[22] Verdad o shot.

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EPÍLOGO

Esmeralda:

La hora había llegado, eran exactamente las nueve y treinta de la noche, cuando estaba parada en medio de la fiesta esperando a Nate.

—Relájate, chica, ¿No crees que estás muy nerviosa? —me encogí de hombros.

—¿Qué tal que a Nate no le gusta mi cambio? —cuestioné echándome el cabello hacia atrás.

—¿Tú crees que no le...? —alguien la interrumpió.

—¿Esmeralda? —me volteé de manera automática.

¡Era Nate Moore quien estaba detrás de mí!

Abrió los ojos sorprendido y se quedó observándome, al parecer cada detalle que pudiera ser visualizado. Finalmente replicó:

—¿Realmente es tu manera de no llamar la atención de los demás chicos?

—Nate... —el chico se quedó esperando lo que iba a decir—. Demonios, no sé por qué nunca puedo ser directa si te me quedas viendo de esa manera.

—Nunca cambies, Esmeralda. ¿Sabes? Deseo hablar contigo, de algunas cosas importantes.

Me tomó de una de las muñecas y nos dirigimos a un lugar más solitario dentro de la enorme fraternidad a la que asistían los Jensen. Nate se sentó frente a mí y echó un suspiro.

—Te estoy confundiendo ¿No es así? —lo miré sorprendida por un par de segundos y finalmente asentí.

—Así es, estás confundiéndome, porque un día dices cosas que me ponen el corazón a mil, y otro mencionas sobre como esperas encontrar a la persona ideal para ti... Persona que según lo que has dicho, es muy diferente a mí.

—Sí, y esa es la razón por la que quiero que hablemos. Cada vez que me lo preguntaban yo solía responder lo mismo "quiero a una chica con ciertas cualidades". Pero de repente llegaste a la universidad, eres una persona totalmente contraria a la que siempre imaginé que me volvería loco y también estoy confundido. Porque sé que eres la mejor chica que nunca en mi vida pude desear, pero que encontré, y a pesar de que me esfuerzo, sé que no soy tan increíble como tal vez esperas que sea, y siento que no te merezco.

Me quedé observándolo. Cada una de las palabras que había dicho se habían grabado en mi cabeza.

—No espero más de ti, Nate. Con que seas tú, es suficiente.

—¿Estás segura? Porque sé que no mereces otra decepción, nunca la has merecido. Solo estoy aquí, esperando que lo que soy sea suficiente para hacerte feliz.

—Lo único que quiero es... saber si realmente te importa tener algo serio conmigo.

—¿Serio? Si quieres llamarlo de ese modo, está bien —lo miré confundida—. Pero quiero estar a tu lado, en las buenas y en las malas, ser parte de tu vida, ser la persona que te apoye en tus crisis emocionales, ser la persona en la que te apoyes cuando sientas que estás muy cansada. Ser la persona con la que puedas compartir tu carga sin miedos.

Mis ojos se cristalizaron levemente y fue inevitable sonreír.

—Yo sé que estoy yendo muy lejos, pero quiero ser la persona que te vea en con un diploma de la carrera que ambas y que luego lo enmarquemos y lo colguemos en nuestra casa como uno de tus tantos logros.

¿Nuestra casa? ¿Era tanto el tiempo que Nate deseaba estar a mi lado?

—También quiero ser esa persona para ti, la persona que nunca te falle, y que siempre se supere para poder estar a tu lado, la persona que te siga queriendo por encima de todas las cosas.

—Sin embargo, si deseas tiempo, te lo daré, todo el que tiempo que tenga te lo voy a conceder. Porque me importa que estés bien, Esmeralda y que te sientas preparada para volver a estar en una relación también es importante para mí.

—Gracias Nate, por todo lo que sé que algún día demostrarás.

El chico me dio un beso en la frente y segundos después fuimos interrumpidos.

—Hola, Nate —saludó uno de los gemelos Jensen—. Hola, chica.

Saludé con la mano y repentinamente Nate me apegó a él.

—No sabía que tenías novia —dijo el rubio.

—Es porque no lo es. No aún —recalcó y sentí un leve sonrojo apoderarse de mi rostro.

—¿Quieren jugar verdad o shot? —me tensé y Nate lo notó.

Él lo sabía, conocía cada una de las cosas que me habían sucedido en Canadá luego de que cumpliera quince años.

—¿No quieres jugar? —me preguntó y me encogí de hombros—. Me dijiste que los malos recuerdos fueron una gran lección que ya aprendiste y que todo puede superarse ¿Lo olvidas?

Nate tenía razón lo había dicho, y había aprendido de mis errores, además no creía tener más cosas por las que ponerme nerviosa estando en Londres. Así que respondí:

—Está bien, vamos a jugar —Nate sonrió y volvimos adentro acompañados de uno delos gemelos por el que muchas chicas babeaban.

Pero no era mi prioridad, ya tenía a alguien en mi vida.

El círculo fue de exactamente diez personas, de las que Nate y yo estábamos dentro. Alrededor había más persona observando, así que no pude evitar traer los recuerdos de la casa de Amber a mi mente.

Pero los rechacé, hice todo lo posible por olvidarlos. Sería insólito que, en un lugar nuevo, volvieran a suceder ese tipo de cosas. Ni siquiera podría repetirse una pregunta de las que se hicieron aquella noche.

Eso pensé.

Hasta que luego de que a varias personas les tocara responder o tomar un shot el pico de la botella apuntase hacia mí. Sonreí llena de nervios. Un chico castaño pensó por unos segundos y al final soltó la bomba en forma de pregunta:

¿Cuál es tu mayor secreto?

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