Extra.

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// Zara //

La primera vez que Zara sintió que estaba realmente jodida, tenía tan sólo quince años.

Se estaba fumando un cigarrillo en el borde de una ventana, esperando a su hermano Frank -que venía de la fiesta más increíble de todo el año.

Eran las cuatro de la mañana y estaba empezando a tener sueño, cuando de repente alguien abrió la puerta de su habitación.

"¡Oh! Lo siento, creía que esta era la puerta del baño."

Sólo necesitó dos segundos, cuando se dió media vuelta al escuchar la voz de aquella chica, para sentir cómo sus mejillas se volvían de color rojo y algo despertaba en su estómago.

Tiró el cigarrillo por la ventana. "Ehm, como puedes ver..." dijo carraspeando e intentando arreglar su despeinado cabello rubio con una mano.

"Hey, tu eres Zara, ¿verdad?" Dijo la chica, con una bonita sonrisa. "Por fin te conozco. Tu hermano no deja de hablar de ti." Zara alzó una ceja por la sorpresa. "Y ahora entiendo por qué, wow."

"Esto..." Zara alzó sus hombros y la otra chica se rió.

"Perdona, qué maleducada. Soy Maia, encantada de conocerte."

+++

Se sentía bien con ella.

Incluso aunque fuera, oficialmente, la chica con la que Frank -su hermano- se estaba liando de vez en cuando, se pasaban las horas juntas. Como si de repente fueran mejores amigas.

Maia no era tan superficial como toda la gente de la que Zara se rodeaba -a excepción de Gus- y, joder, aquél era un cambio positivo.

Maia era honesta y a Zara le parecía estupenda.

"Así que eres como la novia de Frank."

Maia tuvo que reírse, obviamente, y lo negó con su cabeza. "Por Dios, no... él viene a mi de vez en cuando, pasamos un buen rato... tu hermano es especial y creo que no busca nada serio." Maia se rió, aunque Zara pudo ver en sus palabras un poco de melancolía. Pero la entendía: su hermano era una alma libre, demasiado. Además, Frank solía aparecer siempre con una chica cada mes, algo que a Zara nunca le había gustado del todo.

La del último mes, se llamaba Jenna.

"¿Y no es raro?" Ella preguntó, viendo la preocupación en los ojos de Maia.

La otra chica tan sólo suspiró. "Mejor si no pienso en ello..."

"Tu siempre estás pensando, Maia." Le replicó, divertida y Maia la miró, con la sonrisa más bonita que Zara había visto jamás. Nunca se hubiera dado ni cuenta de que sus caras estaban tan cerca si Maia no hubiera empezado a jugar con uno de sus mechones de su cabello rubio, entre sus dedos.

Y Zara tragó saliva, claro.

"Tienes razón." Maia murmuró, con un leve mohín y cerró aquella distancia con un beso. En aquél momento, la ojiazul supo que le gustaban tanto las chicas como los chicos -porque los labios de Maia eran calientes y suaves, y se hubiera quedado allí besándola por toda la vida.

La Diversión Viste De Rojo 👠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora