Capítulo 24

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Haru se deshizo en suspiros toda la mañana, melancólica. Como de costumbre, continuó con sus actividades con total eficiencia, pero su mirada parecía perderse a ratos. Se preguntó si ese sería su último día en Grupo K, rememorando los días de intenso trabajo desde que llegó a ser parte del Imperio del J-Rock. Le oprimía el pecho la sola idea de estar desempleada, de salir nuevamente en busca de un trabajo que la llenara profesionalmente. A pesar de ser solo una recepcionista, logró sentirse realizada y satisfecha, por eso, elegir renunciar le dolía enormemente. Pero con todo lo que había sucitado, era la única opción digna. Se dirigió a paso lento y pensativa hacia el despacho de su superior, con un sobre que acababa de llegar. Con leve impaciencia por averiguar de qué humor le encontraría, abrió la puerta de a poco.

- Esto ha llegado para usted – le extendió el sobre caminando hacia él.

- Gracias – lo tomó sin darle mucha importancia, haciéndolo a un lado en su escritorio. Ella estuvo lista para dar la vuelta pero Yo-ka le detuvo. – Haru – Ella le devolvió la mirada.

- ¿Sí, señor Kawada?

- Sobre lo que dijiste ayer, no tienes que hacerlo – de inmediato se corrigió - No, debería decir....no voy aceptarlo

El interior de Haru se estremeció al escuchar las firmes palabras a las cuales deseaba aferrarse. Su corazón palpitó a prisa, sin embargo no dejaba de pensar en lo ocurrido. Su culpa la abrasaba ferozmente.

- Señor, yo no merezco...

- Haru, siempre has sido eficiente y diplomática en cuanto a tus actividades, tu conducta es intachable y tu sentido de la responsabilidad, la puntualidad y la disciplina es impecable. No he tenido malas referencias de ti, nadie se atrevería a contradecir lo que estoy diciendo. No tengo una razón válida por la cual aceptar tu renuncia

- Le he hecho daño – apenas logró decir, sus ojos se humedecieron.

- No mezclemos asuntos personales con el trabajo

- Todo esto fue...

- Deja de atormentarte - suavizó su voz - No aceptaré tu renuncia, digas lo que digas. Así que te recomiendo que vuelvas a trabajar o tendrás serios problemas - Ella sonrió mientras sus lágrimas caían.

- Gracias, señor. Muchas gracias – Hizo una reiterada reverencia, lo que le hizo sonreír también.

- Vuelve al trabajo, Haru

- Sí, con su permiso – salió enjugándose las lágrimas.


No haber hablado con él le oprimía el pecho, tanto que podía sentir la falta de aire. Recogió sus cosas y salió caminando con pesadez del majestuoso edificio platinado. Se preguntaba por cuanto tiempo las cosas permanecerían de esa manera. Yo-ka había dicho que la vida personal y laboral era algo que sabía dividir. ¿Era eso lo que quería? Pero, con los coqueteos en horario de oficina, se dio cuenta de que anteriormente no había sido completamente así. Un gran peso se alojaba en su interior, un peso que crecía cada día al tiempo que la incertidumbre intentaba arrebatarle la lucidez. No conseguía hablar con él aun, los días transcurrían sin saber como se encontraba, lo que pensaba, lo que sentía...¿podría ser que...la odiara? Se estremeció ante la sola idea de que así fuera. No sabía de que forma acercarse nuevamente, el temor y la culpa carcomían sus sentidos sin permitirle concentrarse. Se acostó en su cama silenciando el llanto, abrazando a su almohada; anhelando volver a sus brazos, extrañaba la calidez de sus besos y caricias, su mirada seductora que escondía sentimientos de auténtica ternura.

En cuanto Shoya llegó a casa, se encontró con Haru y Tatsuya en la puerta, quienes estuvieron esperándolo para poder conversar un poco. El los invitó a entrar, ofreciéndoles una taza de té los tres tomaron asiento en el sofá.

Isabel...My only vanillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora