Capítulo 2: "¿Mis manos fueron hechas para romper cosas y no para crearlas?"

71 12 0
                                    

Froto las palmas de mis manos en mis pantalones intentando secar el sudor de mis palmas y con paso vacilante me acerco a la puerta después de haber escuchado el timbre de la casa sonar. Lo malo era que mi madre había salido al supermercado y por las próximas horas estaríamos los dos solos; eso no ayudaba a que mis nervios se disiparan.

Respirando profundamente en frente de la puerta me decido por abrirla.

-Hola Emma.

Se encontraba en frente de mi vistiendo una camiseta que dejaba a la vista sus brazos con no demasiados músculos pero si los necesarios para saber la gran fuerza que poseía, unos pantalones largos de color negro al igual que sus zapatillas desgastadas.

Pero los que hicieron que mi corazón latiese con mayor intensidad fueron aquellos hermosos ojos mieles adornados por aquellas largas y espesas pestañas dándole una apariencia que podía derretir a cualquiera.

-Hola Daniel.-Abro más la puerta indicándole que podía pasar.

Contengo la respiración para no oler su fragancia a cítricos cuando pasa por mi lado.

Cada vez que pasaba en los pasillos no podía controlarme y siempre terminaba oliéndolo inconscientemente por lo que recibía un codazo en las costillas de parte de Lenah, pero como había muchas personas alrededor nunca lo noto. Esta vez era diferente ya que estábamos los dos solos por lo que no podía arriesgarme a que lo supiera.

-¿Qué tal si empezamos?- dice volteándose hacia mi mientras cierro la puerta.

-Claro-digo teniéndolo ahora en frente de mí-iré a buscar las cosas a mi cuarto, ya regreso.

-¿Cosas?-pregunta confundido.-yo te acompaño.

Abro mi boca a punto de decirle que no era necesario pero me quedé cayada al ver su mirada fija en mí. Estos días observándolo sabía lo testarudo que podía llegar a aser, así que solté un gran suspiro antes de hablar.

-Bien, vamos.

Subo por las escaleras con Daniel pisándome los talones.

En nuestro recorrido hacía mi habitación voy haciendo un conteo mental de las cosas que tengo a la vista sobre la cama, el suelo, el escritorio...no, todo está bien. Las cartas están guardadas en un cajón y ayer mi madre se encargo de que limpiara mi habitación. Todo estaba en orden.

Abro la puerta y me dirijo hacia el escritorio en busca de hoja y papel dejando la puerta abierta para dejarlo entrar.

Volteo con las cosas en mis manos y lo veo cerca de las fotos que tengo sobre mi repisa de cuando era pequeña. Rápidamente me acercó y me coloco frente a él.

-Ya tengo todo, hora de irnos.-lo volteo con mis manos en sus hombros y comienzo a empujarlo por la espalda.

Y hubiese seguido así si no se hubiera detenido en frente de la puerta clavando sus pies en el suelo. Lentamente gira sobre sus talones haciendo que bajara mis manos. Inmediatamente dirige su mirada hacia lo que tenía en ellas.

-¿Papel y lápiz?-pregunta con sus cejas alzadas.

Un poco perdida las levanto a la altura de mis ojos.

-¿Qué hay de malo con ellos?

Como respuesta camina hacia donde esta mi cama y me indica que me siente en ella. Desconfiada le hago caso y una vez que me siento en mi mullido colchón me quita los materiales de las manos, provocando un leve cosquilleo en ellas cuando siento el contacto de las suyas, para dejarlos sobre el escritorio a su espalda. Se coloca en frente de mí y permanece de pie.

Hola, DanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora