Quince

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// Noa //

Domingo de citas.
(14 días para la boda)

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Empezó como algo suave. Los labios de Zara eran como un molde en el que Noa encajaba los suyos, y todo era tan perfecto que la pequeña chica de pelo castaño dejó caer su cuerpo en la cama, y pasó sus manos temblorosas por la cintura de la ojiazul para atraer su cuerpo hacia ella, haciendo que Zara temblara en el agarre.

De todos modos, Zara era de todo menos inocente y presionó su cintura contra la otra chica, profundizando el beso hasta que Noa gimió.

Ya no había vuelta atrás, de verdad no la había y el ambiente comenzaba a estar demasiado caldeado para toda la cantidad de ropa que llevaban.

Noa ni pensó en detenerse, por eso. De hecho, agarró el suéter de Zara para sacárselo por la cabeza y, claro, la ojiazul se rió ante aquél ímpetu, encontrándose de nuevo con la boca de Noq a medio camino.

Y aquello sí que era un beso de verdad.

Noa rodó su cuerpo para quedarse encima de ella y la sorprendió a la vez que desabotonaba su camisa. Dios, lo preparada que estaba para Zara... y besó su cuello, consiguiendo un ronco gemido y sonriendo.

"No sabes cuánto te deseo." Murmuró la rubia.

Y Noa se deshizo a toda velocidad de sus pantalones, besando a Zara a la vez que, torpemente, se quitaban todo lo que faltaba por quitar.

De repente, Zara hizo algo un poco inesperado y pasó dos de sus dedos por la humedad del centro de Noa, y aunque estuviera todavía cubierta por su ropa interior, estaba tan preparada que Zara no pudo evitar sonreírle y robarle otro beso.

"Joder Noa..."

Al final, la joven tiró su cabeza hacia atrás y dejó que Zara tomara su tiempo, porque sabía que la iba a llevar a otra dimensión con sus largos, fuertes y experimentados dedos.

Y no podía esperar a que eso pasara.

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'DIOS...'

Noa parpadeó dos veces.

La habitación estaba completamente a oscuras y sentía un brazo abrazando su cintura y el aliento de una persona que dormía, a su lado.

Despacio, apartó el brazo de Zara y se levantó de la cama, agarrando su chaqueta -aquella noche parecía estar fría- y, saliendo al balcón donde se encendió un cigarrillo, dejó que el tiempo pasara. Ella acababa de tener un sueño húmedo con la ojiazul y se sentía patéticamente frustrada -y en necesidad de una ducha de agua fría, pero eran las seis de la mañana y no quería despertar a Gus y a Carol, y menos después de aquella despedida de solteros.

Le dolía la cabeza y tenía molestias en su estómago. Era normal, la noche de antes bebió como una puta alcohólica y, joder, en realidad estaba sufriendo las consecuencias.

Tal vez ducharse no era una mala idea.

A continuación, un recuerdo borroso vino a su mente y ella abrió los ojos y se tapó la boca con una mano.

La Diversión Viste De Rojo 👠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora