2. Genocida.

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La gente está loca.

Pero la locura también puede ser un signo de inteligencia.

C A P Í T U L O   0 2

El mundo es un total misterio, nos confunde cuando creemos que lo conocemos todo y nos llena de cosas inesperadas

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El mundo es un total misterio, nos confunde cuando creemos que lo conocemos todo y nos llena de cosas inesperadas. Y es que así me siento ahora; perdido. Demasiado, diría yo. En un limbo entre la realidad y la imaginación.

Después de caer en ese profundo sueño lleno de oscuridad y risas extremadamente escalofriantes, desperté. Y no hay que ser adivino para saber que me encuentro acostado en mi habitación. Solo tuve que mirar el tapiz del blanco techo para saberlo. No obstante, de inmediato, me doy cuenta de que algo anda mal, de que algo no está en su lugar.

Mi habitación se encuentra demasiado vacía, y un olor a humedad se esparce por el aire. Además de que todo se encuentra excesivamente silencioso, no escucho los pájaros que de costumbre me despiertan. Eso es simplemente una consecuencia de vivir en un pueblo casi rural.

Me incorporo en la cama, y una inquisitiva ceja se me levanta cuando noto que no se encuentran los afiches de bandas y cómics que Edgar me regalaba, los cuales, tradicionalmente, se esparcían por toda la pared de mi habitación. Tampoco se hallan las estructuras LEGO que Alejo hacía para mí, la mesa del computador y la de noche se encuentran totalmente pulcras, con solo un despertador digital en la que tengo al lado.

Y la bombilla, ¿Siempre fue así de tenue? Apenas y brinda algo de luz. Parece como si estuviera allí solo para ejercerle sombras a los objetos.

Sombras... Esperen, ¿Cómo mierda llegué aquí? ¿Qué pasó? ¿Qué clase de droga me dieron y yo no me di cuenta?

A ver, se supone que rompí la leyenda. Se supone que yo caminé con cierta tembladera loca por el devastado jardín. También se supone que yo entré y pasé por el oscuro pasillo de la casa, donde finalmente vi a una chica que mutilaron o mataron, ya en realidad no sé.

Solo recuerdo el líquido.

La sangre carmesí que se regaba por el suelo de madera y se escapaba entre las rendijillas de los tablones de madera. Y la cara apagada de la chica, con el cuerpo inmóvil. Y el psicópata señor... hombre... chico... ¿Quién era?

Después las sombras me atraparon y yo... ¿Morí? ¿Me mataron? Y, de ser así, entonces, ¿Este es el cielo? ¿Este es su significado? ¿Un mundo idéntico al de nosotros? ¿Quizás un ciclo que se repite? Eso sería muy decepcionante de saber. Sin embargo, un presentimiento que yace en mí, me advierte que no estoy ni cerca de dar con lo que pasó.

Callé todas y cada una de las preguntas que habitaban en mi cabeza. Callé también el presentimiento. Ignoré todo, como de costumbre, y me dispuse a seguir examinando los alrededores, rogando internamente que me hayan drogado para asaltar la casa.

Lo que ocultan las sombras ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora