[9] Conté mi secreto, te toca.

28 9 2
                                    

Esmeralda:

Amber me miró y me susurró:

—No estoy enojada contigo, pero tenemos que hablar sobre tu "novio". Hay algo que empecé a sospechar hace unos días. —asentí y nos separamos. —¿Eso quiere decir que si lo sabías? —preguntó Amber en voz alta.

—Sí, lo sabía, pero no lo pregunten como si ustedes no tuvieran cosas que ocultar, por seguridad. —intentó argumentar.

—¿Otra vez con eso? Pensé que habíamos dejado eso atrás, ya te enteraste de mi secreto. —me molestaba que el tema no tuviera fin y eso me hacía pensar en las posibilidades de que él amenazara a Evelyn.

—Lo sé, dijimos que olvidaríamos los secretos entre nosotros, pero tú lo sabías y tampoco me lo dijiste.

—Esto no es un secreto que debamos compartir, Eduardo, y no te lo dije porque había hecho entrar en razón a Felipe. ¿Tú le diste algún consejo? —rodó los ojos— No, ¿verdad? Entonces... —suspiré al sentir a Sara acariciar mi espalda para que me calmara— ¿Qué diablos es lo que quieres saber de mí, Eduardo? ¿Qué mierda es eso de los secretos? ¿Es por eso por lo que me elegiste como tu novia?

Toda la sala se tensó y Sara me ayudó a levantarme.

—Bien, creo que es suficiente del juego. —las lágrimas empezaron a salir mientras una de mis mejores amigas hablaba e intentaba calmarme al mismo tiempo.

—Espera, no creo que sea el momento de terminar el juego. —apreté con fuerza mis puños y miré a Eduardo— ¿Por qué te alteras de esa manera? ¿Hay cosas que no me has dicho?

—Sí, y no te las voy a decir, Eduardo. Si continúas intentando joderme puedes dar por terminada nuestra relación. —dije y empecé a subir las escaleras.

No sabía a dónde me dirigía, pero estaba totalmente cegada por la ira.

—Esmeralda, por Dios. —María me abrazó y correspondí su abrazo— ¿Te encuentras bien? ¿Eres consciente de lo que dijiste?

—Sí, no es algo que dije por el enojo, llevaba días pensándolo, Eduardo está cruzando el límite. No sé que rayos quiere saber de mí.

—Oye rubia, ya envié a una de tus amigas a averiguar un par de cosas que nos ayudarán a entender el secreto que busca tu novio. —dijo Amber mientras nos entraba a una habitación, que al parecer era la suya.

—¿A qué te refieres? —me limpié las lágrimas.

—Te explicaré mi teoría. —cerró con seguro la puerta y me sentó en su enorme cama. Noté que tenía un cuaderno en mano y mi curiosidad se había hecho más fuerte— Sólo esperemos unos minutos a que Estephanie regrese con información.

Asentí y nos quedamos diez minutos en silencio hasta que alguien tocó la puerta. Amber abrió y eran Estephanie, Sara y Anabel.

—Conseguí lo que me pediste. Tenías razón. —dijo una de mis mejores amigas cabizbaja.

—Tu nombre completo es Esmeralda Carpenter Scott, ¿no es así? —asentí— El nombre de tu novio es Eduardo Scott.

Sentí como mi estómago se revolvía por lo que Amber probablemente iba a decir.

—Sus padres lo dieron en adopción, por una razón que no conozco totalmente, según las cosas que investigué y ahora Estephanie confirmó lo visitaban con una pequeña que era un año menor que él. Cuando cumplió tres años empezaron a frecuentar menos el lugar donde vivía y ya no veía a su pequeña hermana. Pronto las visitas se extinguieron y trece años después le informaron que sus padres habían tenido un accidente y su hermana se quedaría con una hermana de su madre. 

Hizo una pausa mientras yo intentaba procesar los argumentos.

—El padre de Eduardo era perseguido y amenazaban con quitarle a Eduardo de su posesión ya que era su primogénito, sin embargo, cuando falleció no tenían nada que buscar. Entonces, sus fechas de nacimientos coinciden, se llevan aproximadamente un año, llevan el mismo apellido, el chico es pelinegro, como tú, antes de tintarte el cabello y contó la historia de su familia.

Visualicé una puerta y deduje que era el baño, me dirigí hacia él y dejé salir todo lo que conservaba en mi estómago, sentía escalofríos y las nauseas eran cada vez más fuertes.

¿Me había enamorado de mi propio hermano? ¿Ese era el "secreto" que había estado buscando? ¿Por qué fue mi novio entonces? ¿Eduardo lo sabía? ¿Estaba enfermo? ¡¿Tuve sexo con mi hermano?!

Cuando ya no tuve más que expulsar drené el agua de la taza y me lavé el rostro y la boca.

—Lamento haber hecho esto en tu baño, Amber. —dije mirándola con vergüenza.

—Tranquila, también hubiese vomitado. ¿Quieres confirmar mi teoría? Justin o Yerson nos ayudarán a tomar uno de sus cabellos y haremos una prueba de ADN, si te parece bien.

—No lo sé, quiero saberlo, pero los recuerdos que tuvimos como... pareja, no me permiten ir tan lejos.

—Un poco de dinero y podremos tener los resultados en veinticuatro horas, ¿qué dices? ¿Lo pensarás? Es la última semana de clases, no tienes nada que perder.

—Sí, y desearía con todo mi corazón irme lejos de Eduardo si esa es la verdad. —confesé con desanimo saliendo del baño.

—¿Tú sabías que tienes un hermano? —la miré y asentí— Entonces ese es el secreto que él buscaba.

—Nunca lo dije, porque eso fue lo que me dijeron mis padres antes de morir, y cuando logré contactarlo le dije que podía ir por él, y él me dijo que me esperaría, así fue como inicié el negocio de las drogas, cuando tuve el dinero suficiente él ya no estaba disponible, una persona me dijo que no podía contactarlo y que no lo buscara más, lo intenté un par de veces y terminé rindiéndome, luego conocí a las chicas y encontré en qué gastar el dinero.

—Esmeralda, has pasado tantas cosas. —dijo Amber y me abrazó.

—Bien, ¿por qué te enfadas y ocultas de esa manera? —preguntó Eduardo entrando a la habitación, Amber tiró el cuaderno al piso disimuladamente.

—¿De qué estás hablando? —pregunté.

—Ya conté mi secreto, ¿no crees que es tu turno? Supongo que ya sabes el porqué te he estado investigando tanto.

—Eduardo, te molesta mi actitud y quieres saber algo mío, pero no sé qué es. ¿Qué quieres saber de mí? —quería vomitar nuevamente, pero no tenía nada para expulsar y debía continuar con el juego hasta saber la verdad.

—¿Realmente no lo sabes? —había sorpresa en su voz.

—Claro que no lo sé, ¡te lo hubiese dicho! —continué mintiendo.

—Esmeralda, sólo me interesa saber ¿por qué me ignoraste por tantos años y por qué no me buscaste jamás? —lo miré con el ceño fruncido— ¿No lo recuerdas? Cuando entré a la preparatoria, nos vimos en un pasillo, quedamos de salir, recibiste una llamada y me dijiste que no te buscara más, que no querías confusiones, fue por esa llamada, ¿qué ocurrió? Desde ese día cambiaste.

Recordé y lo miré insegura, ¿qué rayos estaba ocurriendo con él? 

Secretos peligrosos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora