IX

33 5 4
                                    

Viví.

Viví por primera vez esta tarde.

Sentía todo como algo nuevo.

Sentía como si fuese a desaparecer al instante.

Como si estuviera viviendo en una fantasía...Un sueño.

Todo irreal.

Todo raro.

Todo perfecto.

Todo tú.

Pude sentir tus brazos al rededor de mi cuello.

Y tu cuerpo acercándose cada vez más.

Puse mis manos en tus caderas.

Y las subí a tu cintura.

Me acerqué más a tu cuerpo.

Y así nos quedamos.

En algún tipo de abrazo.

Me alejé, me puse de espaldas a ti y miraba por la ventana.

Sentía tu mirada posada en mi trasero.

Y me sonrojé.

Una sonrisa estúpida ahora era visible en mi rostro.

Volví a mirarte y vi que te estabas ríendo.

Al parecer notaste que me di cuenta de lo que hacías.

Más tarde salimos por un helado.

Y tu optaste por chocolate con almendras...Tu favorito.

Volvimos a tu casa.

Pero ésta vez estábamos en tu habitación.

Me senté en tu cama, y tu en una silla.

Hablamos.

Me acosté en tu cama, poniendo así mi cabeza sobre una almohada, que había ahí.

Nos quedamos mirando unos momentos.

Y te acercaste.

Te acostaste junto a mi.

En la misma habitación.

En la misma cama.

En la misma almohada.

Tu cabeza estaba pegada a la mía.

Estábamos respirando el mismo oxígeno.

Tu sostenía tu móvil frente nuestros rostros.

Me mostrabas tus canciones favoritas.

Y yo jugaba con una luz LED que había encontrado.

Dijiste mi nombre.

Pude sentir tu aliento cerca de mi rostro.

Volteé a verte.

Desde esa posición tenía muy buena vista.

Tu cabeza estaba girada hacia arriba y la mía hacia abajo.

Veía tus ojos color marrón fijos en los míos.

Y todo se sentía tan mágico.

Nos quedamos así unos segundos.

Pero para mi se sintió una eternidad.

Miraste al techo, y yo hice lo mismo.

Te miré y te veías hermosa.

Como siempre.

Tu mirada perdida, pensando en quién sabe qué.

Pero lucías hermosa.

Me miraste y quedamos en la misma posición de hace unos momentos.

Por un instante pensé que me besarías.

Pero no.

Y entonces abrí los ojos.

Y en efecto.

Todo era una fantasía.

Un sueño.

Algo irreal.

Me di cuenta que soñaba.

Soñaba con mi mayor anhelo.

Soñaba contigo.

Pero al darme cuenta, me sentí estúpida.

Porque la gente como tú, no besa a personas como yo.

Ni siquiera la mira.

Todo esto era un maldito invento de mi mente.

Porque soy una imbecil.

Por tan sólo el hecho de estar respirando.

Pero, ignorando el hecho de mi ignorancia ante esto.

Realmente me sentí bien.

Me sentí libre.

Me sentí viva.

¿Y sabes por qué?

Porque te amo.

Porque eres tú a la que amo.

-Anónima

Anónima  (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora