Marinette, Alya, Nino y Nathanael se encontraban hablando sobre la obra a la hora del almuerzo. Ese día Adrien no había ido a las clases de por la mañana, pero había escrito a Nino diciendo que sí asistiría a las de por la tarde. Nathanael le estaba enseñando unos bocetos a los demás cuando Marinette por el rabillo del ojo vio entrar a Adrien. Ella se dispuso a saludarle con su mejor sonrisa, pero Alya la miró seria, no iba a permitir que se distrajera ahora.
—Marinette concéntrate, no te distraigas con el príncipe.
Nathanael se rió ante el comentario de Alya y Nino se mordió el labio para evitar hacerlo. Ya todos los compañeros de la clase sabían acerca de los sentimientos que la azabache suspiraba hacia el ojiverde, excepto el propio ojiverde, él seguía en su mundo.
—¡Alya!—exclamó la ojiazul con sus mejillas a punto de explotar.
—Paz chicas, quiero tener ya unas ideas claras para presentarlas mañana en el ensayo—intervino el pelirrojo.
Las dos chicas sonrieron. Volvieron al tema inicial, la obra. Antes de que sonara la campana ya tenían todo decidido. Aprovechando de que quedaban cinco minutos para volver a las clases Alya se disculpó y se fue al baño. Entró en uno de los pocos que estaban libres e hizo sus necesidades. Apoyó la mano en la cerradura de la puerta, cuando estaba en su disposición abrirla oyó la voz de Chloe y de sus labios salir un nombre. Adrien.
—...pues eso Sabrina, ayer quedamos para cenar en un restaurante cerca de la Torre Eiffel. No sabes lo romántico que fue conmigo. Además, me regaló una pequeña pulsera que me encanta.
Alya abrió los ojos sorprendida y se tapó la boca para no soltar una maldición. Su amiga iba a sufrir al enterarse.
—Que mono Chlo. No sabía que ya estabais en ese punto. Según me dijisteis empezasteis a salir a principios de año ¿no?
Alya abrió los ojos aún más, sorprendida. ¡Habían pasado dos meses desde aquello! No podía creerse que no le dijera nada a Nino ni a ella. ¿Dónde se había quedado el trato de conseguir que acabaran juntos y formar el Adrinette? Además, le parecía surrealista que Adrien no hubiera comentado nada.
Chloe y Sabrina salieron del baño. La morena contó hasta diez para que no quedara sospechoso y entonces se dispuso a salir. Se dirigió a su aula, al entrar fue a sentarse directamente a su sitio. Molesta al pensar cómo Adrien se comportaba con Marinette y confusa ante el problema que tendría que resolver sin que la ojiazul saliera muy afectada. ¡Mierda! Justo cuando ella sospechaba que los dos empezaban a sentir algo mutuo.
Sonó el timbre y las clases comenzaron. Ella por más que lo intentaba no podía evitar preocuparse por la reacción de su mejor amiga al enterarse de la noticia. Se hundiría.
Arrancó una esquinita de un folio de su cuaderno y escribió rápidamente:
“Alerta roja. El príncipe y la abeja reina están saliendo.”
La dobló cuidadosamente y suspiró.
—Psst—susurró—Nino, ten.
El aludido cogió la notita cuando la profesora se dió la vuelta a la pizarra. Al leerla no pudo evitar soltar una maldición. Cogió el bolígrafo azul y con cuidado de que no le pillaran escribió rápidamente:
“En el intercambio hablamos.”
Alya asintió y guardó el papel. Nino al no obtener repuesta de la chica de gafas supuso que estaría de acuerdo con lo que había escrito, por lo que volvió al tema principal de la clase. Cuando el timbre sonó indicando el intercambio entre clase y clase ellos dos fueron disparados al pasillo. No querían que nadie les oyera.
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Sólo él. «Adrinette»
RomansaÉl era el chico con el que soñaba cada día. Su amor platónico. Quien la enamoró. Y el que, sin darse cuenta, la rompió el corazón. Todos los personajes pertenecen a Thomas Astruc, creador de Miraculous Ladybug.