré cuando escuché un sonido a mis espaldas y me giré para descubrir que Mirai y su equipo recién habían aparecido. Le dediqué a mi némesis una sonrisa triunfal y ella se sintió ofendida. Aquello fue muy satisfactorio. Ningún tipo de Digimon nos recibió, así que comenzamos a caminar en círculos. El equipo de Mirai nos seguía, supuse que esa chiquilla no tenía idea de hacia dónde ir. De repente, escuchamos la voz de Satanmon:

     — ¡Bienvenidos a la Zona Magma! Deben estar muy cansados, así que seré piadoso con ustedes. Podrán descansar esta noche y mañana a primera hora tendrán su desafío.

     ¿Piadoso? Aquello me hizo sentir incomoda a sobremanera. Comenzaba a sospechar que algo raro estaba ocurriendo. Miré a mis compañeros y ellos se habían alegrado de que pudiésemos tomar un respiro. Así que montamos un campamento. Karminmon, luego de recuperarse en el Xros Loader de Kyoko, usó una de sus técnicas especiales para encender una fogata. Sin embargo, no teníamos nada para comer. Mi estómago no paraba de reclamar algo de alimento, pero nadie tenía ni siquiera una pequeña galleta que repartir entre nosotros. Así que nos limitamos a sentarnos al rededor de la hoguera. Nos sumergimos en un sepulcral silencio, Mirai y su equipo habían desaparecido. La ausencia de las voces de mis compañeros me hacía sentir insegura.

     —Así que... —dije para romper el silencio, los demás se sobresaltaron al escucharme—. ¿Cómo llegaron aquí?  —pregunté.

     —Yo estaba en casa, entrenando a mi Terriermon —explicó Reiji—. De repente, la pantalla del computador emitió una luz muy potente y aparecí en la Zona Verde.

     —Yo estaba entrenando a Piximon —explicó Katsura—. Me ocurrió lo mismo que a Reiji.

     —Igual a mí —dije—. Acababa de encontrar a Minamoto e íbamos a luchar, pero me ocurrió lo mismo que a ustedes.

     —Conmigo fue muy distinto —explicó Kyoko—. Estaba dormida ya cuando recibí una llamada. Pero al tomar mi teléfono, la pantalla brillo con intensidad y me trajo aquí.

     Nuevamente guardamos silencio. Yo tenía muchas dudas: ¿porqué Satanmon nos había llamado?, ¿quiénes eran los dos sujetos misteriosos de la Zona Verde?, ¿lograría sobrevivir? Me quedé absorta en mis pensamientos, tanto que me sobresalté al escuchar la voz de Kyoko:

     —Mañana tenía un compromiso muy importante —dijo.

     —Yo tenía un examen en el instituto —dijo Katsura.

     —Yo iba a reunirme con mi novia a primera hora —dijo Reiji.

     Guardé silencio. Ellos continuaron hablando:

     — ¿Qué pasará si no sobrevivimos? —Preguntó Katsura—. ¿En realidad moriríamos o sólo volveríamos a casa?

     —Creo que no volveremos a casa... —dijo Kyoko en voz baja.

     — ¿Porqué lo aseguras? —preguntó Reiji.

     —Satanmon llamó a diez de nosotros para participar en esta competencia ridícula —explicó Kyoko—. Pero de esos diez, sólo cinco pueden sobrevivir... Díganme... ¿Qué nos asegura que Satanmon realmente dejará ir a los cinco ganadores? Es decir, es probable que Satanmon asesine también a esos cinco sobrevivientes.

     —En cuestión de puntuaciones, los sobrevivientes serían Minamoto, Umiko, Kyoko, Nagiza y Reiji —dijo Katsura—. Pero... ¿Qué hay de nosotros? Los otros cinco somos presas más débiles.

     —Iré a estirar las piernas un rato —los interrumpí poniéndome de pie.

     —No te alejes —dijo Katsura.

     No respondí. Me separé del grupo y comencé a recorrer la Zona Magma. Pasé cerca de algo similar a unas aguas termales. Ahí estaba Kiyoshi, dándose un baño. Seguí avanzando, mi cabeza daba mil vueltas. Solté un pesado suspiro, necesitaba alguien con quien hablar.

     —Reload, Piedmon —dije tranquilamente.

     Mi Digimon salió de mi Xros Loader y comenzó a caminar junto a mí.

     — ¿Qué te ocurre? —me preguntó.

     —Creo que no seré capaz de sobrevivir —confesé en voz baja.

     —Ninguno de nosotros te dejaremos perder este juego —dijo Piedmon.

     —No quiero ver morir a nadie —respondí.

     Iba a continuar mi frase, pero en ese momento mi pie pisó algo muy duro. Miré hacia abajo, era un Xros Loader de color rosa. Lo levanté y busqué a su dueño con la mirada. No logré ver nada, así que seguí avanzando. Iba atenta ante cualquier señal de aquella persona. Por un instante tuve miedo de que hubiera alguien herido o algo peor. Piedmon volvió a entrar a mi Xros Loader, alegando que estaba cansado.

     Continué avanzando hasta que, sin darme cuenta, caí en un agujero. La caída fue dolorosa. Al levantarme, me di cuenta de que estaba varios metros bajo tierra.

     — ¡Umiko! ¿Te lastimaste? —me preguntó Palmon desde mi Xros Loader.

     —Estoy bien —respondí con una sonrisa.

     Algo llamó mi atención en ese momento. A pocos metros de mi estaba Mirai, hecha un ovillo y con el rostro oculto en las rodillas. Su tobillo derecho sangraba. Aunque era un gran golpe para mi dignidad, me acerqué a ella. Me coloqué a su misma altura y pregunté con tono amigable:

     — ¿Estás bien, Minamoto?

     —Déjame tranquila, Ishikawa —me respondió con hostilidad.

     La fulminé con la mirada. Sin embargo, sentí que tenía que ayudarla. Así que insistí. Le ofrecí el Xros Loader y pregunté:

     — ¿Es tuyo?

     Mirai levantó la mirada y al ver el Xros Loader rosa, asintió con la cabeza. Lo tomó con una pequeña mano y lo guardó en su bolsillo. Cutemon salió de él y la envolvió en un adorable abrazo. Me levanté y me dispuse a irme, pero Mirai habló en voz baja:

     —Mi tobillo me duele mucho, creo que está roto.

     Me giré para verla. De alguna forma supe que se dirigía a mí, aunque tenía la mirada agachada. No pude responder, porque Cutemon usó su Kizunaol para curar la herida. Mirai le agradeció con una sonrisa.

     — ¿Qué haces aquí? —le pregunté.

     Mirai agachó la mirada antes de responder.

     —Kenta y Kumiko no me quieren más en su equipo —respondió con un dejo de tristeza.

     Bufé. Me senté junto a ella y me dispuse a escucharla, ella me explicó lo ocurrido.

     —Kenta y Kumiko me dijeron que soy una perdedora y me dejaron a mi suerte... Creen que yo haré que Satanmon los mate... Estaba muy molesta y lancé mi Xros Loader... De repente, me caí aquí...

     —Es sólo un juego —le respondí.

     —Tú no lo entiendes... —continuó sin mirarme—. Todos creen que soy una perdedora, incluso en la vida real. En el colegio y con mi familia me tachan de ser extraña, por eso me dediqué a ser la mejor en el juego, por eso quise tener la puntuación más alta...

     No sabía que decir. Quería ayudarla, pero al final una tendría que matar a la otra, por lo cual no estaba segura de que hacer.

     —Tengo que demostrar que soy la mejor... —continuó—. Es por eso que quiero ganar el juego de Satanmon... ¡No puedo permitir que nadie vuelva a llamarme perdedora!

     Sus palabras fueron tan intensas que lograron conmoverme. Le ofrecí salir de ese lugar sobre Sparrowmon y para mi sorpresa, aceptó. Al salir, me agradeció con una sonrisa y se alejó, con su Cutemon en brazos.

     Me quedé pensando en lo que ella había dicho. Mirai tenía una razón para ganar, pero yo... ¿Por qué quería ganar?

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