Ojo de gato (Capítulo 5)

361 15 2
                                    

CAPÍTULO CINCO

Unos ligeros golpecitos en la mejilla la sacaron de aquel sueño. Abrió los ojos despacio y, a medida que la bruma se fue disipando, distinguió las facciones preocupadas de Marta. Intentó incorporarse ayudada por su amiga. Seguía en la sala en la que se había desmayado. El brillo de las luces fluorescentes sobre sus ojos le hizo entrecerrarlos. Marta la guió hasta una silla y la ayudo a sentarse.

- ¿Te encuentras bien?- le preguntó preocupada- ¿Quieres un vaso de agua?

- Tranquila, ya estoy mejor. Sólo ha sido un mareo.

- Creo que debería acompañarte a la enfermería.

- No, no, tranquila... Es sólo cansancio... Últimamente he trabajado demasiado... Los exámenes finales, ya sabes.

- ¿Estás segura de que no quieres que te vea un médico?- insistió Marta.

- Sí, no me pasa nada. Tengo todo el verano por delante para descansar.

- Pobrecilla... Por si no tenías suficiente con lo tuyo, aparezco yo para agobiarte con mis problemas. Cuando te vi, me di cuenta de que parecías enferma pero no me atreví a preguntarte nada.

- Ya te he dicho que no estoy enferma. Es sólo agotamiento, se me pasará en unos días- Laura sonrió intentando convencer a su amiga de que se encontraba bien.

Marta la observó preocupada durante unos segundos más. Al fin, se quitó la bata y recogió su bolso.

- Está bien, te creo. Pero no voy a dejar que sigas trabajando después de esto sin que comas algo primero. Vamos a la cafetería.

Laura pensó en protestar pero asintió y se dejo llevar. No le apetecía seguir en aquel pequeño cuarto y todavía se encontraba desorientada y débil. Le vendría bien tomarse un café. Se quitó la bata y siguió a Marta al pasillo.

Marta colocó una bandeja con un desayuno completo enfrente de ella y se sentó a su lado con un café con leche.

- No pensarás que voy a comerme todo esto ahora, ¿verdad?- le preguntó.

- Por supuesto. Y no vas a moverte de aquí hasta que lo hayas terminado a no ser que hayas cambiado de idea acerca de que te vea el médico.

- No sé cómo tengo que decirte que me encuentro bien y que sólo ha sido un mareo sin importancia...

Marta la ignoró, dedicando su atención a echar el contenido del sobre de azúcar dentro de su taza de café. Laura suspiró y pegó un sorbo a su zumo de naranja. La sensación de hambre, ignorada desde hacía muchos días, reapareció con toda su fuerza. Empezó a comer, sintiéndose mejor al instante. Marta la observó durante unos minutos, sin decir nada.

- ¡Qué obediente eres! Tampoco era necesario que lo devorases a esa velocidad. ¿Quieres más?

- No, gracias. Ya estoy bien. No me había dado cuenta del hambre que tenía.

- Oye, Laura... Ya sé que hace mucho tiempo que no nos vemos y que no tienes por qué confiar en mí pero, ¿estás segura de que no te pasa nada?

Laura levantó la mirada de su plato para encontrarse con la expresión preocupada de Marta. Durante unos segundos, dudo sobre si debía contarle lo que le había sucedido, deseó poder liberar su alma de aquel peso. Sabía que se sentiría mejor si podía compartir la carga de culpa e inseguridad que llevaba torturándola desde la traición de David. Pero no se sintió con fuerzas. Se encontraba demasiado avergonzada por lo que había sucedido como para contárselo a alguien. Negó con la cabeza y volvió a mirar a su plato.

Ojo de gatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora