Esmeralda:
Los días pasaban y cada vez faltaba menos para terminar el último año. Incluso así las personas en la preparatoria no creían que podía tener más amigas luego de que se revelara mi secreto.
Pero las cosas no acababan allí, todo sería más sorprendente cuando vieran que la chica que había publicado eso sobre mí y a la que había acusado de consumir una sustancia ilegal seguía a mi lado.
—¿Ya están listas? —pregunté sin muchos ánimos frente a la puerta.
—¿Estás bien? —preguntó María con las demás alrededor— No has estado para nada energética hoy.
La miré con deseos de explicarle cómo me sentía, pero forcé una sonrisa.
—Sí, estoy bien, gracias por preocuparte. —respondí mintiendo mientras ellas me miraban tratando de convencerse de lo que ni yo misma estaba segura.
Asintieron y salieron, suspiré y cerré la puerta para luego guardar las llaves de la casa en mis bolsillos.
Todo se había vuelto rutinario, pero sentía que algo no estaba bien, algo seguía fallando y me frustraba el no saber qué era.
—¿Me puedo ir contigo? No tengo ganas de conducir. —dije frente a Sara en la marquesina y ella frunció el ceño.
—Claro que sí, pero ¿segura de que estás bien? —preguntó abriendo las puertas del vehículo.
—Por supuesto. —dije y me subí de copiloto— Es decir, Evelyn y María no fueron a clases y siento que hoy habrá polémica nuevamente.
—Aun así, todo va a salir bien, no te preocupes. —asentí colocándome el cinturón de seguridad y recosté la cabeza en la palma de mi mano.
Cuando llegamos a la preparatoria noté que aún había personas mirándome con confusión.
Caminé hacia la entrada sin bajar la cabeza, aunque no estaba de ánimos.
—Se quedó sin auto, tal vez no era suyo. —escuché decir a un chico.
—O tal vez deberías cerrar la boca. —dije mostrándole las llaves de mi auto. Apareció un leve sonrojo en su rostro y no dijo nada más— Así está mejor.
Los demás a su alrededor hicieron silencio también. Rodé los ojos y caminé hacia mi casillero. Lo abrí y encontré una nota.
"¿Qué más ocultas preciosa?" decía. La miré un segundo y reí.
—Maldita o maldito quién intente joderme. —pronuncié en voz alta y dejé la nota donde estaba.
—¿Esmeralda? —preguntó mi novio detrás de mí. Lo miré con enojo y decidí no desquitármela con él.
—No me pasa nada, cariño. Sólo acostúmbrate a escuchar mis groserías, porque mientras sigan intentando joderme las continuaré diciendo. —dije azotando la puerta de mi casillero.
—La rubia no está de humor. —dijo Amber a mi lado, y sonreí forzosamente— No tienes que sonreír, entiendo esos días de enojo.
Asentí y me dirigí a mi salón.
La clase empezó y me sentí desconcertada, tenía ganas de romper el lapicero que tenía en la mano y de tanto pensarlo, terminé haciéndolo. Sentí algunas miradas posadas en mí y las ignoré, saqué otro lapicero y continué escribiendo. Al finalizar la clase el maestro me pidió quedarme.
—¿Se encuentra bien? La noté distraída. —preguntó y negué con la cabeza.
—Las personas tienen problemas ¿sabe? No todo el tiempo van a venir a tomar clases con una sonrisa y deseos de participar, dígales a los demás maestros que no me pregunten. No, no estoy bien, pero tampoco tengo que andar diciendo qué me sucede, así que tenga un feliz resto del día. —respondí y salí con un lío en la cabeza.
Caminé con pasos lentos tratando de analizar si me sentía enojada porque había encontrado una nota en mi casillero o por como las demás personas me miraban.
Escuché a unos chicos murmurando algo al lado de mi casillero y rápidamente fingí colocarme mis auriculares para escuchar algo. Abrí mi casillero y coloqué los libros de la anterior materia mientras escuchaba su conversación.
—Ahora que Esmeralda y Amber son amigas las cosas son diferentes, ella querrá presentarnos y las personas nos mirarán de la misma manera en que miran a Eduardo y a los demás.
—Mira el lado bueno, tendremos popularidad.
—Pero realmente quiero a Amber. —abrí la boca sorprendida. La chica tenía novio.
—Eso no cambia nada, continúas ganando. Tienes a tu novia y popularidad.
—¿Qué creen que significa ser popular? —pregunté cerrando mi casillero y mirando a quienes hablaban.
Di un pequeño salto al ver quienes eran.
—¿Félix? Bueno, no me importa quién seas, pero escuché lo que decían, así que responde mi pregunta.
—¿Qué todos en la preparatoria te admiren? —reí y ladeé la cabeza.
—¿Estás demente? —pregunté— Cuando eres "popular" pierdes la oportunidad de que las personas no estén siempre esperando cosas de ti. Tu vida a deja de ser privada, las personas siempre quieren saber qué estás haciendo cómo consigues las cosas y cuando quieren saber ese tipo de cosas buscan respuestas de cualquier forma. Incluso si tienen que pasar las veinticuatro horas del día vigilándote. Hasta te chantajean.
—¿Entonces por qué siempre los populares se ven tan felices?
—A veces es bueno recibir atención, pero cuando Amber te presente como novio, oficialmente, sabrás a lo que me refiero, los malos comentarios no faltarán, habrá personas que comenzarán a detestarte y tendrás que soportar cosas. —terminé de decir y me marché.
Los chicos estaban esperándome y sonreí al verlos.
—¿Ahora estás de buen humor? —preguntó Sara. Ni siquiera lo había notado.
—Digamos que algo así. —respondí y me senté a su lado.
Sin duda ya no estaba de mal humor, pero algo seguía sin tener sentido y me estaba atormentando.
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Secretos peligrosos ✓
Teen FictionLuego de que el mayor secreto de Esmeralda Carpenter fuera revelado, empezó a cambiar, pues creía que no tenía nada que perder. Lo que no sabía, es que había alguien que esperaba saber aun más de ella y que aquella persona tan lejana y cercana al m...