Capítulo VII

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Antes de que siquiera alguien dijera algo más tomé aquel folder azul brillante con el logo de la universidad, asentí una sola vez en forma de despedida y con la mirada en el suelo salí corriendo de la escuela camino a casa. No podía responder, ni permitir que me vieran de aquella forma, –lamentable– así me sentía.

Al llegar a casa me encontraba sola en un silencio que solo los autos que pasaban por la autopista, el viento o el ruido de los pájaros podían perturbar. Cerré la puerta con llave, me quite los zapatos –que ahora estaban calientes de tanto correr– puse los papeles sobre la mesa de la cocina y me deje caer en el suelo con la mochila aún puesta caí de espaldas, no sabía cómo reaccionar ante tal conmoción y por más curiosidad que tuviera no quería ver esos papeles.

Me escudé los ojos con una mano, sentía como comenzaban a humedecerse y querer salir las lágrimas por el rabillo de estos. No lo permití. Así que me levante, me quite la mochila de los hombros, la agarre de un solo lado y arrastrando los pies por las escaleras subí hasta mi cuarto, me cambié de ropa por una más cómoda y me metí bajo las sábanas de mi cama. Debí de haberme quedado dormida después de un rato llorando o quizás había llorado entre sueños, porque cuando desperté la almohada estaba húmeda –y estaba segura de que no podía ser baba–.

Eran las 3:48 pm cuando vi el reloj de la cocina, me prepare un té negro con leche, no tenía hambre y el clima se había templado un poco; fui a sentarme a la sala y prendí el televisor, no había realmente nada interesante pero me distraía del asunto. A pesar de tratar de enfocarme en aquellas imágenes vacías no podía evitar voltear de vez en cuando hacia la mesa de la cocina. Me resigne. Puse la taza de té sobre la mesa de centro, dudé por un momento pero al final tomé el folder azul y volví al sofá. Sin darme cuenta mi vista comenzó a nublarse, tome aire y abrí el folder con las manos temblandome –no me había dado cuenta hasta ese momento–.

Mi vista se clavó en en la primera hoja –y la peor de todas–, en la solicitud de la última beca de mi hermano se hallaba engrapada una foto de un joven cuyos ojos gris oscuro, cabello rubio y tez pálida combinaban a la perfección acentuando sus cejas gruesas y sus facciones bien marcadas, era ridículamente atractivo, ERA mi hermano. Al estar admirando el rostro que hace tanto no veía me petrifique y note que todo ese tiempo contuve la respiración –quizás tenía miedo de estropear la foto con mi aliento–. Me percaté que tampoco había notado las suaves líneas de lágrimas que escurrían por ambos lados de mi rostro y se juntaban en una gota más grande en la punta de mi barbilla, la parte baja de la hoja ya estaba mojada y la aleje más de mi cuerpo al momento de subía la vista para ver una vez más y por última su rostro –una mezcla perfecta entre los rasgos marcados de mi padre y los suaves colores de mi madre–.

No toleré verlo más y cerré con firmeza el folder volviéndolo a poner en la mesa de la cocina. Ya no podía contener las lágrimas, no más; ya no soportaba el nudo en la garganta y corrí escaleras arriba pisando fuerte. Llegué al baño y azoté la puerta, me recargue en ella y me deslice hasta el suelo sin dejar de sollozar, me coloque en cuclillas apretando fuerte mis rodillas y poco a poco los sollozos cobraron vida y descargaron toda su intensidad, saque todo lo que llevaba almacenado desde hace tanto.

No dolía que mi hermano ya no se encontrara a mi lado, lo que dolía eran los recuerdos y que ya nunca lo volvería a ver.

Me tranquilice y al levantarme me mire en el espejo, tenía la cara y los ojos rojos e hinchados. No me importaba. Pero de seguro a mi mamá si. Tomé un baño caliente, el clima se ponía frío cada vez más y al poco rato comenzó a llover; me puse la pijama más cómoda y me acosté un rato en mi cama viendo hacia el tragaluz sobre mi cabeza, oí y vi como chocaba la lluvia contra el vidrio mientras él cielo se tornaba cada vez más gris hasta que cayó la noche y la lluvia se volvió diluvio.

Rompecabezas de CielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora