Nadie Juega Conmigo 2/2

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-¿Abril?

Abrí los ojos y vi hacia la puerta, allí estaba Justin solo con la cabeza asomada.

-Sí, ese es mi nombre – Dije más dormida que despierta.

-¿Sabes dónde está mi mamá?

-Ehm… Si – Me senté en la cama – Dice que se va a quedar en casa de unos amigos.

-A o-ok – Tartamudeó.

“¿Y ahora este qué?”

-¿Tienes hambre?

Maldito trabajo que me obliga a tratarlo bien.

-Sí, mucha.

-Ya voy.

Me tiré en la cama de nuevo con un brazo sobre los ojos, esperé un poco y me levanté… Caminé a la cocina y Justin no estaba ahí ¿Me dice que tiene hambre y no está? Resoplé y subí de nuevo, toqué su puerta.

-Pasa.

Abrí la puerta y allí estaba el con una bermuda negra y sin camisa, estaba bueno hasta decir basta, es que duraría días sin sacarme esa imagen de la cabeza, sus cuadros bien formados te hacían babear, tragué saliva y abrí la boca.

-La, la… -  Respiré – La comida está servida.

-Ah, ya bajo.

Bajé y de repente comenzó a sonar mi celular.

-¿Diga? – Contesté sin mirar.

-¿La señorita Abril Montero? – Preguntó esa voz familiar.

-No para nada, soy tu mamá – Me reí – Hola mi amor ¿Cómo estás?

-¿Tu como estas hermosa? – Dijo Eduardo.

-Muy bien – Me senté en el sofá de la sala - ¿Qué has hecho? ¿Cómo te fue en el parcial?

-De hacer, hacer, nada, solo estudiar… Me fue genial.

-Me alegro por ti, ¿Cómo está tu familia?

-Muy bien, Vero te manda saludos… Oye nena ¿Mañana puedes ir conmigo a una fiesta? – Preguntó pero en ese momento iba bajando Justin, por dios que no se podía poner una camisa menos mal que me cae lo bastante mal como para no quedarme como estúpida viéndole, él se percató y me guiñó un ojo, yo volteé los ojos – Abril, estoy hablando contigo.

-Oh, sí claro ¿Qué me decías? – Pregunté concentrándome en él.

-Que si mañana vas conmigo a una fiesta.

-Ehm… No puedo amor mío, los días libres que tengo son los domingos.

-¿Puedo ir a visitarte?

-No lo sé – Lo pensé un poco – Tengo que hablar con mi jefa.

Me levanté y fui a la cocina, Justin estaba comiendo en lo que me vio engulló y yo sonreí evitando una risa.

-¿Cómo te tratan? - Y por como escuché su voz de seguro sonreía.

-Ay mi jefa es excelente, lo único malo es el… El niñito que tiene como hijo, es un total inmaduro.

Justin enarcó una ceja y yo sonreí, él juraba que le tenía miedo, no lo vi venir pero de repente ya tenía mi celular contra su oído.

-Un inmaduro que de seguro va a disfrutar cuando la tenga en mí cama haciendo lo que yo diga y gimiendo mí nombre.

-Óyeme, dame mi celular imbécil.

El colgó.

-¿Lo quieres? – Subió el brazo – Alcánzalo y te juro que nunca más lo agarro.

-Escúchame Justin Bieber…

-No, escúchame tú a mí Abril Montero, te advierto de una buena vez por todas, no te metas conmigo o te va a salir muy caro.

Me reí fríamente.

-¿De verdad crees que te tengo miedo? – Me reí de nuevo – Dame mi teléfono.

-Ya yo te dije pequeña – Alzó su mano libre y me acarició la mejilla mientras decía: - Alcánzalo.

Le di un manotazo.

-Mira… Dámelo ya.

-No.

-Dame el maldito teléfono ¡ya! Estoy hablando muy en serio.

-¿Qué me va a hacer la nenita? – Preguntó como si le hablara a un bebé.

Lo fulminé con la mirada y levanté mi mano izquierda.

-¿Tú estás viendo esta mano? – El asintió sonriente – Pues con esta te voy a dar.

Le di una cachetada con la mano derecha, dejó caer mi teléfono, me tomó de la cintura y me apegó a él.

-Aaah, la cuestión es a los golpes – Me sonrió.

-Suéltame… Joder suéltame – No podía zafarme de él era muy fuerte.

-¿Sabes algo? Tengo hambre.

-Muérete – Le dije con desprecio.

-Pero hambre de ti.

No sé cómo lo hizo pero el muy desgraciado me cargó.

-Suéltame, suéltame ¡ya!

Estaba poniendo su brazo debajo de mi trasero.

-¡Vamos! Te encanta estar aquí.

-Luego no quiero que te molestes conmigo, por lo que haga.

-No soy rencoroso pequeña.

-Cállate y bájame, bájame en este mismo instante o no respondo.

-¿Ah, sí? ¿Qué piensas hacer?

Sonreí y bajé mi cabeza, pegando mi frente en la suya, respiré su aire, su aliento cálido.

-Te puedo apostar lo que sea – Susurré y le di un beso en la punta de la nariz – Que se exactamente tu punto débil – Dije con voz seductora casi como un gemido.

-¿Si? – Rió quedamente – Lo dudo, pero por curiosidad ¿Cuál es?

-Este, mamarracho.

Le di con mi pierna en su miembro, me soltó y caí al suelo con él, me levanté, agarré mi celular y le tomé una foto, me reí.

-¡Todos! – Me reí – Todos tienen su punto débil ahí, así que ni se te ocurra más nunca ponerme una mano encima imbécil.

Salí corriendo a mi habitación, llegué y cerré con llave, me senté con la espalda pegada a la puerta justo antes de echarme a reír con mucha fuerza. 

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Si muy corto lo se, lo se, ya me pongo a trabajar en los demás capitulos ;) Mientras disfruten de este. Oh por cierto, voy a subir otras historias, espero que también las lean, si, no será como esta que subo cada mil años, lo siento de nuevo, bueno eso chai 

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