Edom... el sólo pensar en esa palabra le producía una sensación horrible que se extendía por todo su ser. Ella que siempre se había mantenido firme incluso en las peores situaciones, ahora no encontraba consuelo y es que una parte de ella se había ido ese día, en ese lugar el cual no podía ni pronunciar.
Se preguntó miles de veces si era posible cambiar acontecimientos que ya sucedieron, encontrar una mejor solución al problema en el que se habían metido ella y sus amigos. ¿Por qué a los demonios les divertía tanto el dolor? ¿Por qué eran tan crueles? Y entonces volvía a llorar...como era posible que ella llorara por amor si antes incluso llegó a no creer en el... ¿Tal vez por lo que su padre le había hecho a su madre? Podría ser una respuesta pero ese no era el momento para encontrarla.
Le pareció tan efímero el tiempo que permanecieron juntos que casi llegó a odiar a Clary ya que ella había compartido casi toda su vida a su lado, pero no pudo porque al igual que ella, Clary también perdió su otra mitad. Por otra parte sintió un poco de alivio por su hermano ya que el no perdió al amor de su vida, podría decirse que de alguna manera hubo algo de alegría en medio de su tristeza.
Dio vueltas en su cama tratando de conciliar el sueño, era imposible, de repente como si fuera un fantasma...en su mente se posicionó su rostro, sus ojos, su sonrisa y su voz. Si, esa misma voz tan dulce y ella podría jurar que hasta la escuchaba mientras decía esas cosas que sólo ellos sabían.
¡Es un héroe! Se dijo para si misma, mientras luchaba con su otra yo que le decía "Es un tonto", sacrificó su inmortalidad y a pesar de que no la quería creo que si le hubieran dado a elegir entre ver sufrir a los demás o sacrificar su vida hubiera elegido lo primero sin protestar...por la simple y sencilla razón de que él, SIMON LEWIS es la persona más maravillosa que haya conocido, la persona que pudo derribar los muros alrededor del corazón de Isabelle.
— Dejaste un enorme vacío dentro de mi... — lanzó un suspiro largo mientras giraba en su cama para mirar el techo de su habitación — dime Simon...como podré recuperarme de esto?
Odiaba la soledad y con todos esos pensamientos y preguntas dentro de su cabeza se permitió llorar una vez más.
