Despierto, es Manuela entrando a mi habitación nueva, trae algo en las manos, creo que ya es de día.
–Buenos días, Emma–me saluda.
Sip, es de día.
Me levanto del suelo, esperen... ¿Dónde dormí? ¿En el suelo?
–Hola Manu–la saludo.
–¿Qué hacías en el suelo? –me pregunta evitando reírse, pero con ternura.
Me encojo de hombros.
–Bueno, te traje esto–dice entregándome una cobija, desayuno y mi bolso con todas mis cosas–deberías darte una ducha, comer y bueno...quedarte tranquila.
Asiento mientras ella deja todo sobre un mesón que está pegado a la pared.
–Yo...–dice Manuela como buscando las palabras para hablar, así como cuando quiero pedirle algo a mi mamá que sé que no me dará–dejaré de trabajar aquí–dice y mis ojos se abren como platos.
¡¿Qué?! ¡Mi amiga Manu no se puede ir!
–Noooo ¿Y por qué? –le pregunto.
–Porque...no lo sé, me mandaron una carta ofreciéndome trabajo en otro lugar y me gusta, así que me iré–dice algo triste.
–No pareciera que te gustara–digo frunciendo la boca de medio lado.
Sonríe tristemente.
–Si me gusta, confía en mí–dice y se acerca para abrazarme.
La abrazo también.
–Manu antes de que te vayas...–digo y ella me mira a los ojos.
Sus ojos color café me miran con ternura.
–Si un niño toca una parte que no debe de tu cuerpo ¿Qué haces? –le pregunto.
Su cara cambia inmediatamente de una amorosa a una amorosa preocupada.
– ¿Pasó algo? –me pregunta nerviosa.
No le puedo decir, al parecer si es algo malo, además ella puede decirle a mi mamá y yo no quiero que me regañen.
–No, no, es solo que mi mamá siempre me ha hablado de eso y quiero saber tu punto de vista–me encojo de hombros para que parezca más normal.
Ella suspira como si estuviera aliviada, pero sin embargo sigue mirándome extrañada.
–No puedes dejar que eso pase ¿Ok? Nadie, pero absolutamente nadie que no sea tu mami puede tocarte en esas partes y si llega a pasar entonces tú vas y le dices a una persona mayor para que arreglen la situación los adultos–dice agarrándome el hombro.
Asiento, pero quiero llorar, le estoy mintiendo a mi amiga Manuela.
–Sabes que puedes confiar en mí, los Serranos somos fieles–piensa un poco–mi tía no sirve mucho, pero yo sí–dice riendo ahora.
–¿Tú tía es la señora Serrano? –le pregunto con los ojos como platos.
Se ríe.
–Sí, pero es una molestia, mejor dicho, yo soy una molestia para ella, así que ya tendrá tranquilidad al irme.
–Pero yo no quiero que te vayas, me caes bien–digo triste.
Manu sonríe.
–Nos veremos pronto Emma, tú tranquila, solo soporta unos días más a esta gente y te irás.
Sonrío y la abrazo.
–Adiós Manu–le digo.
–Adiós Emma–me dice y se va.
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Cuando Las Estrellas Dejen De Brillar-DISPONIBLE EN FÍSICO.
RomansaEn 1988, un incendio en Grecia acabó con muchas vidas, incluyendo a los padres y familiares de Ryan Russó, quien sobrevive a la catástrofe con tan solo tres meses de nacido. El niño va creciendo con pequeñas dificultades que el incendio provocó en s...