EL ANILLO DEL CALIZ

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—Pet fue creado por ellos ¿tú dices que nos recibirán bien? —pregunto insegura.
—Cuando se trata de mí nunca hay buenos recibimientos—responde.
—¿En cuántos problemas te has metido? —Bromeo, nos transportamos a su casa, me hace un lugar en su sillón y caigo cansada—. Tengo miedo —le digo con mis ojos ya cerrados mientras Loren me tapaba con una frazada que traía, tenía miedo de mí, de que suceda algo mal y me convierta en algo como Pet, tenía miedo de él, que me haga daño, que no me reconozca o que simplemente se descontrole, tenía miedo de estar sola ante lo desconocido.
—Lo sé —me dice mientras se sienta en una silla junto a mi lado—, puedo asegurarte que se cómo se siente.
—¿Por qué vives en una habitación de hotel? —le pregunto con mis últimas fuerzas de esfuerzo a punto de dormirme.
—Yo ya no tengo hogar —responde.
Nos encontrábamos a unos cien metros del anillo central, al parecer no estaba permitido aparecer de un movimiento en la puerta del anillo por razones de seguridad, estábamos en un bosque rodeados de árboles como robles, arce u olmo. En un momento me detengo a ver un conejo que pasaba cerca nuestro que Loren lo espanto con una rama. Hacia bastante frio, por suerte me aviso que debíamos abrigarnos que me sorprendió lo hiciera viniendo de él.
—¿En qué parte del mundo estamos? —le pregunto mientras avanzaba con un palo marcando el paso.
—En la taiga siberiana —contesta sin detenerse.
—No me suena —contesto sin pensarlo, mientras nos acercábamos más se podía ver aún más lo que de lejos no afirmaba un muro gigante el cual iba creciendo su dimensión. Mientras más nos acercábamos, aparentaba ser una montaña con su forma uniforme del frente, parecía como si lo hubiesen intentado derrumbar en una guerra. Las rocas que formaban el frente se le sobresalían, cualquiera que quisiera podría escalarlo, pero el problema es que mientras más cerca estés más difícil es determinar dónde termina el muro.
—No tiene fin, ¿no? —le pregunto en referencia a la altura cuando llegamos al anillo.
—Gran trabajo de ilusionistas —dice sonriendo tomándolo como una afirmación—, toma un poco de distancia que debo abrir esta cosa —me dice mientras se acerca al muro. Se agacha y apoya ambas manos sobre ella, de repente sus manos se iluminan junto con sus ojos. Aprieta los dientes como intentando aguantar una sensación de dolor, la luz que proyecta en sus manos se extiende sobre todo el muro en dirección hacia arriba y comienza a levantarse del piso. Elevando el muro, abriendo paso a un pasillo que es la entrada, cuando se estira por completo, los brazos hacia arriba separa sus manos de ella—, vamos entra. —Me indica.
—¿Que fue eso? —le pregunto sorprendida.
—Digamos que es un reconocimiento de huella dactilar —responde bromeando.
Al entrar ambos, el muro se baja fuertemente haciendo un estruendo terrible dentro del pasillo que me dejó con sordera temporal. El pasillo era prácticamente oscuro, si no fuese por las mínimas lámparas ubicadas cada diez metros no se vería nada. Aparte de extenso no se veía el final, diría que recorrimos treinta kilómetros. Durante todo el recorrido, Loren me estuvo explicando cómo debía comportarme.
—Esta es tu única oportunidad de poder demostrar si estas con ella o no y ser como yo, demuéstrale que su opinión siempre es verdad, diga lo que diga dale la razón, no temas si ves a Pet. Lo más probable es que este en algún lugar de todo este inmenso imperio. Recuerda se cordial, se su amiga, si es necesario destrúyeme a mí, si sale todo bien, hoy te convertirás en guardiana del destino, yo te estaré esperando —me dice recalcando cada palabra.
—¿Cómo que me estarás esperando? —le pregunto nerviosa de la idea de estar sola.
—No me dejaran entrar a mí —me responde.
Llegamos al final del pasillo, cuatro guardianes del anillo nos esperan, se encontraban encapuchados tapando su rostro y con vestimenta que no dejaba ver sus brazos. Dos de ellos detienen a Loren con sus manos y los otros dos se colocan de ambos lados de mí y me toman del brazo llevándome a través de otro pasillo, pero abierto, al aire libre de los costados, solo se encontraba techado y con columnas que lo sostenían que dejaba ver un patio inmenso. Donde continuaba el bosque intacto con árboles, plantas y pequeñas lagunas. 
Mientras me llevan volteo a ver a Loren que me guiña el ojo en señal de que estará todo bien, me conducen hacia una puerta de madera gigante de puntas redondeadas hacia arriba, que no se podía abrir de afuera así que golpean fuertemente dos veces. Y en una espera de unos diez segundos se abre de par a par lentamente donde se sentía la puerta raspar contra el piso, dos guardias más quedan esperando de cada lado de la puerta, quienes me acompañaron quedan afuera y los que estaban dentro se encargan de cerrar la puerta y acompañarme a mí.
Subimos como cinco pisos en escalera, cruzamos un pasillo lateral donde a cada lado no se veía nada solo mas lugar que recorrer, realizamos unos pocos metros más hasta llegar a una puerta común y corriente pero una especie de acero dúctil, uno de los guardianes se encarga de tocar pero esta vez tres veces fuertemente y se escucha desde adentro una chica diciendo con una voz muy emocionada. —Háganla pasar por favor.
El guardia abre la puerta y me deja camino para que pase, entro tímidamente y respirando por la boca de los nervios que me conducían, era un salón gigante con una alfombra que ocupaba todo el piso, una mitad representaba el cielo y la otra el infierno. Las paredes se dividían de un color rojo fuego la mitad de abajo y la de arriba blanco. El guardia cierra la puerta de golpe al entrar por completo y me asusto mirando hacia atrás, escucho la voz de ella diciendo—: Ya voy, espérame un segundo, me estaba arreglando. —Mientras ríe.
Había un escritorio, junto con unas carpetas que no tenían ningún nombre en particular para saber sobre que trataban. Había una maceta sobre el borde derecho que tenía una alegría del hogar, una biblioteca gigante detrás del escritorio sobre autores que hablaban sobre el destino y viajes en el tiempo. De repente siento un rechinido de una rueda y veo que proviene de una mesa de estar donde había un hámster, me acerco hacia ella sentándome en el sillón individual que tenía que eran de terciopelo. Era un hámster marrón claro no sé por qué por un momento sonrió y pienso que alguien que tiene una mascota tan tierna quizá no sea tan mala. Veo la ventana y siento la curiosidad por conocer la inmensidad del lugar me acerco y era impresionante, parecía una travesía indescifrable era más grande que mi barrio. El muro se rodeaba en círculo y por lo altura que tenía desde adentro no se podía ver hacia afuera, en un momento veo hacia el centro del terreno y veo que hay un pequeño estanque con algo en el centro dentro del agua, que iluminaba un color dorado.
—¿Te gusta el lugar? —Me doy vuelta y era ella la reina del anillo central, se encontraba sencilla, no tenía nada absolutamente lujoso de lo cual aparentara decir “soy una reina”, pero si estaba muy arreglada en su rostro y tenía un peinado con mechones ondulados de color rojo claro pero que se distinguía mucho de su pelo rubio, y su sombreado en los ojos le resaltaba sus ojos celestes, una mirada muy penetrante que apenas se aliviaba con su sonrisa amistosa.
—Si es bastante grande —le contesto mientras observo de nuevo por la ventana.
—Demasiado grande para poco personal, estoy pensando mudar todo a un lugar más chico, antes se hacían los entrenamientos acá, pero preferí más paz. —Se dirige al escritorio—. Me gusta el silencio —me dice susurrando mientras se sienta—, por cierto mi nombre es Cáliz. —Extiende su mano desde el escritorio y yo me acerco estrechándosela.
—Supongo ya sabes el mío. —Ella sonrió, toma la carpeta y comienza a leer.
—Tu nombre es Sara, según esta anotado acá. —Guía su mirada que se encontraba en la carpeta hacia mí y ríe—. Llegaste hace poco y sos la primera desde que queremos reemplazar a Loren que no muere extrañamente ¿Qué raro no? —Indaga mientras apoya sus brazos sobre la mesa y sonríe.
—Supongo le caí bien —respondo seria, intentando simular mis nervios de que por dentro temían que sepa lo que tramaba.
—No te pongas nerviosa —dice mientras ríe—, que hayan muerto los anteriores fue el destino —dice en voz baja—, nosotros no detenemos eso, pero si hacemos que se dé cuando es necesario —reafirma mientras se levanta y dirige a la ventana.
—¿Por qué fue necesario que yo este acá? —pregunto intentando entrar en confianza.
—No sé, nunca me lo dijo mi padre —responde en tanto pone una mano sobre la ventana mirando nostálgicamente—, yo solo hago caso al cáliz. —Entreabro mis ojos al tener una respuesta, el cáliz decidía el destino en realidad—. Ni sé porque te lo dijo, no debía contarte. —Ríe entre tanto voltea a verme y yo sigo seria y sorprendida—. Nunca tuve una amiga, ni tengo recuerdos de chica siempre estuve encerrada en estos muros gigantes donde mi padre me sobreprotegía y ahora debo estar a cargo de todo sin entender las razones e intentando parecer fuerte como lo era él, se sienta en el sillón mientras toma su hámster.
—¿Cuántos años tienes? —le pregunto me parecía más joven que yo, pero a su vez el maquillaje confundía su juventud, supongo que si tiene cerca de mi edad entendería su soledad.
—No sé cuántos exactamente, supongo que quince o dieciséis por ahí —responde confundida—, nunca me festejaron mi cumpleaños, la sobreprotección de mi padre lo llevaba a puntos extremista ¿sabes qué? —Me señala—. Me caes bien. —Sonríe—. Y eres la primera a la que recibo como futura guardiana del destino, intentaré cambiar las cosas y explicarte por qué estas acá. —Deja su hámster en la jaula y se levanta, yo sonrío sorprendida, había cumplido con el objetivo y mis nervios se habían ido. —Ven acompáñame.
Nos dirigimos hacia la puerta donde al abrirla le indica a uno de los guardianes que se quede vigilando y a otro que nos acompañe atrás nuestro, tomamos por la derecha uno de los pasillos laterales que había cruzado al venir  y en el camino comenta lo que hacía su padre.
—Mi padre intentaba mantener en secreto el cáliz, como te diste cuenta, me puso ese nombre en honor a lo que cuidaba a parte de mí. —Sonríe—. Tenía la idea de que si lo daba al descubierto seguramente intentarían atacarlo para quedarse con ella,  muchos crearon sus teorías de que él tenía el poder, con el que controlaba los destinos por ciertas ideas o preferencias pero no todo viene de ahí. —Bajamos las escaleras hasta llegar a un pasillo donde conducía al centro del imperio.
—¿Tú no tienes miedo de eso? De que alguien te ataque —pregunto.
—Creo deben saberlo si no se hacen especulaciones y no me gustan porque llevan a malos momentos —responde segura.
—¿Porque había tanto odio entre tu padre y Loren? —pregunto intentando sacar información.
—Mi padre mostraba autoridad con todos, si hubo un problema puntual entre ellos la verdad no lo sé —responde mostrándose sincera, lo cual afirmaba con lo que decía de que su padre la sobreprotegía manteniéndola lejos de los problemas. Salimos del pasillo que conducía al centro, ella le da la indicación de que nos espere en la entrada, caminamos a través de unos árboles y  llegamos al centro de este imperio, donde estaba el estanque de agua que observaba desde la ventana—, supongo habrás visto desde arriba que alumbra una luz dorada ¿no? —Insinúa sonriendo.
—Si lo vi, me llamo la atención pero no le di importancia. —Simulaba haciéndome la inocente para que no suponga que ando espiando. Ella solo me mira, lamentablemente sin creerme que no le haya dado importancia. De repente se agacha poniendo sus manos en el piso sobre el borde del estanque y sucede lo mismo que con Loren en la entrada. Se le iluminan los ojos y la mano conduciendo con ellas la tierra hacia atrás abriendo camino a una escalera que guiaba hacia abajo.
—¿Acá puede entrar cualquiera que sea parte de aquí? —pregunto confundida ya que Loren también podría hacer eso y no ser tan secreto el cáliz.
—No. La luz que recorre el piso, al apoyar las manos reconoce quien eres y te permite o no entrar, como también impide que alguien se pueda teletransportar adentro —responde—, vamos.
Comenzamos a bajar mientras la entrada se cierra detrás de nosotros, este lugar era prácticamente oscuro, no había ni una sola luz. Cáliz bajaba normalmente ya que lo que era obvio, conocía muy bien el lugar, pero yo cada paso que daba era tanteando con mis pies. Si había un escalón más o no para no tropezarme, en el último ella me ayuda dándome la mano para que no me caiga. Y allí estaba el cáliz de un metro más o menos de altura y transparente, iluminado por la luz solar que se penetraba a través de una mampara que impedía que caiga el agua contenida en el estanque. Dentro de él se contenía servido una especie de líquido dorado y negro que se mantenían en constante movimiento dentro como si tuvieran vida propia, produciendo un ruido parecido al de un silbido suave. Era bellísimo a la vista.
—Es hermoso —le digo con los ojos abiertos acercándome, intentando tocarlo pero no lo hago por miedo. Así que solo lo rodeo con la mano mientras ella se encuentra detrás de mí.
—Siempre que alguien es elegido para un cargo o debemos realizarle ajustes a su vida, sale el nombre de ese cáliz. Indicando de donde es, edad, familia, amigos, pareja, y que debemos ajustarle. Nosotros solo estamos para obedecer sus órdenes —me dice.
—¿Entonces Pet fue elegido por el cáliz a ser un guardián del anillo? —pregunto con la cabeza agacha sin mirarla triste de la decisión.
—Lo siento —responde en voz suave.
—No está bien, gracias por mostrarme esto —le respondo mientras le sonrío lagrimeando mis ojos. Ella me sonríe y recoge mi pelo detrás de mis orejas y observo rara esa situación.
—Eres linda. —Me toma de la cabeza y me besa el labio inferior suavemente, cerrando sus ojos mientras que yo los dejo abiertos sorprendida y pongo mis manos sobre sus hombros intentando alejarla, pero en el momento no pude—. Lástima te gusten los chicos —me dice al terminar de besarme y yo quedo helada, al salir de la cueva donde se encontraba el cáliz, ella se dirige al guardia—, encarcelen a Loren. —Al oír esas palabras me desespero, no entendía la razón.
—¿Por qué harás eso? —le pregunto sorprendida y enojada, me había demostrado hasta el momento una personalidad amable que no quería ser como su padre y ahora toma una decisión que cambia mi modo de comportarme hacia ella.
—Porque es lo que debo hacer a quienes serán desterrados, arrestarlos y luego matarlos. Ni modo que los deje en libertad, con esas habilidades —me responde con una calma y seguridad aterradora.
—¡¿Quién ordena eso?! —le pregunto molesta—, me dijiste que no querías ser como tu padre —le dijo con voz baja agresiva, mientras le apunto con un dedo.
—El cáliz ordena eso y es lo único a lo que seguiré ordenes, no me importa si te agrada o no. —Me quita la mano de encima y se dirige a subir las escaleras.
—¡¿Porque debemos hacerle caso a el cáliz, porque debemos solo cambiar o destinar las muertes de las personas, podemos hacerlo por nuestra cuenta tenemos el poder para eso?! —le grito pero solo amaga a mirar hacia atrás y continua su camino.
—Tienes mucho por aprender —me dice de espaldas y me dirijo a correr hacia la entrada donde estaba Loren.
Voy tan desesperada y nerviosa que me termino tropezando en el camino, cayendo al suelo cuando llegaba golpeándome la cabeza quedando levemente mareada. Me levanto apoyándome sobre la pared viendo por momentos borroso y por momentos claramente, de lejos veo a Loren que se lo llevaban entre cuatro guardias en dirección hacia donde me dirigía. Los dos de atrás lo tenían tomado del hombro y del brazo para que no intentara ningún movimiento. Él me llega a ver.
—¡Sara! —me grita sintiendo retumbar en mi cabeza el grito.
—Loren —digo intentando gritar sin resultado—, ¿A dónde se lo llevan? —Veo hacia la derecha y me siento a recuperarme cuando me desvanezco.
—Sara. —Escucho que me llaman en voz baja—. Sara despierta —repite pero esta vez va aumentando el volumen de su voz entreabro mis ojos—, hey arriba. —Lo veo y era Pet, me asusto al verlo del miedo que me haga algo y me alejo de él sentándome contra la pared dándome cuenta que estaba en una habitación recostada en una cama, mientras le apunto con la palma de mi mano amenazándolo de un ataque si me hacía algo.
—¡¿Dónde estoy? ¿Dónde está Loren?! —le digo desesperada mirando a mi alrededor, aparentaba estar una habitación del anillo central. Era chica, llegaba a tener unos cinco por cinco metros, y el color distinguido de rojo y blanco que parecía reinar acá.
—Tranquila soy yo. —Señalándose con ambas manos—. Te golpeaste la cabeza y estabas sangrando, te traje aquí y te vinieron a atender. —Me toco la cabeza para controlar que sea así y noto el vendaje.
—No sé quién eres ahora, intentaste matarme, a mí, a Loren y por sobre todo a tu abuela —le digo mientras le sigo apuntando con la palma de mi mano.
—Lo sé, sé lo que hice y me arrepiento de ello. No contralaba mi mente, estaba confundido, el poder me manejaba —me dice en tanto se sienta al lado de mi cama y toma mi mano—, no tuve ningún entrenamiento solo me convirtieron en esto y ahora debo vivir con ello y controlarme como pueda.
—¿Cómo te convirtieron? —le pregunto.
—No sé cómo, no recuerdo bien como me transformaron solo como me atraparon. —Mira hacia abajo—. Unos días después de lo visto que hizo Loren, que me habías llamado, decidí ir a tu casa ya era un poco de noche así que fui en auto. En un semáforo en rojo veo que aparecen de la nada unos encapuchados, me asusto así que acelero en marcha atrás pero uno de ellos se teletransporta detrás del auto y lo detiene con una mano. Siento su risa alocada bien fuerte y me quedo sin hacer nada solo quieto, hasta que uno de ellos salta del auto encima y rompe el vidrio, en ese instante reacciono y salgo corriendo. Aparece uno delante y me pega una trompada que me tira al suelo, escucho un bienvenido serás uno de nosotros riéndose. —Se toma la cabeza—. Luego solo tengo flash de recuerdos que me toman el pecho y gritos míos de dolor. —Sentía pena por el así que le tomo la mano aunque me costaba volver a confiar, aún tenía miedo en lo que pudiera hacer—. Yo no elegí ser esto. —Parecía ser Pet.
—¿Que hizo Loren? —le pregunto.
—Asesinó a Luci —me dice lamentando contarlo, cierro los ojos por un momento, no quería creerlo.
—Necesito oírlo de él para creerlo —le digo seria.
—Entonces tú no eres la Sara que conozco —me dice rebelando el hecho de que ya sabe la verdad de que yo provengo de otro lado.
—Y tú no eres el Pet que conozco. —Agacha la cabeza—. Te ves más hermoso de guardián. —Sonríe.
—Sabes que no es así —dice riendo.
—Necesito sacar a Loren de la cárcel, ¿me ayudas? —le pregunto, suspira como pensándolo seriamente.
—Sabes que pueden matarnos por eso, ¿no? —me dice con tono serio.
—Sí, pero prefiero correr ese riesgo. Aparte ya morí una vez —le digo y él sonríe.
—Tu caso revela la teoría budista de que hay vida después  de la muerte —dice bromeando a lo que me levanto.
—¿Cómo vamos a hacer? —le pregunto.
—Hay muchos guardias en la zona de la cárcel, así que deberás disfrazarte en uno de ellos y seguirme a mí, así que tomaras mi vestimenta y te cubrirás con la capucha, en ningún momento muestres la cara —me dice mientras se va sacando su vestimenta oficial de remera manga larga y la capa con capucha negra dejando ver todo su cuerpo remarcado por esas venas azules.
—¿Puedo tocar las venas? —En tanto me acerco y apoyo mi mano sobre su pecho, se sentían muy sobresalidas y endurecidas mientras él no decía nada—. ¿No te duelen? —le pregunto entre que lo miraba a los ojos y mantenía mi mano sobre su cuerpo acariciándolo. Lo extrañaba mucho y al verlo así me hicieron recordar los momentos juntos que teníamos, a pesar que su apariencia había cambiado aun lo quería y ahora que sabía la verdad sobre mí, me hacía sentir más cerca de él, porque era alguien a quien podía recurrir más si necesitaba ayudaba como ahora.
—No me duelen, solo es una molestia. —Me miraba con sus ojos negros que eran más difíciles de descifrar algún sentimiento.
—Ya no lloras como aquella noche —le digo.
—Solo sucede cuando mi cabeza se revuelve  —me dice cuando me toma de la cadera y acercamos nuestros labios a un beso apasionado. Lo abrazo fuertemente y el responde haciendo lo mismo.
—Te extrañe mucho —Cediéndome a él.
—Yo más saragoza —Me dice sonriendo.
—Ahora a salvar a Loren —le digo mientras él toma una remera para ponerse y yo me cubro con la capucha. Salimos del cuarto, nos dirigimos a recorrer el pasillo y yo me encuentro con la cabeza agacha para no dar indicio alguno.
—Deberás entrar vos sola a la sección de calabozos  —me dice.
—¿Por qué? ¿Cómo haré yo sola? —le pregunto nerviosa.
—Solo diles que vienes a llevártelo por una orden, yo no puedo entrar sin mi uniforme, igual tranquila te estaré esperando afuera. —Observa simuladamente hacia atrás para corroborar que nadie escucha nuestra conversación.
—Te juro por un momento pensé que era una buena persona hasta que me traiciona con querer matar a Loren —le digo frustrada.
—¿Qué fue lo que te dijo? —pregunta.
—Recibimos ordenes de un cáliz donde se muestra quienes son los que deben arreglar su destino —le respondo.
—Un cáliz —dice sorprendido.
—Hay que destruirlo Pet  —le digo mirándolo a los ojos y comenzamos a bajar las escaleras que conducen a los calabozos.
—¿Qué, qué? Nos matarían en el intento—me dice con gesto de que estoy loca.
—Debemos hacerlo ¿tú quieres matar gente? ¿Crees en eso?, yo no, creo que es una locura. Podemos arreglar el destino sí, pero para bien, no para asesinar personas —le respondo.
—¿Al menos sabes cómo llegar a él? —me pregunta, pero justo llegamos a la entrada de los calabozos. Que era un pequeño pasaje muy oscuro de unos diez metros de largo, donde la entrada enrejada en si debía tener unos cuatro metros. Ahí nos esperan dos guardias del anillo parados firmes uno de cada lado a cara descubierta ambos eran más grande que Pet y tenían un rostro intimidante. Cuando nos acercamos ambos se juntan al medio de la entrada, cerrándonos el paso, yo agacho la cabeza intentando mirar de reojo.
—¿Qué vienen a buscar acá? —nos pregunta uno de ellos con voz ronca cruzándose de brazos.
—Ella viene a buscar al prisionero Loren para llevárselo por orden de la reina Cáliz —responde Pet por mí.
—Tú sin el uniforme no entras —contesta el mismo guardia dirigiéndose a Pet—, y Loren se debe quedar acá, las órdenes sobre él las recibimos nosotros. —Comienzan a desconfiar.
—Y les estamos informando la orden nosotros a ustedes. —Insiste Pet.
—Tu muéstrame tu rostro, ¿Quién eres? —Se dirige hacia mí el otro guardia.
—Los guardias del anillo no tienen obligación de revelar su rostro —responde molesto poniéndole una mano en el pecho deteniéndolo a Pet.
—Solo ante los humanos, pero acá si quieres entrar muestra el rostro —le responde quitándole la mano de encima y sonriendo maliciosamente.
Pet me observa cómo sin saber qué hacer, que se encontraba en una enredadera inesperada. Yo lo observaba de reojo, el me indica que si me la saque, traga saliva de nervios y aprieta sus puños preparando algo. Mi corazón late de nervios, tomo con mis manos la capucha para sacármela y dejar al descubierto que no era parte de los guardias del anillo y nos matarían por traición. Pero en el momento justo de destaparme, Pet le pega una trompada rápida en la cabeza a uno tirándolo al piso e inmediatamente cuando le estaba por atacar con ese rayo de petróleo el otro guardia, yo le agacho el brazo al piso y Pet le devuelve el ataque dejándolo tendido contra la pared. Pero quien estaba en el piso, se despierta e intento pegarle una patada, pero me termina tomando la pierna. Pet le vuelve a pegar una trompada agachándose, y me termina soltando, lo levanta del piso elevándolo contra la pared y le dice—: ¡No te metas con ella! —Mientras lo sacude golpeándolo contra la pared y luego lo tumba hacia el otro lado rompiendo parte del piso.
—Eres todo un superhéroe —le digo bromeando pero sorprendida de su capacidad de fuerza.
—Gracias —dice con gesto presumido mientras se pone frente a la puerta de entrada que estaba compuesta de un enrejado y extendiendo sus manos la comienza a sacudir telepáticamente terminándola por partir en varias partes y entramos corriendo— hay que apurarnos antes de que se despierten y den aviso.
Corre delante de mí tomándome de la mano y guiándome. Todos los calabozos eran  herméticos con puertas de acero que solo tenían una pequeña ventanilla rectangular— de seguro él debe estar en el fondo de este pasillo. —Doblamos a la izquierda.
—¿Porque lo dices? — pregunto
—Por intuición de cómo se manejan es la manera más rápida de seleccionar uno a que van a matar dentro de poco, al fondo —responde.

El lago de los recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora