Once.

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// Zara y sus asuntos //

4 de junio de 2017.

(21 dias para la boda)

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Zara arrastró con cuidado la puerta corredera de cristal, dejando el cigarro apagado en el cenicero y saliendo del balcón. En el interior del piso, el olor a comida era tremendo; ella cerró los ojos y se dejó llevar por aquella mezcla de olores procedentes de la cocina, donde entró y encontró un vaso de cerveza al lado de Noa, del que no dudó en darle un trago.

"Mmmh, qué fresquita."

Noa se dió la vuelta. "Si lo hubieras dicho, te servía una." La chica castaña sonrió. "Normalmente no bebo, pero hoy hace un calor insoportable." Dijo, devolviendo su atención a la sartén en la que estaba cocinando.

A Zara le gustaba aquella Noa así de relajada y amable: una de sus caras -y la chica castaña, tenía varias- de las que más disfrutaba.

No había nada mejor que una Noa relajada; definitivamente no.

Le encantaba hacerla reír, o sonrojar, pero parecía concentrada en aquella tarea así que Zara la dejó. Además, estaba tan guapa mordiéndose el labio inferior concentrada, como si tratara de recordar algo y degustando la comida que estaba haciendo con cuidado porque probablemente se quemaría como el infierno...

De repente tuvo mucha curiosidad: ella sabía Noa no era precisamente una chef de cinco estrellas y que lo de cocinar era una cosa más de Gustavo y Carol, pero aquello parecía comida casera, algo que Noa habría hecho tantas veces... algo que, sin duda, la hacía feliz, así que dejó la cerveza en la encimera y preguntó.

"¿Cuál es la historia?"

"¿Eh?"

Zara se sentó en la mesita de tres plazas de la cocina y apoyó la cabeza en la palma de su mano. "Sobre lo que estás cocinando. Huele bien."

La castaña sonrió y Zara encontró aquello realmente adorable. "Sabes que no se me da nada bien cocinar, y eso no ha cambiado en siete años. Ni siquiera soy capaz de freír un huevo sin prender la cocina en el fuego, pero cuando Carol y yo éramos pequeñas, yo estaba muy triste porque..." se dio cuenta de que el cuerpo de Noa se tensó y ella sólo quiso levantarse y acariciar su espalda con dulzura, por su confort, pero en lugar de eso ella se limitó a esperar.

Estaba dispuesta a hablar con ella de las cosas más mundanas, algo que no había hecho en la anterior ocasión. La conoció tan joven, que nunca se detuvo a escucharla.

Por suerte, en aquél momento tenía todo el tiempo y las ganas del mundo.

"No tienes que contarme eso, ¿sabes? Yo iba más a por la historia del pollo."

"No..." la chica suspiró. "Está bien, en serio, sólo que tuve un mal momento con -con algo y Carol estuvo allí para mí. Esto fue lo primero que aprendí a hacer, pollo al curry." Ella terminó diciendo y mirando hacia el suelo, una vez que la sartén estaba fuera del fuego. "Pensé que era un buen detalle para cuando Caroline llegara a casa y, bueno..."

Zara sonrió, fijando su mirada en los ojos de la castaña. "Esto es genial, Noa. Estoy segura de que lo va a apreciar."

Noa tomó un pequeño sorbo de la cerveza que Zara había dejado en la encimera y sonrió. "Ella y yo solíamos hacer muchísimas cosas juntas."

Zara frunció el ceño. "Has hablado en pasado. ¿Qué cambió?"

Noa se encogió de hombros. "Pues que yo empecé con Austin y-"

La Diversión Viste De Rojo 👠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora