¿Será que sí?

637 115 31
                                    

Todos en aquel departamento necesitaban tener la mente ocupada en algo. Y la planificación de la fiesta de Tony fue la excusa perfecta para que Moira, Charles, Raven, y un arisco recién integrado Erik, se despejaran y su único problema fuese decidir de qué comprarían el pastel.

Estuvieron entretenidos charlando y riendo hasta que dieron casi las nueve de la noche. Afuera ya estaba oscuro y corría una brisa helada con la cual venían densos nubarrones.
Raven miró por la ventana de la pequeña salita. Las horas se habían pasado volando para los tres, a excepción de Erik, que solo estuvo enfurruñado en un rincón mirando a Charles cada vez que podía.

-Creo que deberíamos irnos si queremos llegar a tu casa antes de que sea tarde, Moira- dijo Charles al ver por la ventana.

La menor asintió. De seguro Zelda ya estaba con un ataque porque su hija andaba por ahí con "el chiquillo ese", quien en algún momento fue amado por la mujer de horrorosa voz.

El teléfono que había en el departamento comenzó a sonar y Raven lo tomó para contestar.

Erik aprovechó el alto en la conversación que le tenía un poco mareado y se fue hasta su habitación. Cerró la puerta y se sentó frente al escritorio que estaba desordenado. Tomó un grueso libro de derecho internacional donde tenía algunos anexos marcados y se dispuso a leer.

No entendía cómo había personas que gustaban tanto de compartir todo con todos, como Raven, por ejemplo. La rubia siempre estaba hablándole de todo lo que hacía en el día.
Erik todavía recuerda sus citas, donde en las primeras dos ella le narró con todo detalle su vida hasta antes de conocerlo, mientras que él apenas soltó pequeñas frases para que no fuese un completo desconocido.
Él prefería más estar solo, como cuando era un niño en casa de Shaw donde se la pasaba casi todo el día en el jardín trasero con la única compañía de las plantas y los árboles que tenía Sebastian.

Se oyó a Raven exclamar el nombre de un tal Banner y a Charles enviando saludos al otro lado.

Charles. A él también le encantaba hablar, pero, a diferencia de Raven, Charles era capaz de hablar y hacer sentir parte al otro de las cosas que contaba. Y se emocionaba como si estuviese diciendo algo que le pasó hace tan solo un par de minutos.
Como el motivo de su visita: para pedirle consejos a Raven porque un pelafustán llamado Hank le había besado.
Volvió a sentir que le daban un golpe en el estómago al oír ese chillido de las chicas. Frunció el ceño involuntariamente y mordió el bolígrafo que tenía para hacer anotaciones al costado del libro.

¿Por qué tendría que sentirse molesto al saber que a Charles lo besaron?
"Ni que fuera la gran cosa", pensaba.
"Si el cara de niño se besuquea con cualquier amigo es asunto suyo, no mío".
¿Y por qué se sentía molesto también al ver a la niña con aspecto de cervatillo riendo y tocando a Charles sin motivo alguno?
"Estupideces, Erik. A ti eso no debe importarte en absoluto. Además, a Charles le vales, él solo viene por Raven", le contestaba una odiosa vocesita en su cabeza.

Bufó. Se había perdido en la lectura por estar haciendo esas reflexiones.
Volvió a concentrarse en el párrafo que estaba leyendo.

Cerca de diez minutos más tarde se asomó una cabellera rubia por la puerta. Erik rodó los ojos, y sin voltearse de su asiento le preguntó a Raven: "¿qué quieres?".

-Estoy acordando unas cosas que Bruce Banner, el presidente de la comunidad de mineros en Gales, y ya es un poco tarde para que Charles y Moira estén solos en la calle, -dijo,- ¿podrías acompañarles hasta la estación?- sonrió a pesar de que el medio pelirrojo no le viese.

Raven vio que los hombros se Erik se encogían y volvían a su posición natural. -Puedo ofrecerte lo que quieras si me haces este favor-.

Erik se puso de pie y tomó su chaqueta que estaba doblada a un lado de la cama.
-Tú no tienes nada que yo quiera- contestó mientras terminaba de meter el brazo derecho por la manga y guardaba sus llaves en el bolsillo.

Raven rodó los ojos.
-Era más fácil manipularte y convencerte cuando eras heterosexual- murmuró con los brazos cruzados sobre el pecho y una sonrisita.

Charles y Moira esperaban afuera del departamento.
-Por favor, no me recuerdes esa época, estuvo llena de errores, como la ocurrencia de ser tu novio- le respondió con una media sonrisa mientras salía y cerraba la puerta tras de sí.

"¡Hijo de puta"!, gritó cuando la puerta estaba ya cerrada. Negó riendo y luego recordó que estaba acordando algunos puntos con Bruce Banner por teléfono. Así que, lo más probable era que le hubiese escuchado.

La niña tiritaba como una hoja en una brisa fuerte y Charles le pasó la chaqueta que traía. Erik, que iba al lado de Moira, se mordió la cara interna de la mejilla y apresuró un poco sus largas zancadas.

-¿Qué piensas hacer con Hank, Charles?- murmuró Moira al muchacho que iba con la vista al frente medio  atrapado en sus pensamientos. -Porque tú le gustas, pero, por lo que llevo de conocerte, tú no-.

Charles suspiró y se encogió de hombros. -Lo mejor será esperar un poco y ver qué haremos- dijo el de los ojos color cielo, ignorando descaradamente lo último que dijo su amiga.

-¿No te gusta él, cierto?- insistió la castaña cobriza en tono bajo. Le dio un codazo suave en las costillas al otro muchacho.

Charles miró de reojo a Erik, quien parecía ajeno a su conversación, y se respondió negando ligeramente hacia Moira.
-¿O es que te van más los pelirrojos de mal carácter?- susurró la chiquilla cerca del oído de Charles.
Este se puso colorado hasta las orejas y Moira rompió en sonoras carcajadas.

Erik no tenía idea de lo que estaban cuchicheando los otros dos y al ver a Charles sonrojado se le hizo imposible no mirarlo, sin importar que el otro se diera cuenta y apartara la mirada con una risita incómoda.

****
Perdón al/ a la que le dije que este capítulo sería stony :(
Iba a hacerlo, pero como que quedaba muy incompleto el asunto.
El próximo sí que sí es STONY

PRIDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora