Siento como la brisa pega en mis mejillas y echa hacia atrás mis lágrimas, sigo corriendo, parece infinito, puro césped corto, no me puedo esconder en ningún lugar.
Miro a mi derecha, por allá hay árboles, me iré para allá, corro hacia esa dirección y tropiezo con algo.
¿Pero por qué? Siempre me caigo en todos lados.
Gruño, me levanto y comienzo a caminar esta vez, menos mal no me he roto otra vez la rodilla, llego hasta el árbol y me siento, me seco las lágrimas, entonces espero...no sé qué espero, solo miro a todos lados y ya.
Por Dios amo mi vida, mi vida normal con mi hermana, mis padres, mi casa, todo ¿Cómo esos niños pueden vivir así? ¿Cómo Ryan puede vivir así? Es horrible, mi vida es perfecta a diferencia de eso.
Ahora tengo sueño, no lo sé, estoy mareada y...
–¡Emma! –escucho como un zumbido en mi oído, así como cuando un mosquito me molesta–¡¿Emma dónde estás?! –escucho más nítido.
Abro los ojos, estoy acostada en el césped ¿Qué hago aquí?
–¡Emma! –insiste la voz.
Me levanto con sueño y me froto los ojos.
Busco la voz y me quedó paralizada al ver a Ryan en su silla de ruedas sobre el césped gritando.
Me levanto algo emocionada y abro la boca sorprendida.
–¡Saliste! –grito sonriendo.
–¡Allí estás! –dice Ryan suspirando–ven Emma, por favor–me dice con cansancio y cariño.
Camino hacia él y me detengo justo al frente, lo miro, él quiere decir algo, pero cierra la boca y no dice nada.
–Vamos a casa–me pide en silencio.
–Esa no es mi casa–digo seria.
Ryan se queda callado solo me mira.
–Es la mía y te estoy invitando a venir–me dice también serio.
Asiento forzado.
–No vuelvas a hacer esto Emma, es peligroso–dice Ryan como si fuera un adulto.
Asiento algo arrepentida...no le gusta que me haya ido y me siento mal por dejarlo solo.
– ¿Quién te trajo? ¿Cómo llegaste aquí? –le pregunto confundida.
–Me vine solo–me responde Ryan sonriéndome algo travieso–pedí como mil veces que me bajaran a tomar aire, luego pedí que me dejaran solo y cuando lo hicieron vine a buscarte, me deben de estar buscando como locos–se ríe levemente–a ti te estaban buscando como locos, sabía que vendrías aquí, no hay otro lugar a donde ir Emma.
Pero...no lo entiendo, la silla no rueda sola.
–Pero... ¿Cómo...? –le pregunto aún confundida.
–Con mi brazo izquierdo–me dice Ryan sonriéndome y levantando el brazo–fue difícil al principio, pero luego fue más sencillo ¿Sabes? uno se acostumbra.
Sonrío de medio lado, ya veo que uno sí se acostumbra, esto va para todos los temas.
– ¿Vamos a casa? –me pregunta Ryan.
Asiento y me coloco detrás de su silla para llevarlo.
En el Camino de regreso al orfanato hablamos, Ryan me contó chistes muy malos y pasados de moda, algunos me hicieron reír de lo malo que eran y otros me hicieron mirarlo con cara de pocos amigos; él sí rio de todos sus chistes, es divertido verlo reír, pero de verdad, reír así como cuando sientes que no puedes respirar, que todo se queda en silencio por un momento hasta que tú risa se escucha a todo pulmón, cuando solo piensas en que morirás porque no circula el aire en tu cuerpo...bueno, así reía él y eso me hacía reír a mí.
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Cuando Las Estrellas Dejen De Brillar-DISPONIBLE EN FÍSICO.
RomanceEn 1988, un incendio en Grecia acabó con muchas vidas, incluyendo a los padres y familiares de Ryan Russó, quien sobrevive a la catástrofe con tan solo tres meses de nacido. El niño va creciendo con pequeñas dificultades que el incendio provocó en s...