Recuerdo

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Recuerdo y no lloro, pero no queire decir que no me duela. Recuerdo mayormente los peores momentos, pero no significa que los buenos no sean preciados. Recuerdo sus risas, así como sus llantos. Recuerdo cuando me retaban, también cuando me mimaban. Recuerdo cuando me enseñaban, recuerdo cuando las que aprendían eran ellas de mí. Recuerdo, y no lloro, aunque duela.

Mis abuelas fueron y van a ser lo más importante para mí. Ellas eran mi todo, son mi todo. De ellas aprendí; de ellas heredé ciertos aspectos de mi manera de ser; gracias a ellas soy lo que soy. Ellas me dieron todo el amor que unas persona pueda dar, a pesar de que ninguna de las dos aguantaba más de un fin de semana fuera de sus casas y ya buscaban excusas para volverse. Ellas me consentían, así como también me decían en la cara crudas verdades que nadie se anima a decirte. Muchos dicen que cuando te vas poniendo viejo te vas cansando de todo y ya no te importa lo que crean de vos. Ellas se fueron poniendo cada vez más y más frontales y transparentes como un niño. Qué linda virtud de los viejos. Ellas fueron dos personas únicas, por eso quiero que sus historias queden guardadas, para que los que las conocieron las recuerden, y los que no, tengan el honor de conocerlas por lo menos de mi punto de vista.

En ambos casos, nuestros últimos momentos compartidos fueron muy difíciles y devastadores, y son los que recuerdo día a día, más que los momentos de plenitud vividos. Esos días cambiaron mi vida y mi manera de pensar, por eso será que los recuerdo...en silencio, sinque nadie lo sepa, sin que nadie lo note. Recuerdo, aunque muy pocas veces llore, siempre duele.

Recuerdo todos los momentos que pasabamos juntas, así como recuerdo los que soñábamos compartir y no llegamos a hacerlos realidad. Fue muy injusto que la vida no nos haya alcanzado para sentirnos satisfechas de haber podido compartirlo todo y más.

Lo que más recuerdo es la última vez que vi a cada una personalmente (las otras veces fueron en sueños, fotos, videos y recuerdos). Igual, dije que iba a relatar un resumen de la vida de cada una y como fue que se fueron de este mundo.

Mi abuela Martha era una de las personas más alegras que conocí y voy a conocer jamás. Su luz y fé en Dios te hacían creer que todo iba a estar bien y siempre te sacaba una sonrisa. Ella era muy coqueta, usaba aros grandes, pulseras de acero, un montón de anillos y collares. Además, no puede pasarse por alto lo característicos que era su ropa "colorinche" que reflejaba su manera de ser. Todavía recuerdo el sonido de sus pulseras  constante cuando se secaba las manos después de lavar los platos o cuando aplaudía al compás de una canción que le gustara. Todavía puedo escuchar su voz diciéndome "Mailu, mi bebota" o "felpu", como llamaba a Benito, mi perro. Ella siempre bailó de chica, su sueño era bailar en el Colón, pero su situación económica no se lo permitía. Mi abuela ponía toda su fé en mí, la única nieta mujer, para que yo pudiera cumplir mis sueños de pertenecer al mundo del espectáculo, ya que, como verán, se sentía más que identificada con la situación. Ella me acompañaba y me informaba todo sobre mis ídolos, porque escuchaba mucha radio, y siempre leíamos sus entrevistas juntas. Nunca faltaban sus pastillas DRF, y gracias a ella, en casa siempre sobraban "desodoronchos". Ella era de Mataderos, su barrio querido, al que le ha dedicado hermosas poesías y al que siempre pertenecerá.

CONTINUARÁ...


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