Capítulo once

43 4 0
                                    

SARA

Cuando María y yo terminamos de jugar decidí que ya era hora de irme, tenía que seguir con mi propio camino, y de alguna manera estar con ella me había animado mucho.

Ella insistió en que me quedara, pero sentía que ya había hecho demasiado por mí. Me cuidó, alimentó y hasta me dio ropa. Algo que alguien jamás había hecho por mí.

Mientras iba caminando por las calles de camino a casa recordaba todo lo que había pasado, me sentía sucia, sentía que todo mi mundo se derrumbaba de tan solo pensarlo. Es triste pensar que las personas que crees conocer te apuñalen justo cuando te das la vuelta, es ahí donde te das cuenta de que no puedes confiar en nadie.

¿Puedo confiar en María? Ese fue el repentino pensamiento que llegó a mi cabeza.

Las imágenes de ella comenzaron a reproducirse en mi cabeza. La primera impresión que ella da es de ser alguien a la que no le importa nada, pero he descubierto que no es cierto, es una de las personas con sentimientos más puros que he conocido.

Flashback

-¿Estás segura de que quieres irte, Sara?- preguntó María

-Sí, tengo que irme. Estaré bien, no te preocupes.

-Está bien - suspiró -No quiero que algo malo te pase, por favor cuídate.

-Tranquila, supongo que tengo que volver al instituto, nos veremos allí - la miré -Aún tengo que estudiar para mi examen de matemáticas - reí

María me observó con ternura, negó con la cabeza y luego me abrazó.

-Recuerda tomar tus pastillas- dijo y no pude responder porque me dio un beso en la comisura de los labios.

Fin del flashback

Me puse tan nerviosa que luego de eso que salí corriendo de su casa- reí para mi misma

Luego de eso me dispuse a cruzar la calle, cuando otro pensamiento llegó a mi cabeza: ¿Cómo supo que tomo pastillas?

-¡Sara!

Ese grito, ese grito fue suficiente para que saliera de mis pensamientos y me apartara de la calle. Comencé a temblar, por poco me arrolla un auto. Los terribles gritos regresaron a mi cabeza, no podía soportarlo, sentía que mis tímpanos se romperían.

-¡No otra vez! - grité y me senté en el suelo tapando mis oídos. El sonido era ensordecedor.

Luego de un rato el sonido desapareció. Y me tomó un rato más poder calmarme del todo, lo único que podía hacer en ese momento era secar algunas lágrimas que había derramado debido a los nervios.

Respiré hondo y recordé que gracias a un grito había podido salvarme, miré hacia todos lados pero no había nadie.

Lo raro es que me pareció escuchar la voz de Cristopher.

Me quedé sentada ahí un rato más, intentaba procesar lo que acababa de pasar. De repente un auto se posicionó justo al frente de mí.

-¿Sara? - dijo la persona saliendo del auto. Parece que es lo único que saben decir las personas hoy.

Cuando vi su rosto me levanté de inmediato.

-Hola tío- dije algo nerviosa.

-¿Qué haces sentada en el suelo de una calle que está completamente sola? - no esperó a que respondiera y me arrastró hacia el auto -Ya sabes que es muy peligroso que estés sola en la calle. Sara, ¿En qué estabas pensando?

-Me puedo cuidar sola, tío- tragué en seco -Soy lo suficientemente grande.

-Sabes que no lo digo por tu edad - me dejó bastante confundida esa última frase, pero no dije nada más.

Llegamos a casa y entré corriendo a mi habitación, solo quería descansar y eso hice, cerré mis ojos y me dormí.

Desperté porque escuché que tocaban la puerta de mi habitación, estiré mis brazos perezosamente, y frotando mis ojos me levanté y la abrí.

-¿Qué pasa tío? - le pregunté confundida.

-Solo quería que vieras esto - me entregó un pequeño álbum.

Me senté en la cama y él hizo lo mismo justo a mi lado, y con curiosidad procedí a abrirlo.

Eran fotos, bellas fotos que me trajeron muchos recuerdos. Ahí estaban, mi madre, mi padre y mi hermano Cristopher, nos veíamos tan felices. Se me escapó una lágrima de nostalgia, los extrañaba tanto.

Sonreí y abracé a mi tío

-Gracias - me separé y observé otra vez el álbum, allí estaba una de las fotos, éramos Cristopher y yo sonriendo y mirando a la cámara. Era raro, ambos teníamos un ojo con color diferente que el otro. En ese momento decidí que le diría a mi tío que Cristopher me visitaba cada vez que podía.

-Tío, debo decirte algo - él me miró -Cristopher me visita cuando no estás - sonreí -Él me hace compañía.

Mi tío bajó la cara con las manos en ella y suspiró.

-Sara - se quitó las manos de la cara y miró hacia al frente -Sabes que él no está- volvió a mirarme -Él no puede venir a verte ¿Entiendes?

Me molestó un poco, no puedo creer que siga tratándolo así.

-¡Ya me cansé! Él es mi hermano y pude venir cuando quiera - me levanté y me puse al frente de él -¡Ya deja de tratarlo así!

-¡Ya basta, Sara!- se levantó también -Creí que habías mejorado, creí que ya lo habías superado.

Nuestros gritos ya eran audibles por toda la casa, pero no me importaba, esta vez era mi turno de defender a mi hermano.

Iba a decir otra cosa cuando un fuerte sonido me interrumpió, fue un golpe que venía de la sala, como si algo se hubiera caído. Rápidamente fuimos hasta allí temiendo que se tratara de algún ladrón dentro de la casa. Al llegar nos dimos cuenta que lo que había caído era una foto de mi tío que estaba en la pared.

-¿Cómo se ha caído eso? - preguntó desconcertado.

Y es en ese momento donde un escalofrío recorrió mi espina dorsal, alertándome de que nada estaba bien. Nada.

Absolutamente nada.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 11, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La vida según SaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora