Margaery II: Confesiones

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–Hemos venido aquí, ante los ojos de los Dioses para efectuar el juicio a dos pecadoras arrepentidas– comenzó a decir el Gorrión Supremo, con su sepulcral pero potente voz, caminando hasta el centro de la estrella de siete puntas y extendiendo sus brazos– La Reina Margaery de la casa Tyrell y la Reina Madre, Cersei de la casa Lannister; las dos han pecado y ofendido a los dioses con sus actos y hoy deben limpiar su alma demostrando su inocencia. En representación del designio divino, siete septones escucharán sus testimonios y darán un veredicto inapelable e inimpugnable. Ante los ojos de los Siete en este recinto sagrado, imploramos al Padre para que nos otorgue la capacidad de un buen juicio, a la Madre para que nos regale su divina misericordia y su consuelo, al Guerrero para que nos haga partícipes de su victoria y le obsequie a las acusadas protección en su batalla, al Herrero para que nos dé la fuerza necesaria para concluir esta labor, a la Vieja que ilumine con su lámpara nuestro andar y nos haga más sabios, y a la Doncella para que demuestre la pureza de las acusadas. Igualmente, apelamos al Desconocido para que aleje sus favores de nosotros en este día.

Ricos o pobres, nobles o plebeyos, si pecamos, debemos arrepentirnos ante los Siete. Margaery, de la casa Tyrell, acude a nosotros como pecadora. Ha sido acusada de fornicio, adulterio y traición y con esto ha traído desgracia a su casa, a su rey y a sí misma –extendió el brazo derecho hacia la dirección de Margaery y entonces, dos septas la tomaron de los brazos y la condujeron hasta el centro de la estrella de siete puntas, justo a un lado del Gorrión Supremo. La pequeña reina notó cómo sus rodillas temblaban amenazando con dejarla caer en cualquier momento o paralizarla en medio de su marcha. Conforme se acercaba a su sitio, Margaery pasó la mirada por el recinto buscando a su esposo, el rey Tommen y a la otra acusada << Ninguno de los dos está. No está la doncella de Cersei, ni su guardia personal, Ser Robert Strong >> Tampoco estaban en el septo los otros miembros de la guardia real. La joven Tyrell sintió cómo el corazón le volcaba y las piernas temblaban con más fuerza. 

Una vez puesta en su sitio le hicieron jurar por los Siete decir únicamente la verdad y le pidieron tomar asiento en la silla que correspondía al Gorrión Supremo.

–Este sagrado juicio inicia llamando a rendir testimonio a la acusada, reconociendo que aun como reina en el mundo mortal, es igual que una mujer plebeya ante los ojos de los Siete– el Gorrión Supremo se dirigía a su atento público de la misma manera que un artista de pueblo lo hacía. Sin la corona de cristal, el anillo y el collar de oro y el báculo de ancestral valor, aquel hombre, de barba descuidada, aspecto sucio y demacrado parecía más un vagabundo que pedía limosna que el Jefe Supremo de la Fe –Margaery Tyrell, ha sido acusada de cometer adulterio con el caballero Osney Kettleback y muchos otros hombres, suponiendo alta traición contra el bien amado rey Tommen I de la casa Baratheon y atentando así al sagrado vínculo del matrimonio instituido por los Dioses. ¿Cómo se declara ante tales acusaciones?

La sencillez de la pregunta y lo abrupto del juicio dejaron pasmada a Margaery quien sentada daba la cara a los siete septones jueces y a una parte importante del público mientras otros nobles y comunes se paraban a sus espaldas. Sus latidos se aceleraron y sus músculos se tensaron, la boca se le secó y le fue muy difícil despegar la lengua para hablar, de repente se halló minúscula e indefensa en su posición: enfrentaba sola no un juicio, sino una humillación pública y por su mente pasó la idea de que a pesar de la falsedad de las acusaciones, el juicio solo era una formalidad y que su sentencia ya estaba dictada. ¿Qué serían capaces de hacer contra la reina de Poniente, la hija de una poderosa y noble casa? La confinarían a un septo el resto de sus días para expiar sus pecados y culpas mediante la oración y el claustro o bien, la harían encerrarse en lo alto de una torre, despojándola de sus riquezas y su poder... o serían tan osados como para sentenciarla a muerte, si ese fuese el caso, ¿le otorgarían un final rápido e indoloro o la torturarían hasta que exhalara su último aliento? ¿sería un evento público, al igual que el juicio? ¿la decapitarían, colgarían, quemarían o envenenarían? Ante las atroces imágenes, la pequeña reina sentía la boca más reseca aún.

Juego de Tronos: Las Rosas Marchitas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora