Noche de Copas y... (Especial 12)

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Ambos estaban sentados frente al otro mirándose fijamente, las mejillas de la joven se hallaban rosadas por el alcohol bebido, no estaba completamente perdida. Aún era consciente de si misma, tan siquiera en una mínima parte.

Le sonrió al pelinegro algo coqueta. Él también estaba pasado de copas, pero no tanto como ella, él aún era más consiente de sí mismo. Le devolvió la sonrisa acompañada de un tierno gesto acariciando su cabello con suavidad.

— Creciste bien — fue lo que dijo.

La habitación volvió a sumergirse en un silencio que ambos disfrutaban, intercambiando miradas, Levi seguía acariciando su mejilla con suavidad de arriba abajo, un brillo único apareció en los ojos de la chica, le sonrió enternecida.

— Quiero abrazarte — pidió ella.

Sus palabras seguían siendo arrastradas por el alcohol, él abrió sus brazos en señal de que podía hacerlo. Al estar ebria, se abalanzó sobre él haciendo que quedarán acostados ambos en la cama.

La joven enterró su rostro en el pecho del azabache, olfateando su esencia, una mezcla entre un perfume varonil, alcohol y tabaco, él había fumado. Poca importancia tuvo, se sentía cálida y protegida, apoyó su oído en el pecho de este oyendo del constante latido de su corazón.

Levi permaneció con la mirada en el techo beige, se tardó en reaccionar ante los gestos de ella, y cuando lo hizo, colocó sus grandes brazos alrededor del cuerpo de ella, cerrando sus ojos ante la tranquilidad del momento.

Permanecieron unos minutos de tal manera, hasta que ella se removió sentandose en la cama. Él abrió los ojos observando su figura, el cabello alborotado caía por sus hombros, sus labios finos ligeramente hinchados, su mirada, una profunda mirada que lo absorbía por completo.

Se apoyó en sus codos para alzarse un poco y disminuir la distancia entre ambos. Ella también lo observaba detenidamente, su cabello negro alborotado, su mirada tan fría, tan profunda, notó el deseo que se ocultaba en sus iris. Sus labios.

Ninguno notó el deseo que se tenían por besarse hasta que lo hicieron.

Sus rostros se fueron acercando de poco en poco, dudosos entre si continuar con ese camino o ignorar, sus respiraciones se fueron fusionando y cuando solo quedaban milímetros para aquel tacto, ambos se frenaron, mirándose.

La tensión en ambos incrementaba, sentían con el aliento del uno del otro los acariciaba con gentileza, sus ojos estaban entrecerrados, aún sin unirse, las descargas eléctricas entre ambos eran fuertes, la piel de la joven se erizó en el primer instante que el aliento de Levi la tocó. Sus respiraciones iban agitándose a pesar de seguir estáticos.

Tan quietos como una estatua, se limitaban a mirar los labios del uno del otro. La joven ante su deseo pasó su lengua humedeciendo su labio inferior, tal gesto terminó por copiarlo Levi.

Ambos estaban quedándose sin aliento tan solo por la cercanía, aún no se tocaban, y las pieles de ambos ardían como el mismo infierno. Tan cerca y tan lejos.

Tocarse sería ir al mismo paraíso.

Tocarse sería ir al mismo infierno.

Y al final. Levi no pudo contenerse más, tomó del mentón a la chica acabando con aquellos milímetros que los separó por minutos.

Solo basto un roce para que el incendio se propagara y los consumiera por completo.

Aquello no era un error, estaban esclavizados, estaban encadenados en uno del otro, estaban destinados.

Quizás no para estar juntos, pero si para arder juntos. Al menos una noche.

El Chico Del Tren | Levi Ackerman ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora