[1] Hasta me cambió la piel.

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Esmeralda

Una semana después de que habíamos dejado de sospechar de Eduardo me miré en el espejo. Había dicho que iba a cambiar mi reputación y ya tenía una idea concreta de cómo lo haría.

No había estado muy presente en casa y era porque nos habían dado unas pequeñas vacaciones de una semana. En ese tiempo había cambiado un poco mi actitud y había tatuado varias partes de mi cuerpo, la mayoría no se notaban mucho.

Una pequeña serpiente en el dedo corazón de la mano izquierda, un pequeño sol en la parte inferior del lado izquierdo del dedo anular, la palabra "inmortal" en la cara anterior y lateral de la misma muñeca y por último una pistola con una flor saliendo de ella. En el brazo derecho mis dos nombres.

Pienso que no está mal cambiar, si no te sientes conforme con algo haz lo que te guste, sin importar la opinión de los demás. Primero estás tú y luego sigues tú. No es cuestión de egoísmo sino de amor propio.

Iba a ir a la escuela con una nueva imagen y tendría una nueva vida. Me miré una última vez en el espejo para asegurarme de que todo estaba en orden y transmitirme confianza a través de cómo me veía. Les había avisado a todos que llegaría un poco tarde, cuestión de unos pocos cambios, tuve que hablar con la persona que me tatuó sobre hacer los tatuajes en mi mano a las una de la mañana para que las chicas no se enteraran antes.

Bajé las escaleras cuando ya no había nadie y salí de casa, sonreí, cerré la puerta y saqué mi auto. Era sorprendente pensar que la nerd de la preparatoria pudiera cambiar en una semana, pero tampoco era imposible.

Conduje hacia la preparatoria y no podía creer como me temblaban las manos, había repasado el plan tantas veces en mi mente que pensé que los nervios no deberían hacerse presentes en ese momento.

Mi estilo estaba sencillamente conformado por un maquillaje de labios rojos, sombra del mismo color y un contorno para nada definido. Unos lentes de sol descansando sobre mi cabeza. Una chaqueta gris, un t-shirt negro, un jean y unos tenis que hacían juego con mi t-shirt. Coloqué una cara de satisfacción cuando la mayoría me observó como si tuviese problemas visuales. Cabe destacar que estaba utilizando lentes de contacto, porque si no fuese así, todo sería borroso ante mi vista. Entré a la preparatoria y continué recibiendo miradas, de asombro y perversión. Saludé a mis amigos, los cuales no podían entender mi cambio.

—Hola chicos. —saludé riendo y pasando una mano en frente de ellos para que salieran de su trance— No es algo del otro mundo. —rodé los ojos.

—Te ves increíble. —Eduardo sonrió, sonrojado.

—Gracias cariño. Me pone nerviosa que me mires así. —respondí rosando sus labios con los míos a punto de besarlo, y lo hubiese hecho, si no fuese por la interrupción de mi amiga la castaña.

—No es una escena que deseaba ver. —dijo Sara interrumpiendo.

—No es obligatorio, puedes cerrar los ojos, o quitarte los lentes. —respondí sin despegar la vita de Eduardo.

—Es que es una escena muy pervertida, pero bonita. —dijo y nos tomó una foto. Entonces dejé de mirar a mi novio.

—Borra esa foto. —alcé una ceja.

—Tu nuevo estilo podrá intimidarme, pero no la borraré hermosa. —asentí.

—Entonces publicaré tu foto con Yerson. —él me miró sonrojado y se pasó la mano por el cabello.

—Ya, entendido borra esa foto Sara. —respondió Yerson.

—Eres mala, ¿hacen efectos los tatuajes? —me miró derrotada.

—Lo sé, sólo quería demostrarte que tan mala puedo ser, no borres la foto, puede conservarla. —me reí.

—¿Y de qué trata esa foto de Sara y Yerson? —preguntó María sin entender.

—Es una foto sexual de ambos. —respondí sin rodeos y los chicos se cubrieron el rostro.

—¡No! —respondieron a la vez. —Eso no es verdad chicos. —Sara estaba avergonzada. —Me las vas a pagar, Esmeralda— me dijo en tono de desafío.

—Bien, pero sabes que me la debías. —le guiñé y me mordí la lengua, pero no pude evitar sonreír— Me voy a mi clase. —dije y tomé a Eduardo de la camisa. Me despedí de los demás con la mano y caminé a mi salón con seguridad.

—Me gusta que tengas el control. —respondió mi novio y sentí que un leve sonrojo aparecía en mi rostro.

Pasaron cuatro horas de clase y un pequeño descanso, así que ya era la hora de almorzar, me senté en la mesa de Amber y pronto vi a la chica del álbum escolar fotografiándome, sabía que pronto estaría en el periódico escolar, de nuevo, así que tomé a Eduardo y lo besé mientras mostraba mi dedo del medio a la cámara. La chica me miró con horror y sorpresa para luego marcharse.

—¿Ahora eres así de mala? —preguntó Eduardo volviéndome a besar.

—Puedo ser peor si tú quieres que lo sea, no creo que esté mal. —María me miró con sorpresa.

—Cariño, de verdad tu cambio de imagen te está haciendo daño, nunca había escuchado decir ese tipo de cosas Esmeralda. Claro que esas palabras tienen doble sentido. —dijo y rio nerviosa.

—Sólo quiero sentir que se siente tener el control una vez en la vida. No es una oportunidad que haya tenido antes, así que en lo demás no voy a cambiar, nada de fama en la cabeza, nada de traiciones. —me encogí de hombros.

—¡Lo decidí! —casi gritó Sara.

—¿Qué cosa? —preguntamos María y yo al mismo tiempo.

—También voy a hacerme un cambio de imagen y tal vez de personalidad. —yo sonreí y chocamos nuestras palmas.

—No vayas a pervertir a mi novia por favor. —habló Yerson en forma de súplica.

—No voy a hacerlo. —negué con la cabeza. Segundos después llegó Amber y todos en el comedor nos miraban, nos saludamos con un corto abrazo y ella me miró de acuerdo con mi cambio.

—Disculpen la tardanza, estaba terminando un examen. Pero te ves increíble. —me dijo tomando mis gafas de sol que aún descansaban en mi cabeza— Si no me gustaran los chicos, te lanzaría un piropo todas las mañanas. —dijo y los demás abrieron la boca.

—Gracias, también podría responder a ese piropo, estás espectacular. —le guiñé un ojo. Hablamos sobre lo que habíamos hecho en la mitad del día, Amber me dio su celular para que viera cómo había sido su viaje a Los Estados Unidos durante unos días.

En ese momento la chica del periódico escolar regresó. Amber y yo nos reímos y ambas mostramos nuestro dedo del medio para la foto. La chica rodó los ojos, nos hizo una mueca y se fue.

—Me sorprende que Esmeralda se haya tatuado, pensé que su piel era muy de nerd para hacerlo. —comentó Amber y yo me esforcé para no reír.

—No te pases, lo que sucede es que lo pensé demasiado y el chico me dijo: si no tienes la seguridad, jamás podrás tatuarte. Puede quitarse luego, sin duda, pero no es tan fácil. —comenté.

—¿Sabes? hubiese sido una buena arma para matarme de un infarto si aún fuéramos enemigas. —dijo y yo asentí.

—Lo sé, pero no quiero ser conocida como una asesina. —dije y reí— Además sólo me tenías harta, no te odiaba.

—También lo sé. Esmeralda Carpenter no odia a nadie. —yo asentí haciéndole entender que tenía razón— Jaque mate, creo que te conozco. 



TemmieMoney
rosanli

Secretos peligrosos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora