Día 8: El gato y el ratón

2.8K 229 48
                                    


Esa fue, desde el primer día de ese viaje, la mañana más dura para Emma. Completamente fatigada, como hubiera hecho cuatro horas de carrera, se habría quedado en la cama unas horas más.

Se quedó unos diez minutos en la cama, contemplando el techo, después se giró hacia la izquierda, después a la derecha...Y finalmente se levantó y se metió bajo la ducha, el agua caliente goteando por su cráneo, su nuca, su columna. Sentía escalofríos. Pero la constante desde su despertar era la misma: en cuanto cerraba los ojos, veía a Regina.

Y ese hecho la carcomía tanto como lo apreciaba. El problema era que se encontraba en un barco y que el sitio no era apto para esconderse. Sobre todo cuando Regina conocía su barco de memoria, el menor escondrijo. Sería completamente ilusorio que pudiera escaparse de Regina hoy. Era irónico pues la víspera no dejaba de querer verla y en ese momento, tenía que evitarla.

Al día siguiente por la noche sería el último baile antes del fin del crucero, era doble o nada, ganaba o perdía. Pero mientras, tenía que esconderse en algún sitio. No iba a quedarse encerrada en su camarote, o echarse en la piscina. De repente, como un relámpago, como un flash, se enderezó y sonrió: tenía el sitio ideal.


Regina había dormido mal, y la causa: su distanciamiento con Emma le pesaba mucho más de lo que quería admitirlo. Sin embargo, estaban en un barco y las oportunidades de cruzarse con Emma ese día eran grandes, salvo si la joven decidía quedarse encerrada en su camarote hasta el fin del viaje, lo que era poco probable, pero, conociendo a la bella rubia, la pensaba totalmente capaz de hacerlo.

Pero era imposible que se despidieran así, que Emma escapara de su barco sin una última conversación. Tenía que encontrarla, no tenía otra elección.


Pero por supuesto, Emma era astuta...Era una pequeña pícara que había comprendido que la comandante la buscaría. Así que, evidentemente, cuando se presentó a la puerta del camarote de Emma, no encontró sino el eco del silencio.

Si pensaba jugar al gato y al ratón, ella tendría que hundirse en el juego. Decidió entonces recorrer todos los sitios del navío, a pesar de sus prioridades, para encontrarla. Comenzó por el casino...pero nada. Después se dirigió, sin gran esperanza, hacia el gimnasio y la sauna, pero ahí tampoco estaba Emma a la vista. Entonces se encaminó hacia el restaurante, pero evidentemente, nadie. Y finalmente, intentó en la piscina, sin ningún éxito.

Después, de repente, vio a una mujer que le era familiar...Y aunque le habría gustado haber visto a otra, tenía que admitir que esa casualidad era bienvenida. Así que se acercó a la joven y le tocó el hombro para que se diera la vuelta. Cuando la bella mestiza la vio, sonrió

«Comandante»

«Buenos...buenos días, yo...¿Puedo hablar con usted unos minutos?»

Clay asintió antes de alejarse en compañía de Regina

«¿Qué puedo hacer por usted?»

«Yo...Bueno, es delicado...»

«Quiere hablar de Emma, ¿me equivoco?» Regina se tensó «Relájese, no soy para nada celosa. Todo está ok entre ella y yo»

«¿Ah sí? ¿De verdad?»

«Hemos hablado largo y tendido...»

«¿Sobre mí?»

«Entre otras cosas...»

«La estoy buscando. ¿Sabe usted dónde se encuentra?»

«Ni idea, pero si va a realizar al pie de la letra sus ideas, no la va a encontrar»

Love BoatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora