Marinette estaba en la entrada del colegio, esperando a su mejor amiga para entrar a clase. Ese era uno de los pocos días en los cuales ella había conseguido despertarse en el primer pitido del despertador. Había podido desayunar tranquila y decidir la ropa sin tener que ponerse lo primero que veía en el armario. Había llegado al edificio de las primeras y al no ver a su amiga allí, había decidido sentarse en los escalones. Tenía en sus manos el libro de inglés, repasando por última vez el examen que de ese día.
Pasaban los minutos y más gente iba llegando a la puerta del edificio. Unos charlando, otros escuchando música, otros repasando...había gran variedad en las actitudes de cada estudiante. Por el rabillo del ojo pudo observar a su amor platónico bajarse de su lujosa limusina. Sonrió internamente. Levantó la vista para hacer contacto visual con él y saludarle, pero cuál fue su sorpresa al encontrarle con grandes ojeras y una expresión de tristeza en su rostro. Recogió rápidamente para poder ir a su encuentro y preguntar el por qué de su actitud. Pero cuál fue su mala suerte, que no dio tiempo para llegar a alcanzarle.
—Alya puede que llegue tarde...—se dijo a si misma.— Es Adrien, no puedo quedarme tranquila al verle con esa expresión en su rostro. Además, no creo que a Alya le importe que no la haya esperado si la explico la causa.
Y con esos pensamientos se adentró en el edificio en búsqueda de esa cabellera rubia. Su mirada recorrió todas las partes del piso de abajo, al no encontrarle subió por las escaleras resignada a su clase. No pensaba en encontrarle ahí, pero no quería admitir que una pequeña parte de ella sí que lo querría.
Entró en la clase y pudo ver una cabellera rubia oculta en sus brazos. Pudo distinguir unos leves sollozos producidos por su compañero de clases. Agobiada en ese momento, sin estar muy segura de qué hacer, siguió sus instintos. Dejó su mochila en su pupitre correspondiente y se sentó en el de Nino, el cual estaba al lado de Adrien.
—Shhh...gatito...todo estará bien. No pasa nada.—le acarició la cabeza, pero su corazón se rompió al ver esos ojos esmeraldas bañados en lágrimas.
—Marinette yo...
—No. Da igual. No pasa nada, estaré aquí para ti.
Adrien emitió un sollozo y ocultó su cara entre el hombro y cuello de la chica. Sus sollozos se hicieron más fuertes. Marinette le abrazaba, sintiendo el corazón en un puño. Aumentó la fuerza del agarre cuando sintió que él la agarraba más fuerte.
De reojo vio que el reloj de clase marcaban los diez minutos restantes para que empezaran las clases.
—Adrien...No es por ser cotilla ni nada. Pero...¿te importaría explicarme la causa?
—Yo...—se aclaró la garganta y limpió sus lágrimas—.Me he peleado con mi padre. Hoy no se ha despertado muy bien y yo tampoco. Somos muy diferentes y hemos chocado...y la pelea no ha acabado muy bien...
—Entiendo. Es sólo una pelea Adrien. Os reconciliareis.
Él la miró dubitativo. Observó entrar a Chloe junto con Sabrina. Sonrió con tristeza a su novia, ella también dedicó una sonrisa cargada del mismo significado. Se acercó a él y le concedió un beso en su mejilla Marinette desvió su mirada, incómoda.
—Buenos días rubito. Buenos días Mari—saludó con su mejor sonrisa Chloe.
—Hola Chlo.
Marinette observó con celos la sonrisa que Adrien dedicaba a su novia. La sonrió de manera forzada al darse cuenta que no la había saludado. Se levantó para conceder un momento de intimidad a la pareja y se dirigió al sitio de Sabrina, la cual también se encontraba un poco incómoda al no tener a nadie con el cual hablar. Estuvieron hablando de temas triviales, cuando se desviaron al tema de la obra. Al final, Marinette se encontraba tan inmersa en ese tema que no se acordó de los celos causados previamente por la escena de cariño que había presenciado. También, la clase se iba llenando a medida que pasaban los minutos. Cuando sonó el timbre indicando el comienzo de la clase, la señorita Bustier entró con una sonrisa a clase, saludando a sus alumnos.
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Sólo él. «Adrinette»
Roman d'amourÉl era el chico con el que soñaba cada día. Su amor platónico. Quien la enamoró. Y el que, sin darse cuenta, la rompió el corazón. Todos los personajes pertenecen a Thomas Astruc, creador de Miraculous Ladybug.