Capítulo 1: Pegados a una silla

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Me quedo con Ryyyyyyaaaann–todavía pienso que su nombre es extraño, no había conocido a otro niño con ese nombre–, porque no quiero dejarlo solito, a mí no me gustaría que me dejaran sola mientras que mis amigos bajan a divertirse, pues no me parece justo ¿Así será siempre?

–¿Y cuántos años tienes Ryan? –le pregunto.

–Trece–responde Ryan sonriendo.

Su sonrisa es distinta a la de mis amigos, las sonrisas de mis amigos son comunes, pero la de Ryan es...no lo sé ¿Tierna? Es bonita, solo sé decir eso.

Frunzo el ceño.

Ahora que me fijo... ¿Él no está grande para estar en este grupo? Aquí son hasta niños de ocho años...que yo sepa, claro.

–¿No deberías estar en otro grupo? Hasta donde sé, este grupo es hasta los ocho años–le digo con una ceja arqueada.

Él se ríe.

–Lo sé, solo que es más difícil para mí y para las señoras trabajadoras, ayudarme desde aquel grupo. Por dos razones, uno...no puedo Caminar, dos...el grupo donde debería estar queda muy lejos–me responde.

Asiento y suspiro.

Creo que están siendo un poco malos con Ryan, él también tiene derecho como todos los demás; mi padre siempre habla de derechos y deberes, me aburre escucharlo, pero tiene razón.

–Supongo que tienes ocho–dice Ryan mirándome, yo volteo hacia el ventanal y veo el paisaje fijamente.

–Sí–afirmo en voz baja–oye, tengo hambre, bajaré y te traeré algo ¿Qué quieres de comer? –le pregunto y volteo a mirarlo.

Me doy cuenta de que me mira, entonces me sonríe otra vez tiernamente, como mis amigos de la escuela no lo hacen.

–Gracias, pero no tengo hambre, si quieres te quedas allí abajo, juega, yo estaré aquí arriba esperándote–me dice.

Sonrío, me levanto y corro hacia afuera.

De veras tengo hambre.

Bajo las escaleras y me encuentro con esos niños revoltosos que gritan como locos.

Coloco los ojos en blanco, quisiera gritarles a todos que se callen por una vez en su vida, pero lamentablemente no me harán caso, si ni siquiera Cami me hace caso ¿Ellos sí? Ellos ni me conocen.

Busco a mi alrededor y veo a una de las mujeres que trabajan con mi tía.

–Disculpe ¿Dónde puedo comer? –le pregunto.

La mujer voltea y me sonríe.

Por lo menos esta no es la señora Serrano...aunque la señora Serrano se reconoce rápidamente.

–¿Eres la sobrina de Mary, cierto? –me pregunta.

–Sí–le respondo.

–Bien cariño, vamos al comedor privado, allí no hay tanto alboroto–me dice y hace como para llevarme a otro lado agarrándome de la mano.

No quiero, primero que todo, no soy una bebé para que me estén agarrando la mano y segundo, yo quiero comer con Ryan.

–No quiero comer en el comedor–le digo seria y algo molesta.

La mujer frunce el ceño extrañada, pues espero que entienda, porque una de las cosas que más detesto de la señora Serrano es que ve nuestro mundo de un solo punto de vista y es el de los adultos, cuando realmente ni siquiera los mismos adultos ven la vida de una misma manera.

Cuando Las Estrellas Dejen De Brillar-DISPONIBLE EN FÍSICO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora