Capítulo dos

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SARA

Estaba en el supermercado comprando algunas cosas, luego de conocer el monto final de mi compra le di el dinero a la cajera y salí de allí llevando conmigo las cosas que había comprado. El ambiente era agradable afuera.

Al poco tiempo pude divisar un taxi viniendo en mi dirección, mostré mi mano intentando hacer señas al conductor del vehículo para así llamar su atención y lo logré. Genial -me dije a mí misma-. Me subí al taxi, todo iba tranquilo hasta que en un abrir y cerrar de ojos el ambiente se tornó turbio, escuché unos gritos frenéticos que provenían de la parte delantera del automóvil. Mi respiración se agitó y los recuerdos de ese horrible día invadieron mi mente como un torbellino sin fin. De repente cerré los ojos y sucumbí ante la oscuridad de mi mente que me absorbió hasta la inconsciencia.

Tic, tac. Tic, tac. Tic, tac.

Las agujas de un reloj.

Uno, dos, tres.

Cuatro, cinco, seis.

Silencio.

Desperté en el acolchado sofá de mi casa. Las gotas de sudor recorrían mi cuerpo entero y mi respiración estaba agitada. Dejé escapar un suspiro.

No otra vez, por favor-pensé.

El sonido de la puerta al abrirse me sacó de mis pensamientos, levanté la mirada para ver quién -o qué- había provocado aquél ruido y era él, mi tío, Matthew Craddock.

Él refunfuñó y me miró de manera molesta.

-Otra vez tu con tus cosas raras- dijo tan despectivamente como de costumbre.

Me quedé en silencio y lo miré. Su comentario me había molestado pero, sin embargo, ninguna palabra salió de mi boca.

El rió y y finalmente habló.

-Ten, tomate esto- Se dirigió a la cocina y volvió con un vaso de agua y una pastilla. -Esto te ayudará con tus problemas.

Se dio la vuelta y se fue, dejándome sola, sumida en mis pensamientos.

No tomaré esto, no lo necesito-me dije a mi misma.

Mi tío y yo no tenemos la mejor relación, desde que tengo uso de razón él siempre ha sido así de frío y cortante conmigo. A veces quisiera que mis padres estuvieran aquí conmigo cuando me siento sola.

MATTHEW

Al llegar a la casa me encuentro con la misma escena de siempre, esa niña teniendo sus típicas pesadillas.

Desde que la cuido no tengo tiempo para nada, siempre tengo que estar trabajando para mantenerla. No tengo otra opción.

-Que irónico-dije en un suspiro.

Sólo lo hago porque siento lástima por ella y aún me siento culpable por traicionar a mi hermano. Nada más.

En cierta forma cuando miro a Sara es como si miles de recuerdos de su madre vinieran a mi mente, esa mujer tan perfecta. Mi hermano tuvo mucha suerte en conseguir a alguien como ella, alguien tan amable, bondadosa y hermosa.

Era una tentación tenerla cerca de mi.

¿Y qué les puedo decir?

Las tentaciones a veces ganan.

NARRADOR OMNISCIENTE

Aquella chica de cabello castaño se había vuelto muy amiga de Ian y Luke.

Los tres chicos se la pasaban todo el tiempo juntos hablando de cualquier cosa que les pasaba por la mente. Jamás se aburrían. Eran muy unidos y sin darse cuenta formaron una gran amistad.

SARA

Temprano por la mañana me encontraba desayunando antes de ir al instituto. Le di una última mordida a mi manzana y fui en busca de mi abrigo, afuera hacía frío. Me gustaba este clima.

Caminé todo el trayecto tarareando alguna canción que llegó a mi mente mientras observaba los autos pasar por la calle.

Cuando llegué al instituto intenté buscar con la mirada a Ian y Luke, pero no los encontré.

Esperé unos minutos y al ver que aún no aparecían empecé preocuparme. Ellos siempre llegaban muy temprano y me esperaban.

¿Dónde estarán?

Decidí buscarlos, ya me estaba desesperando.

Caminé por todo el instituto abriendo puerta tras puerta, por suerte aun no habían comenzado las clases.

Quizás estén en el salón de química. Sin pensarlo caminé apresuradamente hasta allí y paré en la puerta.

Por favor que estén aquí.

Abrí la puerta y me quedé perpleja al ver la escena.

Si, mis dos amigos estaban allí.

Pero lo que vi jamás me lo hubiese esperado.

Eran Ian y Luke -mis dos amigos- uniendo sus labios en un cálido beso.

La vida según SaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora