El café.

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La chica suspiró agobiada en cuanto notó del establecimiento al que se le había pedido su asistencia, era elegante y estaba lleno de parejas, notó que se trataba de un lugar realmente romántico. Fue entonces que se avergonzó por asistir.

No era una cita o algo parecido. Un encuentro solamente, o eso era lo planeado por parte de ella; estaba dispuesta a dejar todo atrás, después de aquel incidente del día anterior.

Escogió una de las mesas del fondo buscando ocultarse, no había señal de aquel hombre, se colocó los audífonos meintras comenzaba a escribir rápidamente en su viejo diario.

El azabache se sentó frente de ella con esa fría mirada de siempre, había llegado ligeramente tarde. Ella suspira cerrando su libreta, guardando el lapicero en su bolso, más tarde el mesero llegó y ambos ordenaron.

— Bien, aquí me tienes, chica misteriosa — dijo él con cierto brillo que no supo cómo interpretar.

El mesero regresó entregando lo ordenado, ella rodó los ojos un tanto fastidiada.

— Seré clara, años atrás la pubertad me afectó y puede que haya cometido muchas estupideces, entre esas hablarte. No sé quién seas y no me importa. Solo te pido algo.

— Dime.

— Lamento si arruine tu matrimonio o lo que haya sido en el pasado, pero tú ... Cómo decirlo... Tú prometida me acusa de que lo arruinara en el pasado. No quiero tener problemas así que por favor ayúdame con ella ¿Quieres?

Levi bebió de un largo rato de su té mientras parecía meditar lo que había dicho su compañera. Ella lo miraba espectante, muy atenta a sus movimientos.

— ¿Qué edad tienes? — soltó.

— ¿Qué? No tiene importancia.

Él volteó a verla con una mirada penetrante que la hizo encogerse, sintió si cuerpo temblar ligeramente ante la mirada. No lo negaba, era jodidamente atractivo aquel hombre.

— ¿Tu nombre mocosa?

— ¿Vas a ayudarme? — intento controlar sus impulsos.

El chico permaneció callado tomando un sorbo de su té de esa manera tan peculiar. Soltó el aire contenido resignada a responder lo que él había preguntado.

— Tengo 19 años, me llamo... — empezó siendo interrumpida abruptamente.

— Mi prometida te dejará de molestar, de otro modo no le queda mucho tiempo, padece de una enfermedad terminal y esa es la razón de nuestro compromiso. Ella tiene razón, gracias a ti aún no estamos casados — confesó.

La chica se quedó sin habla, dejó el café de lado, comenzando a recoger sus cosas, saco el dinero correspondiente a su compra poniéndolo en la mesa. No sabía exactamente que es lo que había tratado de transmitir con esa declaración.

— No te pedí explicaciones, tengo que irme.

Se levantó tomando su bolso, encaminandose a la salida de manera apresurada. Levi la siguió por detrás, ella giró hacia la izquierda tratando de alejarse lo más pronto.

— Mocosa — se detuvo girando hacia el hombre — Escribe Levi con un corazón a lado cada vez que me menciones en tu estúpido diario.

Observó la pequeña sonrisa llena de arrogancia y burla que le dedicó en cuanto lo soltó, besó su mejilla a manera de despedida dejándola helada para subirse al taxi parado junto a ellos.

Observó cómo se lejos calle abajo, instintivamente llevó su mano a la mejilla donde había él había posado sus labios.

Era detestable según ella.

El Chico Del Tren | Levi Ackerman ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora