CAPITULO 3: Todo va bien pero... ¿y Mako?

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    Una mañana antes de la ceremonia salió en la primera plana de todos los periódicos locales, Mako Moundlanden, la hija de Erick Moundlanden, se había suicidado una noche antes de la graduación de Odeloss, las razones se mantenían desconocidas. Una noticia que en cualquier otro lado hubiera pasado desapercibida se convirtió en una bola de nieve al suceder en un lugar tan pequeño, tan tranquilo.
    Al leer eso no supe que pensar, solo sentía como un velo gris cubría mi mente ocultándose cualquier posible reacción, tal vez sería algo hipócrita llorar ahora así que solo se lo le enseñe a mi mamá para basarme en sus expresiones, no creyó lo que estaba leyendo, tanto así que me mandó a comprar otro periódico y como lo dije, todas las planas tenían la misma historia, la hija de un ex candidato a ayudante local se había suicidado, al parecer era un revuelo total en la ciudad ya que todos estaban comprando periódicos y cuchicheando, sacando teorías entre ellos.
    Compré tres periódicos más y se los lleve a mi mamá quien después de leerlos todos se puso a orar en su cuarto, en silencio. Conforme la mañana fue avanzando me llegaron varios mensajes de que la ceremonia se había pospuesto por lo sucedido, la verdad, seguía sin saber que hacer o decir, cada vez que pensaba en ella soltaba un pequeño suspiro, la pequeña Mako ya no estaba con nosotros.
    Con el tiempo la ceremonia terminó por cancelarse y nos pidieron recoger los papeles en la oficina de la escuela, yo fui casi al último para no encontrar gente y tener que esperar.
    En esos días la escuela se notaba extraña, algo lúgubre y oscura, rodeada de un silencio sepulcral y teñida de una oscuridad luctuosa. Intente huir de todo ese frío y me dirigí a la oficina solo para encontrarme con una foto de Mako junto a una vela y unas margaritas, no recordaba que era una de sus flores favoritas. No puedo ignorar que esa foto me generaba una cierta incomodidad al verla, aún inertes esos ojos penetraban tu alma. A pesar de todo lo sucedido nadie estaba triste, no tendrían por que, pero en sus ojos y en sus expresiones se veía cierta sorpresa.
    Después de recoger los papeles y de unas cuantas felicitaciones salí de la oficina, listo para ir a casa y que mi mamá me festejara tan común logró pero algo me detuvo en la puerta de la oficina, era el señor Erick Moundlanden que me esperaba parado en las escaleras de la entrada.
    —Edmund —me saludó y me extendió la mano—, diría que es un gusto verte si no fuera en estas circunstancias.
    —lo mismo digo, señor —le devolví el saludó pero decidí no darle la mano y fingí no haberme percatado.
    —sé que es algo directo —me dijo bajando la mano, un poco apenado— pero quiero pedirte un favor.
    —claro —le dije de mala gana, no puedo ser grosero con alguien quien perdió su hija—, ¿Qué se le ofrece?
    —mira —me comenzó a contar—… por la forma en la que Mako… murió, nos piden que alguien ajeno a la familia reconozca el cuerpo para que nos lo puedan dar y poderle darle sepultura, le pregunté a varias personas y maestros pero nos dicen que ella no tenía muchos amigos, que siempre fue una chica alejada de los demás, pero que siempre había un chico que la veía de lejos, creíamos que tal vez sería un chico que le gustaba, que bien que eres tú, la verdad no hubiera tenido el valor de decirle a alguien desconocido.
    —en pocas palabras —le dije, creo que soné un poco grosero—… ¿Quiere que reconozca el cuerpo de Mako?
    —exactamente —me contestó y luego añadió sacando unos billetes de la bolsa de su pantalón—, se que es algo difícil, pero te puedo dar algo de dinero por las molestias, ¿Cuánto quieres? ¿Con mil pesos estará bien?
    —no se moleste —le dije agitando las manos para negarme, algo que no lo sorprendió en lo mínimo ya que los guardo inmediatamente y en su lugar saco su teléfono, creo que abusa un poco de su situación—, lo hare, sólo dígame dónde y cuándo.
    —pues, tal vez sea mañana —me contestó checando la fecha en su teléfono—, tenemos que estar Ana y yo contigo, así que sería mañana a las cinco de la tarde, en el Ministerio público, ¿sabes llegar o quieres que pase por ti?
    —si no es mucha molestia, me gustaría que pasarán por mí —le conteste y pude ver en su cara que no esperaba esa respuesta pero no planeaba caminar ni gastar en pasajes.
    —vale —me contestó—, ¿Sigues viviendo en la casa donde recogía a Mako?
    —sí —le conteste pasando mis papeles de una mano a otra.
    —está bien, pasó por ti mañana a las cuatro y media, cualquier cosa aquí tienes mi teléfono —me dijo mientras sacaba una tarjeta plastificada donde venía su nombre y numero, y me la extendió —, muchas gracias por lo que haces, Ed, espero no te moleste que te llame así.
    —no se preocupe —le conteste con una sonrisa forzada.
    A decir verdad, sí me molesto que me llamará Ed.

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