Baile

1.2K 158 37
                                    

El joven de negruzcos cabellos se movía con rapidez, evitando la mirada de los nocturnos guardias que vigilaban desde los sumi yagura, esperando por la visita de algún intruso. Cada paso era calculado por precisión y velocidad inigualable, digna de una de las mejores casas samurái. Pero él no pertenecía a dicho título.

Su vida estaba destinada a otra cosa. Cosa que estaba descansando en compañía de una joven dama, hija de su señor.

El general del bando enemigo había asediado la parte sur de Edo, arrasando con todo y todos, secuestrando mujeres, entre ellas, la menor de los hijos del príncipe autonombrado. El shōgun poco pudo hacer para evitar el suceso, por lo que, bajo el cobijo de una tenue luz de Luna, pidió al susurro de la noche que trajera a la niña de vuelta.

Y que eliminara al hombre que lo había hecho.

El sonido de una roca caer a su lado lo puso alerta, desplegando de inmediato sus shukos, escalando la muralla que lo resguardaba. Debía ser rápido y sigiloso, como si él fuese el mismo aire que se filtraba por las ventanas y puertas de su hogar.

Y esa determinación era lo que, entre sus amos, le había costado su apodo.

夜の風

Yonokase.

Brisa nocturna.

Llegó a la parte más alta, corriendo de inmediato a la torre más cercana. Allí, un guardia yacía atento a cualquier movimiento que sus ojos detectara, pero nada lo preparó para un correcto golpe en su cuello, logrando dejarlo fuera de ataque.

Se infiltró de inmediato en los jardines, atravesando cada obstáculo como un simple juego de niños. La única luz provenía de la parte más alta del castillo, donde supuso, se encontraría el hombre. Hábilmente, alcanzó la primera planta de la edificación desde fuera, caminando sobre las oscuras tejas que lo conformaban.

A pesar de que no hacía sus misiones una tare personal, aquella era una excepción a toda regla.

La joven lo había ayudado más de una vez, salvándolo de una muerte segura a manos de los guardias de su padre. Ella era la dueña del único recuerdo que poseía de su familia ya desconocida... y parte de su corazón.

Sabía muy bien que su amor sería la perdición de su vida, sin embargo, debía devolver cada cosa que ella había hecho por él, incluso si su luz dejase de brillar.

Al llegar al último nivel del castillo, dejando inconscientes a cada hombre que encontrase en su camino, ingresó en una de las aberturas que tenía el lugar, llegando a un pasillo lleno de puertas shōji, pintadas con flores de sakura y hojas verdes.

Sacó sus dos kunai, armando su estrategia. La posibilidad que el hombre escapase no podía volverse en una realidad. Lo mataría y liberaría a la joven de oscuros cabellos para devolverla a su padre.

Pero antes de poder avanzar, un dolor intenso inició en su vientre, logrando que soltara sus armas y cayera al suelo.

El espeso líquido comenzó a decorar la tela alrededor de la katana, robando lentamente su energía.

—No he herido nada vital, así que podrás largarte —un hombre con un casco dorado y armadura se paró frente a él, sacando la letal arma de su anfitrión. El samurái personal del general.

—Temee...

Tomó uno de los kunai escondidos en su traje para atacarlo, pero el hombre fue más rápido, quitando cualquier posible defensa que el joven tuviera.

—Niño, no puedes hacer nada. Escapa ahora que te doy la oportunidad. Ella no puede ser salvada. Ya no.

El hombre dejó al susurro de la noche allí, arrodillado sobre su vientre, sin poder replicar, con su corazón destrozándose en pequeños pedazos.

NinjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora