Capítulo 13.

1.3K 128 25
                                    

Cuando desperté estaba en una cama distinta a la de Ezarel, tenía ganas de seguir durmiendo, apenas era el amanecer, pero debía levantarme.

Me dirigí a la mesa y ojeé a Ezarel, durmiendo plácidamente con la ropa desacomodada. Antes que me diera un nosequé de amor, rebusqué entre las cosas para encontrar tinta y papel y empecé a escribir.

Por el mediodía volvió Valkyon, sus pasos bruscos levantaron al bello durmiento, se acomodó disimulado la ropa y volvió a caer dormido.

- ¿Cómo ha estado tu noche Valkyon?- pregunté.

- Bien, ¿Qué tal la tuya?- me sonrojé ante los recuerdos, me despejé disimulada de aquello.

- Bien, me reconcilié con él- le miré con ternura.

- ¿Qué escribes?- me percaté, estuve toda la mañana escribiendo, ordenando ideas.

- Es una carta para mi familia- pareció inquietarse - no dice nada importante y revelador, solo es para decirle que me encuentro bien.

- Entonces... ¿Volverás a Eldarya?- me extrañó que lo preguntara, pero por otro lado lo entendía.

- Pues sí- suspiró alegre.

- Todos estábamos muy preocupados al respecto, más que nada cierta persona...- dijo mirando al durmiciento. Me reí por los bajos - Por cierto, deberías ir apurándote con la carta, hoy por la noche ya iniciaría la operación- me sobresalté un poco y la doblé.

- Me voy corriendo mejor- empecé a sacudir a Ezarel del hombro. -Despierta, tienes que acompañarme- lo escuché refunfuñar por los bajos. Se levantó a cuestas tocando su cara, miró brevemente a Valkyon antes de mirarme a mí.

Se levantó estirando su largas piernas, y tomó la poción que se había dejado a mano, volvió ser un pelinegro de orejas normales.

Salimos de la casa y comenzamos el camino hacia la ciudad, cruzando el bosque. Era demasiado raro tenerlo así a mi lado, verlo de forma tan distinta, en todo sentido.

Por más raro que se oiga, anduvimos por el camino en silencio, cada tanto le miraba inquiriendo una conversación, pero él después de abrir su boca en vano se resignaba y presionaba su entrecejo con los dedos. No sabía si tenía demasiado sueño aún, o estaba avergonzado. Era gracioso verlo sonrojado. 

Finalmente llegamos a la ciudad, una especie de nerviosismo, ansiedad, miedo, de todo, me invadió el cuerpo como un viento fuerte.

La mano de él se posó en mi hombro, y acercó su rostro sin romper el contacto visual. Me tomó tan desprevenida que quedé paralizada. Miró mis labios, ya estaba casi lista para cerrar los ojos:

- Tienes un moco- apuntó a mi nariz- justo ahí- Me deshice de su abrazo de unas manotadas al aire.

- ¡Ezaaaaaareeeeeeeeel!- me oculté la nariz para corroborar que no tuviera nada.

Se rió por todo el camino hasta el centro. Mientras caminabamos, miraba las vidrieras, pensaba que tal vez podría comprarme un recuerdo antes de irme. También tenía unas cuantas incertidumbres ¿Y si alguien me reconocía? Aunque eso sería más complicado, se supone que todos deberían estar un poco más envejecidos que yo, pero tal vez...

Consulté el reloj de una tienda, si seguíamos a este paso llegaríamos antes que volviera mi madre a casa. Rebusqué entre mis pechos la llave de mi casa, que guardaba con tanto recelo desde que llegué a Eldarya, pude notar la mirada de Ezarel disimulada, se había callado muy de pronto. Apreté fuerte la llave en mi mano, con toda mi decisión. 

Cada vez la zona céntrica se ponía más densa, más gente, muchísima, se me había olvidado que era una ciudad. Tomé la mano de Ezarel, y avancé liderando el camino, intentando buscar las calles menos transitadas que conocía, una vez liberados le solté.

Entrando en su corazón. (Ezarel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora