Y no.
Esa noche nadie lo notó.
Solo la luna.
Su fiel compañera.
Esa noche ella discutió con su madre.
Su hermano.
Su abuela.
Su padre.
Su mejor amiga.
Su novio.
Pero nadie lo notó aún así.
Esa noche nadie supo como se sentía.
Ni que necesitaba un abrazo.
O un hombro para llorar.
O que tenía frío.
Que estaba sola.
Que estaba triste.
Y que mientras la primera lágrima caía ella temblaba.
Temblaba porque tenía miedo.
Miedo de la sociedad.
Temía ser quien era en realidad.
Así que abrazó una de sus almohadas, y con ésta ahogó un sollozo.
Pensó en que nadie la necesitaba.
Y si moría nadie notaría su ausencia.
Y se asustó.
Y se aferró más aún a su almohada.
Pensó que no merecía si quiera estar respirando.
Pensó que era la vergüenza de su familia.
Y ahogó otro sollozo.
Y sí.
Mientras escribía una nota también lloraba y temblaba.
Dejó la nota en su escritorio.
Volvió a su cama.
Y lloró 15 mintos más.
Se pusó de pie.
Caminó hacia su espejo.
Y observó su rostro.
Miró sus ojos llorosos.
Rojos.
E hinchados de tanto llorar.
Miró su labio.
Estaba un poco abierto.
Y temblaba.
Miró su nariz.
Estaba roja.
Volvió a ver su ventana.
Se dió cuenta que la luna se veía perfecta.
Y entonces recordó.
"La luna está sola, y aun así no deja de brillar".
Fue al baño.
Se lavó la cara.
Volvió al espejo.
Ensayó su sonrisa.
No era verdadera.
Estaba vacía.
Se veía sola.
Si emoción alguna.
Era una sonrisa hipócrita.
No le gustaba.
Pero a los demás sí.
A ellos les parecía sincera.
Llena de alegría.
Real.
Así que volvió a utilizar su máscara.
No le gustaba.
Pero la necesitaba para sobrevivir.
Volvía a la máscara de:
"Tengo muchos amigos".
"Tengo dinero".
"Mi vida es la mejor".
"No tengo problemas".
"Soy feliz".
Al pensar todo esto, otra lágrima salió de su ojo izquierdo.
Volvió por última vez al espejo.
Se miró.
Se limpió las lágrimas.
Se colocó maquillaje.
Se peinó.
Se fue a vestir con su ropa de marca.
Sabiendo que era lo único que podría hacer.
Sonreír.
Aunque no le gustara.
Y a veces lo odiara.
Es lo que tenía que hacer ante la sociedad.
Así que siempre llevaba una sonrisa en el rostro.
Y un hueco en el corazón, que cada vez se hacía más grande y profundo.
Pero no podía hacer nada.
Esa era su filosofía.
"Sonreír ante todo, llorar ante nada, reír hasta que duela, a dejar que duela el alma."
Muchos no entendían eso.
Pero a ella no le importaba.
Salió de su habitación.
Y nadie notó como sus demonios la comían por dentro.
Unos le preguntaron "¿Por qué tienes los ojos rojos?"
Pero ella sólo respondía "Porque acabo de fumar marihuana"
Y todos le creían.
Siempre era así.
Nunca notaban como su vida se iba a la mierda justo frente a ellos.
-Anónima

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Anónima (Camren)
Fanfiction"Tu cara se ve como el cielo. Tus labios el mismo infierno. Tus caderas son un limbo. Y tu nombre mi perdición."