No tenía muchos amigos, digamos que únicamente los necesarios.
Tenia relojes antiguos que daban todos una hora distinta, retratos de gente desconocida y un sótano lleno de objetos con un alma muerta.Le gustaba ver el mar, cuando este parecía dormir aún.
Pero un día, el mar en un segundo se rompió, y las olas rompieron el silencio de su corazón.
El lago de lágrimas detenidas en sus ojos se desbordó y baño su rostro como una cascada incontenible.
Quería gritar, pero ningún sonido salia de su boca, sentía que sus pulmones iban a estallar, que el aire que la rodeaba no era suficiente para devolverle el aliento.
Sus lamentos sonaban como un animal herido.
Su mirada mirada había quedado mar adentro, mientras las estrellas intentaban llenar el espacio vacío de su corazón.