Capitulo X

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Me desperté de golpe al oír la reja del estacionamiento abrirse seguido por las fuertes luces amarillentas de la camioneta de mi mamá entrar por el ventanal, mientras me quitaba el sueño de los ojos voltee hacia el techo donde por el tragaluz se veía un cielo ya mas oscuro por la lluvia y la noche acercándose, admire por un segundo la belleza de las gotas de lluvia escurriendo por el tragaluz.

La televisión seguía prendida así que la apague y me levanté de un brinco que hizo que me mareara un poco. Baje las escaleras trotando y le acerque un tapete a mi mamá para que no mojara el piso de madera cuando entrara.

–Hola cariño –dijo cuando abrió la puerta viéndome frente a ella y me dio un beso en la mejilla– ¿Puedes dejar esto sobre la mesa de la sala? –agregó dándome su bolso para guardar su abrigo en el closet al lado de la puerta de la entrada.

–¿Como te fue hoy? –pregunté dirigiéndome a la cocina a hacer algo para la cena.

–Bueno... Tengo una noticia buena y otra mala... ¿Cuál prefieres saber primero?

–¿Cuál es la mala? –volteé interesada a verla.

–¡Que se me mojaron mis zapatillas rojas de terciopelo! –señaló sus pies y yo solté una risita tonta y aguda.

–Okay, ja, y ¿cuál es la buena? –comenté sacando un plato con hot cakes del refrigerador que sobraron de la mañana.

–Bueno...  ¡Conseguí una entrevista con una de las mejores diseñadoras francesas para la revista del próximo mes!–soltó de pronto poniendo atención especial en mi expresión facial mordiéndose el labio inferior.

–¡¿Es enserio?! –casi grité de la emoción– ¡Felicidades! ¡Muchas felicidades mamá!

–Gracias. Su nombre es Claire Faure.

Era genial que desde que nos mudamos a Londres las cosas estaban yendo bien para ambas, la escuela no era tan pesada y aquí nadie sabía de nuestro pasado; mientras que para mi mamá las puertas se le habían abierto más que nunca, tenía un trabajo que amaba y donde le pagaban muy bien. Mientras calentaba la cena y la tetera para té mi mamá me platicaba más acerca de su trabajo y los beneficios del proyecto.

–¿Tuviste una tarde agitada, cariño? –me preguntó cuando comenzamos a cenar en el comedor acariciando mi mejilla– Ja ja ja, tienes todas las sábanas marcadas en el rostro.

–Algo así... –comencé a platicarle lo sucedido a lo largo del día, mi visita a los Wimbler y al centro de la ciudad.

–¡Vaya! Si que te divertiste el día de hoy. No me extraña que seas tan cercana a un chico tan amable –hice cara de pocos amigos y cuando estaba a punto de hablar agregó–; si, si, ya sé lo que dirás, no estoy insinuando nada de todos modos. Es solo que se nota que le interesas, soy tu madre, me doy cuenta de cosas –le arroje una miradita de incredulidad con las cejas un poco fruncidas–. Ahora ve a lavarte los dientes y a dormir. Se te nota el cansancio, yo lavaré los trastos.

–Gracias mamá, por todo. No te duermas tarde tampoco tu –subí al baño y luego a mi habitación.

Al irme a dormir aun hacía mucho frío por lo que me llevé las sábanas hasta las orejas. A la mañana siguiente mi cama era tan cómoda que no quería levantarme, seguía con un clima nublado y templado, ya no era frío, más bien templado. Seguí mi rutina y baje a desayunar mi mamá había dejado una nota que decía que se había ido temprano a trabajar y que pasaría por mi a la escuela debajo de una taza con café frío, lo metí al microondas y desayune comiendo unos emparedados viendo la televisión.

El estado del clima en el noticiero decía que la temperatura incrementaría a eso del medio día. Claro que viviendo en Inglaterra nunca se sabe, subí a mi habitación de nuevo a ponerme unos tenis cómodos y una chaqueta de mezclilla. Baje corriendo las escaleras cuando vi a Eli caminar hacia la casa y caminamos hacia la escuela aunque el viento seguía soplando fuerte.

Rompecabezas de CielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora