Capítulo 11.

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Como si los hubiera invocado aparecieron los chicos. Ezarel que estaba a medio desvestir, me tomó de los hombros mientras ocultaba mi torso con su chaleco blanco, mientras que Valkyon intervenía directamente sobre aquel duende. Aunque a mí realmente no me importaban que me vieran con el corpiño (pues en forma sirena tampoco era todo disimulado) ese duende me asustaba mucho, me recordaba a cuando algunos viejos de mi mundo me decían "Mmmh, mamacita como te azotaría en la cama" y otras groseridades. Un escalofrío trepó mi columna.

- Buen' buen' ya pasó, pasao' pisao'- dijo con su acento marcado, Valkyon lo elevó de su remera.

- Pide perdón- le dijo fríamente.

- Disculpa joven, ahora dile que me baje- contestó el enanito, asentí para que lo dejara en el suelo.

- ¿Quién eres y dónde estamos?- empezó Ezarel. Por esas casualidades esperé deseosa que fuera cerca de mi ciudad, aunque sea sólo un poco.

- Me llamo Billga, y junto a mis compas vinimos hasta aquí al sentir maaná moviéndose por la zona, estamos en el bosque cercano a otro con circulo de setas- mi corazón palpitó fuerte.

- Eso no es muy específico- dijo Valkyon.

- ¿En que parte del continente para ser exactos?- interrogó Ezarel. El enano Billga se rascó bruto la cabeza removiendo su gorro.

- ...También hay una civilización humana- Ezarel volteó los ojos agotado de tanta ignorancia. -Al menos sabes porqué estamos aquí- el duende chesqueó los dedos llenos de tierra contento.

- ¡Eso si lo sé! Vienen a buscar comida para los exiliados. Aunque no tienen la misma apariencia de quienes vinieron la última vez...

- Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que vinieron los ex jefes de guardia- continuó el ahora pelinegro Ezarel - pero no tenemos tiempo que perder en lindas anécdotas.

- Tienes razón, tienes razón. Vengan, con los compas armamos una pequeña casa en las cercanías para que ustedes se hospeden y puedan cambiarse tranquilos- dijo Billga empezando a caminar guiándonos.

- Eso espero- murmuré poniéndome el vestido a penas se dio vuelta. Por si acaso me dejé los shorts, y me puse mis antiguas botas. 

Durante el camino cruzamos una parte del bosque hasta encontrarnos con una humildecita casa de madera. Una vez allí miré para todos lados, yo quería ver las hadas, me acerqué a Valkyon para susurrarle al oído.

- ¿Y cuándo vamos a ver las hadas?

- Pronto, sé paciente- susurró de nuevo. Me pregunto si serán como Tinkerbell.

Adentro de la casa habían tres camas también muy humildes, y un par de estanterías. Era un espacio muy pequeño, con una ventana improvisada. Dejamos que Ezarel entre a terminar de cambiarse. Me mantuve apoyada en la pared de la casa, mirando la luz del sol cenital, intentado ignorar la mirada de Billga, que me seguía perturbando. Una vez salió vi otra cosa inimaginable. Ezarel vestido como un humano. Tanto Valkyon como yo quedamos atónitos.

- ¿Les comió la lengua el gato?- preguntó gracioso. Vestía una camisa azul manga larga, bien abrochada, sin dar lugar a algún deseo impertinente; unos pantalones ajustados sin ser achupinados, que resaltaban sus largar piernas, y unos zapatos de vestir que no dejaban de ser casuales. 

- La ropa humana, te sienta tan bien...- dije sin saber que lo decía en voz alta, corrió su rostro a un lado para luego reincorporarse corriendo el cabello de su cara coquetamente.

- Pues claro, cualquier ropa me sienta bien- me reí entre dientes junto con Valkyon. 

Volvimos a entrar a la cabaña, y sentandonos en las camas en ronda, empezamos a hablar con Billga sobre los planes a seguir. Primero él iría a informar al resto de la comunidad sobre la llegada, al hacerlo una serie de hadas se desplazarían para avisar a otras especies, entonces recién empezaría la operación, hasta entonces debíamos esperar un par de días.

- Según tengo entendido, hay una embarcación asaltada por sirenas que tiene todos los alimentos para enviar a Eldarya, de ahí el problema principal es la transportación de agua a tierra- dijo Ezarel con la hoja del informe que le habrá dejado Kero. Antes que pudiera decir algo, de la abertura de la ventana pasó veloz como una bala un bicho extraño dejando un polvo suspendido en el aire. Emocionada miré atenta.

- ¿Qué tal Carol?- saludó Billga, a la hadita que se posaba en su gorro. De cabello marrón pegado a su cuerpo, alas transparentes y a penas unas telitas cubriendo su cuerpo.

- Ya llegué, las voces están corriendo, dentro de poco podrán movilizarse- dijo con su diminuta voz. Yo todavía no creía lo que veía. Aunque mi tiempo en Eldarya debió acostumbrarme a ello, no podía dejar de estar fascinada.

- ¿Al menos tu sabes dónde nos encontramos?- preguntó Ezarel.

- Ehm... Deberían preguntar en la ciudad- dijo avergonzada. Pegué un saltito de alegría, mirandole, aunque él pareció reacio.

- Suerte chicos- dijo Valkyon, lo miramos de un salto.

- ¿Eh? ¿No vienes?- pregunté, negó con la cabeza.

- Cuido el portal- tragué saliva nerviosa.

- ¿Entonces vamos?- preguntó la hadita.

El camino por el bosque no era muy complicado, era llano y no habían subidas ni bajadas, mucha maleza tampoco. Pero la atmósfera era tensadísima. Empecé a cuestionarme las preguntas que en el momento, no se me habían ocurrido.

¿Por qué Ezarel no quería que volviera a mi mundo?

Era ahora o nunca.

- Ezarel...- empecé nerviosa, me temblaban las manos.

- ¿Mhm?

- ¿Por qué no querías que volviera?

- No sé de que hablas- no sé que esperaba, si siempre se comporta como un idiota conmigo.

- Deja de pensar que soy estúpida Ezarel.

- ¿No lo eras?- cada vez me frustro más.

- ¿Por qué te pones tan idiota conmigo? Estoy segura que con el resto de la guardia no lo haces hasta agotarlos- me miró sobre su hombro con unos ojos distintos a los normales.

- ¿Sí? Tienes razón, me encanta ser un idiota contigo, es porque eres una vulnerable.

- ¡Yo no soy vulnerable!- dije al borde las lágrimas, miré hacia otro lado haciéndole entender como lo ignoraba.

- Vamos, vamos, chicos, pensemos en cosas lindas- su diminuta voz quiso hacer la paz - pensemos en... humm, alcohol, bebidas ricas, comida, sisi, ñamñam- y yo que conseguí olvidar eso. Ezarel pareció reaccionar también, la situación solo se volvió más incómoda.

Seguimos caminando en silencio, poco a poco los árboles del siguiente bosque se me hacían familiares, todo el tiempo interrumpía ese sentimiento "No te ilusiones, no te ilusiones".  

En un momento Carol como un flechazo se oculta en mi escote.

- Pronto llegaremos, sigan el camino- dijo desde adentro.

Entrando en su corazón. (Ezarel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora