Después de una semana Juliette aprendió varias cosas:
• Carlota siempre estaba de mal humor y parecía tener algo en contra de su prima Valentina.
•Alejandra siempre llegaba con moretones, que inútilmente trataba de esconder.
•Cassandra, tal y como había supuesto, era una bomba de energía y felicidad.
•Clara, aunque se notaba tímida, pasaba la mitad de su jornada de trabajo pensando en príncipes azules montados en corceles blancos.
•Por último, Valentina, por alguna razón parecía odiarla.A pesar de no ser su trabajo ideal, Juliette disfrutaba mucho convivir con esas chicas tan diferentes a ella.
Esa semana también había conocido por fin a la señora Salvatore, la cuál era muy atenta con el personal y no se parecía en nada al concepto que tenía Juliette en mente; según lo que había podido indagar (por chismes), era que antes era costurera y que solo acostándose con el primogénito de la familia había salido del nido de ratas de donde había nacido. La verdad a ella esas habladurías le daban igual, Elena era una buena persona y punto.
Ese día al parecer la señora Elena estaría todo el día con ellas para supervisarlas, lo cual era un alivio ya que Carlota o se desaparecía o las trataba mejor.
—Cariño, ten cuidado con los pliegues del vestido —oyó que le decía a Clara, su voz era suave y firme, como si apenas se estuviera acostumbrando a dar órdenes.
Justo cuando pasó a su lado, estaba batallando con unos hilos, pero la señora solo sonrió—. Tienes talento, Julia tuvo razón después de todo.
Ella se sonrojó, no sabía que había dicho su madre, pero solo le sonrió con nerviosismo.
Elena le iba a sonreír para que se calmara, pero reparo en un detalle— Oh, ¿esto es tuyo? —le dijo mientras señalaba un cuaderno de bosquejos.
Juliette se tensó pero asintió, estaba en su mesa de trabajo, era bastante tonto negarlo.
La señora Salvatore comenzó a ojearlo, cada vez más interesada en los dibujos, eso hizo sentir a la chica mucha ansiedad, nunca nadie había visto sus bocetos, le daba mucha pena ya que solo los hacía por diversión.
Aunque por el contrario de lo que pensara Juliette la dueña estaba sorprendida por la calidad y la dedicación en cada página, se había enamorado de cada uno de los diseños pero uno en especial le llamó la atención—. Juliette...
Ella levantó la cabeza como resorte, seguro esperando una carcajada o una burla pero eso nunca llegó, en cambio, solo pudo ver la sonrisa de Elena.
— ¿Puedes hacerme este vestido? Quisiera impresionar a mi marido —se escucharon unos murmullos, pero Carlota los callo con una mirada ácida.
Juliette todavía estaba aturdida—. ¿Yo? Señora, ¿no sería mejor alguien con más experiencia?
Elena negó con la cabeza—. Son tus diseños así que ¿quién mejor que tú para hacerlos? —Giró su rostro para ver a la gobernanta—. Carlota, está chica hará un vestido para mí, por favor no le des trabajo extra.
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Amor y Libertad
Genç Kız EdebiyatıEspaña, 1920. Las mujeres no tienen voz ni voto en ningún asunto. Los trabajos que les ofrecen son simples e ideales para toda dama: secretaría, telefonista o costurera; y todo eso, con el debido permiso de sus padres o marido. Juliette León es un...