CAPÍTULO SIETE
Laura abrió los ojos sintiéndose aún agotada a pesar de que debía haber dormido durante muchas horas. Las persianas estaban cerradas pero, aún así, unos potentes rayos de sol se filtraban por los resquicios y caían sobre el sofá, mostrándole el estudio con una suave penumbra dorada. Se sentó y ocultó la cara entre las manos, queriendo esconderse del mundo, poder seguir durmiendo. David llegaría en unas horas. No estaba preparada para enfrentarse a él. La noche anterior había estado a punto de caer en sus brazos. ¿Cómo iba a evitarlo si volvía a tenerle delante, suplicándole arrepentido, jurándole que la quería? Tenía tanta necesidad de creerle, de olvidar... Pero sabía que no sería tan fácil, que las dudas la perseguirían siempre.
Apartó las manos y se enfrentó al reflejo que le devolvía el espejo de la pared. Le mostraba a la misma Laura de las últimas semanas, demacrada, cansada... Pero había algo más, algo que había cambiado la noche anterior. Se sentía vencida y eso se veía en aquella imagen a la que no podía mantener la mirada. ¿Qué había sido de todo su rencor, de su orgullo herido, de las frases recriminatorias ensayadas en sus horas de insomnio? Él había estado a punto de borrarlo todo con su sola presencia, con el sonido de su voz, con unas promesas a las que ya había fallado una vez. Y, si volvía a estar con él, caería en sus brazos como una estúpida.
Se levantó y empezó a vestirse, con los oídos atentos a cualquier ruido de la casa que le indicase que él había vuelto. No podía enfrentarse a David en aquel momento, no podía imaginar cómo reaccionaría. Había pensado tantas veces en su traición, en el dolor que le había causado que creyó estar protegida del influjo de sus ojos, del hechizo de sus palabras pero no era así y eso le hacía sentir rabia contra ella misma pero sobre todo contra él, por demostrarle lo débil que era, lo mucho que le necesitaba. Sentía ganas de llorar, de destrozarlo todo pero consiguió controlarse, ayudada sobre todo por el miedo a que él llegase a casa y pudiese comprobar por si mismo lo patética que podía llegar a ser, hasta qué punto le hacía daño...
Salió del estudio al pasillo silencioso y oscuro, seguida por Rahu. Laura se agachó y le acarició suavemente el lomo. Después le cogió en brazos y, reconfortada por su presencia, se dirigió a la cocina. Abrió la puerta y, en contraste con la penumbra del pasillo, la brillante luz que entraba por la ventana abierta la cegó. Se cubrió parcialmente la cara con una mano, mientras dejaba que Rahu bajase de un salto al suelo. La taza de café y el cenicero que él había estado usando la noche anterior seguían encima de la mesa, como un recordatorio de su presencia. Se sentó en la silla que David había ocupado, con la mirada perdida en la ventana. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Cómo iba a decirle que no le quería en su vida? ¿Cómo iba a convencerle de que eso era lo que de verdad deseaba si no era capaz de convencerse a sí misma?
Apoyó los brazos en la mesa y hundió la cabeza en ellos, derrotada. Quizá debería dejar que las cosas siguiesen su curso, quizá él decía la verdad y podía arreglarlo. Quizá debía darse cuenta de que no podía vivir sin él. El recuerdo de la noche de su confesión volvió a su mente, como un latigazo. El dolor seguía presente, al igual que los pensamientos que le habían torturado desde aquel momento. No podía perdonarle, no podía rendirse y actuar como si nada hubiese pasado. Sabía que no podía olvidar el daño que le había hecho, su deslealtad a todo lo que un día les había unido, sus mentiras durante meses... ¿Cómo podría olvidar todo eso y volver a confiar en él? Tendría que ser capaz de perdonarle primero, necesitaba tiempo para que sus heridas cicatrizasen. Sólo después podría plantearse si había algo entre ellos que se pudiese salvar, pero no antes, acuciada por el miedo a la soledad y confundida por los sentimientos contradictorios que inundaban su mente. Y él debería entenderlo.
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Ojo de gato
Bí ẩn / Giật gânLaura Ugalde, una joven catedrática de antropología, decide abandonar su vida pasada y mudarse al pueblo de Erkiaga para realizar el proceso de reconstrucción facial de una joven desconocida, cuyo cadáver ha aparecido en ese mismo pueblo y que fue a...