·Dix·

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—Odio esto—dijo Adrien a sus dos primos que estaban en su habitación.

Él mirando la calle con los brazos cruzados, apoyado en el cristal y con el ceño fruncido. Adrienne tumbada boca arriba en su cama, con los brazos y las piernas totalmente extendidas, sirviendo su tripa como cojín a Plagg. Y por último Félix, sentado en el sofá blanco y mirando preocupado a su primo, no sin saber qué podría hacer por él.

—Odio tener que obedecer siempre a las ideas que tiene mi padre—continuó— Odio tener que acudir a todo lo que dice, hacer todo lo que dice. Odio que mi imagen a cada cosa que haga mal, a cada cosa que me guste hacer pero no sea correcta, salga en todas las revistas.

—Adrien...—susurró su primo, intentado tranquilizarle.

—Odio tener que modelar para él los días que en verdad no puedo. Odio tener que ser su hijo perfecto. Odio que me hagan salir con Chloe contra mi voluntad sólo por la promesa que le hicieron a nuestras madres. Odio no poder confesarme a la chica que me gusta. Odio tener que hacer sufrir a la chica que me gusta por esto.

—Adrien, enano...—Adrienne intervino, pero recibió la misma actitud que su hermano.

—¡Y odio tener que necesitar tanto a mi madre y no tenerla a mi lado!—se mordió el labio, intentando aguantar las ganas de llorar.

—Mi niño...—Adrienne se levantó corriendo de la cama de su primo para lanzarse a abrazarle, Félix se unió al abrazo tras su hermana.

—La echo tanto de menos...—sollozó Adrien.

—Ea gatito—acarició su cabeza su primo mientras le llamaba con el mote de su infancia—te queda un mes hasta cumplir la mayoría de edad. Tras eso podrás salir con tu chica.

Adrien le miró con un puchero. Dándose ánimos para aguantar lo que se le iba a venir encima.

Lejos de allí, en la habitación de Marinette, se encontraba Alya maldiciendo a cierto rubio. Claude y Marinette, sentado uno en el suelo y la otra en la mesa, escuchaban las amenazas que salían de la boca de Alya.

—¡Le avisé! Le dije que como te hiciera sufrir de nuevo la iba a cagar.

Marinette miraba a su amiga, desafiandola a ponerle un dedo encima a su amor platónico sin su consentimiento. Claude, por otra parte, intentaba aguantarse todas las ganas de romper en carcajadas.

—Tranqui Alya—Claude en verdad intentaba no partirse de risa por ver la cara que la de gafas estaba poniendo— Es un buen tío. No me pongas esa cara Alya. ¿Has pensado en ser cómica alguna vez? Serviría mucho tu gesto de enano enfadado para atraer al público.

Marinette se rió por la ocurrencia de Claude, Alya finalmente se unió a las risas de sus dos amigos.

—No me va a conseguir hacer más daño del que ya me ha hecho Alya—la ojiazul se encogió de hombros, dibujando una sonrisa triste en su rostro—Ya ha llegado a provocarme el mayor dolor que podría haber conseguido.

—Igualmente le voy a pegar—Marinette abrió la boca intentando intervenir, Alya levantó su dedo índice— Ni se te ocurra decir nada, le voy a pegar y punto.

—¿Por qué tanto odio?—preguntó Claude— A mí me parece un gran chaval. Es el indicado para Mari.

—Aish—Marinette se llevó una mano al pecho sonriendo— Que mono, frère.

Claude la sonrió mientras pasaba una mano por su pelo, despeinandola.

—Yo sigo diciendo que le voy a pegar—finalizó Alya, indicando la conclusión del asunto—Además, es muy raro que haya vuelto con Chloe. Tal vez Nino sepa algo...—pensó para ella.

Sólo él. «Adrinette»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora