Ojo de gato (Capítulo 2)

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CAPÍTULO DOS

Laura se sentó en su mesa mientras esperaba a que los últimos estudiantes ocupasen sus pupitres para empezar el examen. Los observó, pensando que algunos de ellos ofrecían el mismo aspecto cansado y enfermizo que debía tener ella. Abrió su maletín y sacó las copias de los exámenes, mientras sobre la clase iba abatiéndose el silencio. Se levantó con los papeles en la mano y avanzó unos pasos hasta el borde de la tarima.

- Buenos días- les saludo-. Necesito cuatro voluntarios, uno por fila, para repartir los exámenes.

Esperó unos segundos hasta que los estudiantes que estaban sentados en los primeros pupitres se levantaron y se acercaron a ella. Entregó un grupo de folios a cada uno para que empezaran a repartirlos.

- Bien, a partir de este momento exijo silencio. Os van a entregar los exámenes boca abajo. No quiero que nadie les dé la vuelta hasta que yo lo indique. El examen consta de cuatro preguntas y tenéis hora y media para terminarlo. Os avisaré cuando quede un cuarto de hora para que podáis repasarlo. Los resultados aparecerán publicados a principios de la semana que viene y, a partir de ese momento, tendréis una semana para reclamar- esperó hasta que el último de los estudiantes estuvo sentado-. El examen empieza en este momento. Buena suerte.

Volvió a dirigirse a su mesa y se sentó. Estaba muy cansada y el solo hecho de haber acudido aquella mañana a la universidad la había agotado. Apuntó la hora de comienzo en su agenda y calculó la hora a la que debía acabar. Tenía hora y media por delante para pasar en silencio, sumida en sus pensamientos. Sacó unos artículos de antropología de su maletín para intentar distraerse. Empezó a leer el primero y al cabo de unos minutos, apartó la vista de la lectura. No conseguía concentrarse, llevaba leído medio capítulo y no había entendido una sola palabra.

Paseó la mirada por la sala. Los estudiantes leían sus exámenes con atención, sin levantar la cabeza. Poco a poco, algunos de ellos empezaron a levantar la vista, fijando sus ojos con atención en ella. Laura les miró extrañada. ¿Por qué ninguno escribía? ¿Por qué la miraban de aquel modo? En unos segundos todos los estudiantes habían dejado de leer y la miraban. Un leve murmullo fue extendiéndose por la clase, subiendo de intensidad. Laura se levantó y volvió a dirigirse al borde de la tarima:

- ¿Puedo saber qué pasa? ¿Por qué no estáis contestando?

El silencio volvió a adueñarse de la clase. Laura fijó sus ojos en el estudiante más cercano, exigiendo una respuesta. Éste miró un momento hacia atrás, como si esperase una confirmación de sus compañeros. Algunos de ellos asintieron. El chico volvió a girarse y la sonrió, como si se disculpara:

- Perdone pero pensamos que el examen está equivocado.

- ¿Cómo que está equivocado? ¿En qué?- preguntó Laura bajando de la tarima. Se acercó al pupitre del chico y le arrebató el examen de las manos.

- Sí, bueno... No coincide con la materia que hemos dado este curso- siguió explicando el chico.

Los murmullos volvieron a extenderse por la clase mientras ella pasaba su vista por las preguntas. Le pareció distinguir algunas risitas burlonas. El chico decía la verdad. Ese examen era el que había preparado para el día siguiente, para los estudiantes de cuartode filosofía. ¿Cómo demonios podía haber sido tan descuidada? Volvió a la tarima y dejó el examen encima de su mesa:

- Silencio, por favor. Ruego me perdonéis por este error. Id pasando el examen hacia delante y entregádmelos. Os repartiré los vuestros en unos minutos.

Se sentó en la mesa y abrió su maletín para sacar los exámenes correctos. Empezó a sentir una oleada de calor que le subía por la cara. Lo más seguro es que los bedeles se hubiesen olvidado de conectar el aire acondicionado.

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