Epílogo

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Aquí está el epilogo de esta historia.

Gracias por darle una oportunidad a esta historia.

No sé que más debo decir, hay muchas cosas pero creo que las omitiré para no hacer esto largo.

Recuerden que los personajes no me pertenecen pero la historia sí. Me disculpo por las faltas de ortografía y los términos mal dichos.

Sin más que decir, aquí el capitulo.

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Contempló con verdadero cariño a la persona que dormía plácidamente a su lado. Su respiración era acompasada y su semblante relajado, lucía como si se estuviera llevando a cabo en su mente el sueño más hermoso de todos.

Sonrió ante la imagen tenuemente iluminada por la luz de la luna que se colaba a través del enorme ventanal. El omega a su lado era hermoso, frágil, de un intelecto brillante y, sobre todo, perfecto. No existía otro ser en este mundo que pudiese igualar la belleza que ante sus ojos se presentaba.

Existirían muchas personas en este mundo, pero ninguno como su omega.

Acercó su mano a la contraria que reposaba sobre la almohada, la tomó con delicadeza y depositó un pequeño beso sobre el dorso de esta. Amaba a esta persona, más que a cualquier cosa.

El omega había llegado a su vida para regalarle momentos efímeros de alegría en un mundo devastado por la guerra. Con el paso de los días, los conflictos bélicos aumentaban y causaban tragedias y daños cada vez más grandes e irreparables.

El mundo era un verdadero caos.

Es por ello que agradecía la existencia de su pareja y lo grata que era su compañía. Tenerlo a su lado representaba un alivio a su alma y una tranquilidad en su vida. Estaba ansioso por hacer oficial su relación, por hacerlo su consorte y por fin, poder formar una familia con él. Sin embargo, aún no podía. No en esos momentos.

No podía ponerlo en riesgo ni a él ni a sus futuros cachorros.

El reino de Shin Makoku estaba siendo blanco de diversos ataques y, evidentemente, buscarían hacerle daño llevándose a lo que sería más preciado para él. Era por este motivo por el cual aún no podía reclamarlo como omega.

Anhelaba el momento en el que pudiera poner su marca sobre el hermoso cuello de su omega, deseaba que llegara el día en el que existiera un momento de paz para poder tener una vida tranquila, al lado de quien era su pareja destinada.

Soltó la mano del otro dejándola con cuidado sobre la cama cuando un terrible malestar le inundó. Hacía tiempo que venía sintiéndose de esta forma y sólo podía pensar en una posible y cruel causa. Su cuerpo estaba muriendo lenta y tortuosamente.

Era una verdad que comenzaba a asimilar con el paso de los días. Era un secreto que sólo él y la persona que dormía profundamente conocían.

Un quejido salió de su boca, el dolor comenzaba a tornarse insoportable. Se preguntó cuánto tiempo más pasaría antes de que su cuerpo sucumbiera ante la muerte.

Negó con la cabeza varias veces, no podía suceder todavía. No cuando aún tenía cosas que hacer, cuando aún tenía a alguien a quien proteger.

Se removió inquieto en la cama, debía soportar, tenía que hacerlo. Se arrastró con dificultad a la orilla para poder incorporarse, pero no pudo hacerlo. Rápidamente cayó al frio suelo provocando un estruendoso ruido que despertó a su pareja.

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