Jugaremos su juego

557 95 35
                                    

Steve no se apartó ni un solo segundo de Tony cuando, un par de horas después, dieran de alta al mayor y Raven insistiera en que fueran a su hogar para charlar.

Erik condujo en silencio hasta el departamento, consultando el reloj en su muñeca cada tanto o en casa semáforo, cosa que le era difícil de ignorar a Charles, que por cuestiones de comodidad que iban en beneficio del herido, iba apretado entre la rubia y el pelirrojo en los asientos delanteros del auto. Por poco el aire se le escapó totalmente de los pulmones cuando sintió el roce de las yemas de los dedos de Erik en su rodilla cuando este trataba de dar con la palanca de loa cambios cuando el semáforo dio la luz verde.

Ahora, estando todos ya en el departamento de la ex pareja que ahora también era el alojamiento del menor del grupo, la rubia se asomaba desde la cocina con tazas humeantes de té y café para todos.

Tony hizo una mueca cuando Raven le extendió la taza de té caliente.
-Usualmente, las personas beben algo con un poco más de grado alcohólico luego de haberse peleando con una pandilla en la calle-, rió para sí mismo hasta ver el rostro para nada divertido de su rubio novio que volvió a entregarle la taza que él había dejado en la mesita entre los sillones del living.

-Deberíamos ir ya mismo al maldito club para darle una patada en el culo a ese maldito de Eddie-, exclamó la rubia dando un soplido algo exagerado a la taza. -Insisto.

-Pésima hora en la que elegiste a ese lunático vengativo para que fuese tu novio-, añadió Tony.

-Y lo peor de todo es que la reputación de la organización ya quedó por los suelos, señaló Steve con un tono de desilusión.

-Por todos los cielos, créeme que yo, más que nadie, pagaría un millón de libras para poder ponerle los puntos sobre las íes a ese bastardo,- Erik se puso de pie y comenzó a andar alrededor de la pequeña sala, -pero no es lo que debemos hacer.

-¿Y qué es entonces?-, le increpó la rubia, -¿Acaso tengo que esperar a que lo que hizo el lindo de tu ex, y nos dejó como unos pervertidos que solo piensan que condenar más almas a las llamas del castigo eterno, sea olvidado por el matrimonio de un par de fulanos que sirven de títeres de la monarquía?

-¡Disculpa!- le respondió Erik en un tono irónico. -Se me olvidaba que es mi culpa que la sociedad nos condene por el hecho de tener otras preferencias que son inofensivas.

-No estoy para tus comentarios irónicos, Erik-, dijo la rubia mientras se llevaba el índice y el pulgar como pinzas al puente de la nariz. -Tony pudo haber acabado muerto por esa estúpida noticia que fue tergiversada por él.

-¡Ya, Raven!-. Steve se levantó de su asiento para calmar un poco los ánimos. -Y tú también, Erik-, miró al mencionado con un tono de desaprobación al aludido un par de segundos y volvió a su actitud de madre regañando a sus pequeños que pelean.
-Esta no es la forma en que vamos a solucionar el problema de la difamación y ustedes lo saben-.
Tony se llevó la taza a los labios mientras admiraba a Steve poniendo los paños fríos a la situación.
-Pelearse y culparse el uno al otro no va a quitar el hecho de que ese loco hiciera lo que hizo. Por eso, -Steve suspiró-, debemos encontrar juntos la manera de evitar que esta noticia dañe a esas personas que no lo están pasando nada bien.

-Debemos jugar su juego-, dijo Charles en tono bajo.
Los otros cuatro se voltearon a verle.
El menor carraspeó y se sentó un poco más derecho en el sofá.
-Si Eddie cree que la batalla contra Erik debe ser a través de la prensa para desprestigiar la organización que él prefirió por sobre esa extraña relación que tenían, nosotros debemos manifestar, por la prensa, que LGSM está en el escenario social para romper con los estigmas y unirnos a otra minoría y así torcerle la mano en este gallito a la puta sociedad tradicional que solo se encarga de seguir estereotipos que la degeneran.

Tony rió con orgullo al chico y le golpeó cariñosamente el hombro.
-Tú debes ser hijo mío-, dijo.

Steve se volvió rodando los ojos con una sonrisa hacia su novio. Había perdido su porte de serio.

Erik volvió a mirar el reloj que traía en la muñeca.
-Eso es a lo que pretendía ir-, señaló con la palma a Charles que batalló contra el violento sonrojo que le amenazaba. -Mi firma ya está en ese papel de la organización y estoy dispuesto a colaborar para limpiar su imagen y ayudar a esos mineros, aunque ellos no quieran nuestra ayuda.

-Son lindas palabras para alguien que acostumbra a solo decir cosas odiosas-, dijo la rubia algo asombrada.

Charles se acomodó con el mentón apoyado sobre el puño, viendo distraído, en apariencia, el departamento. Reflxionando.

Erik buscó su mirada y respondió a la rubia. -Las personas podemos cambiar por algún motivo en particular-.

Tony hizo un burlesco y cursi "Awww" que sacó risitas discretas de los dos rubios.

-¿Y cuál es tu manera de solucionar todo este lío, romántico alemán?-, interrogó el de cabellos más oscuros en la habitación a la vez que alzaba la ceja que tenía un corte producto de un golpe de puño.

Erik boqueó, pero la puerta sonó e interrumpió su idea. Y, al contrario de lo que todos imaginaban, no se molestó, sino que avanzó hacia la puerta y sostuvo un momento el pomo con su mano.

-Hablé con un amigo que puede ayudarnos a cerrarle la boca a Eddie y todos los reporteros chismosos que están ardiendo en deseos de desprestigiarnos y disminuir la lucha que vamos a organizar.

Raven frunció el ceño un poco confundida.

-Vamos a hacer que la prensa nos pida perdón de rodillas en sus titulares-, agregó antes de abrir la puerta para dejar ver la carta que Erik había estado escondiendo debajo de su manga.

Un sujeto delgado y con cabello negro azabache, de porte misterioso y rostro muy serio con ojos que delataban un violento deseo de cariño.

-Grupo, él es Azazel-.



PRIDEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora