Alexander Gideon Lightwood

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Ya sé, es gay. Para toda esa gente que todavía lo piensa, les diré que sí, de acuerdo, Alec es gay o era. 

Estaba con Magnus cuando lo conocí y por aquellos tiempos yo salía con Thot. Magnus no estaba, era ausente y cada vez que veía a Alec le reclamaba, peleaban, y por mi parte Thot nunca estaba y eso me hacía sentir mal. Como ambos teníamos sentimientos parecidos, nos apoyamos, y una cosa llevó a la otra, hoy en día dicen eso siempre (de verdad pasa), y nos gustamos. Nos quisimos. Nos amamos. 

Sé que no quieren otra historia triste, pero toda historia de amor lleva algo de tristeza. A estas alturas pensarán que no tengo nada más que cosas tristes y felices que contarles, y es que el amor es una montaña rusa donde no todos quieren subirse por temor a fracasar. 

Fracasen, amen, no tengan miedo. Y por si aún tienen dudas les dejaré algo que marcó mi corazón con la presencia de Alec, o Gid, como yo le decía. Ojalá él leyera esto, porque...lo extraño, y a veces en la calle suelo ver su rostro, quizás esté transtornada por el sentimiento pero de verdad se parece a él. Y bien, no los entretengo más, lean. Aprendan. Amen, otra vez. Nunca dejen de amar aunque les rompan el corazón. 

Eso del primer amor es una mentira. Muchos dicen que el primer amor es quien te enseña a vivir muchas cosas y todo eso, otros que es esa persona que te enseñó a amar...pero lo que realmente significa es quien ha dejado la huella suficiente para enseñarte, junto a él, el mundo, el amor, las pequeñas cosas y las maravillas que la naturaleza ha creado.

Cuando se es diosa del amor no se puede tener "un primer amor", es más complicado, tu única maldición es sentir todo demasiado intenso por ser la diosa de ese atributo. Así que sí, he tenido un primer amor, un segundo amor, un tercer amor.

¿Qué si duele? No tienen ni una idea.

Para mí no hay "descanso" podría decirse, así que ya se imaginarán fingir que todo esta bien cuando en realidad estás muriendo por dentro para renacer.

~Flashback 1.

-Llegué a donde estaba el cazador y subí a su espalda como si fuera un koala en un árbol. Él era la persona que siempre estaba ahí para mí, me aconsejaba, me apoyaba. Recientemente él era quién me levantaba el ánimo, y yo a él pues ambos pasabamos situaciones similares.- ¿Sabías que los koalas solo comen esa planta extraña y si les das otras cosas mueren?

-¿Cuál planta? -Él me sostuvo con fuerza para que no me cayera mientras caminábamos hacia la sala de entrenamientos.- ¿Eucalipto? -Preguntó con curiosidad y me bajó cuando estuvimos en la puerta de aquella sala.-

-¡Esa! -Exclamé como si fuera el más grande descubrimiento. Solía sentirme más pequeña de lo que era cuando estaba junto a él, algo infantil a veces.-

-Acabo de recordar su nombre por coincidencia -Sonrió él y me dio la espalda para ir a entrenar con unos palos. O, bueno, para mí eran palos.-

-¿Sabes que la mayoría de chicas en el Instituto moriría por verte así? -Enaroqué una ceja mientras lo veía sin camisa con el pantalón de entrenamiento.-

-Lamentablemente para ellos solo una persona puede verme sin camisa.-Recordaba haber sonreído, sin saber si realmente lo decía por mí.-

~Flashback 2.

-¿Cómo es que haces eso? -Preguntó el cazador con curiosidad mientras acomodaba la casa de acampar con mis dones, jamás me ensuciaría las uñas por este tipo de actividades. Actualmente ambos nos encontrábamos  en el increíble mundo de Narnia por mero gusto de los dos.-

-Soy mágica -Le respondí mientras lo abrazaba con ternura y dejaba mi frente contra su hombro. No sabía cómo se lo tomaría pero igual lo hice. Besé sus labios rápidamente, como un beso robado.- Te quiero.

-Él acarició mi mejilla con una sonrisa.- Y yo a ti.-Ambos permanecimos admirando el cielo estrellado hasta muy entrada la noche.

~Flashback 3.

-Creo que iré a Idris a conseguirle un regalo de cumpleaños a mi mamá...

-¿Puedo ir contigo?

-Tal vez...creo que si tu piel soporta las marcas entonces sí..

-Entonces, te acompañaré.

~Flashback 4.

-Soy un pésimo novio.-Ambos estábamos abrazados, disfrutando de la compañía del uno del otro. Lo había echado tanto de menos que quería llenarlo de amor, abrazos, besos, comida, y contarle todo lo que había hecho en esos días.

-¿Qué dijiste...? -Pregunté con una sonrisa por aquella palabra, ni si quiera me lo había pedido, suponía estaba implícito en el corto tiempo que habíamos salido.-

-Que soy un pésimo novio ¿O no lo soy? -Estaba a punto de pedirle que me hiciera la pregunta pero el cazador no me dejó. Sus labios se encontraron sobre los míos en un cálido y dulce beso.

Recordaba todo con mucha claridad, y adoraba cada momento de los que habíamos pasado juntos. Ver sus ojos azules antes de un beso, hablar con él todo el día, decirnos buenas noches antes de ir a dormir.

Esperarlo porque su simple presencia me hacía sentir feliz, mortal...e incluso iba a solicitar su inmortalidad a Zeus si es que Alexander la quería. Hacerme mortal para poder vivir una vida semi-mundana junto a él. Quería hacer tantas cosas.

El recuerdo más doloroso no había sido ninguno de aquellos sino el hecho de su ausencia. El hecho de que no me quedaba nada de él más que recuerdos.

Ojalá pudiera decirle cuánto lo extraño a pesar del tiempo. Ojalá pudiera decirle que todavía lo amo. Que en otra vida pudimos tener una hija castaña como yo y con ojos tan azules como los suyos.

Que si estoy triste acudiría sin duda alguna a él. Que esa vida alterna su hija es una preciosa cazadora, guardiana de las estrellas, y yo, cuando veo a Orión, me acuerdo de él. Porque Alec era un gran cazador, y nunca dudé de su amor, ni él del mío. 

Y ojalá en estos momentos estés bien, porque, mi amor, contigo fui mortal antes que diosa, y eso en nosotros los inmortales es una bendición. 

El diario del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora