Era muy temprano, por lo menos para mi lo era.
Era otro lunes del año, creo que jamás acabara el este ciclo escolar.
Estaba sentada en la esquina de mi cama viendo un zapato, tal ves esperar a que volara y que bailara la macarena.Escuche el ruido de la puerta de mi habitación abrirse y vi una figura que se aproximaba hacia a mi, era nada mas y nada menos que mi madre, la vi y rápidamente me enrede en mis cobijas asta parecer un zuculento burrito, -levántate ya, se te hace tarde para ir a la escuela- exclamó mi madre, -ya voy, ya voy- le dije con esperanzas que saliera de mi habitación y poder dormir unos minutos mas, pero no, tenia que quedarse viéndome con autoridad y moviendo su pie como si escuchara una buena canción en la radio.
-vamos mamá, solo son 5 minutos- le dije rogándole, -para nada señorita, en este momento se mete a la ducha y baja a desayunar-, me dijo potente, -ash, okay lo intente- respondi, mi madre rodo los ojos y salio de mi habitacion.
Me levante y me dirigi a mi armario a buscar algo que ponerme, mi vestimenta era algo particular a las otras chicas de la escuela, mi ropa era divertida y cómoda, sin que me importe lo que piensen los chicos y la populares señoritas perfectas, era simplemente yo.
Me di una ducha fria para despertar, y me coloque unos jeans negros no muy ajustados, una remera purpura con un dibujo de nirvana al frente, y lo que nunca podia faltar en mi vida eran mis convers negras, aunque mi armario contenia de varios colores, esas eran mis favoritas.
Tome mi mochila y me dirigi a desayunar, iba con mucha tranquilidad y escuche una bocina de camión en el exterior de mi casa, era el autobús gritando me que se me hacia tarde para llegar a la escuela.
Tomo una manzana y me dedico a correr hacia el gran vehículo amarillo que me llevaría a mi destino.
Busco un asiento disponible y veo a mi mejor amiga.
Cami, chica robusta, pero delicada, tes blanca pero no fantasmal y cabello castaño, ama el rosa, es como mi opuesta, pero nos llevamos mejor que el limón y la sal.Me hace señales con su mano, me dirijo a ella y me dejo caer en el viejo asiento, -estupida, mi pierna , idiota- exclama mi amiga porque me senté en su pierna, -disculpa estúpida de mi kora- le digo con voz melodiosa.
Me coloco los audífonos y entro en mi propio mundo, mi mundo.