Llevo una semana de perros, cada día es peor, sigo discutiendo a menudo con Ramiro, he llegado a creer que me está engañando, y lo peor de todo es que ha visto a Amelí e Isaías en la cama, en nuestro cuarto, simplemente no tengo idea que fue a hacer al cuarto en ese momento pero insiste en que lo hable con Rachel, está loco si cree que voy a hacerlo, no voy a traicionar a mi mejor amiga, y claro que me duele lo que le están haciendo a Rachel, incluyéndome, pero como ya he dicho, no soy quien para meter mis narices donde no debo.
Respecto a mi embarazo ha sido lo que más me ha perjudicado en esta última semana, me he hecho todos los estudios necesarios y todo lo que la doctora me ha dicho, pero tengo tanto miedo, siento que voy a perder a mi bebe, en estos días he tenido perdida, como si me hubiera bajado la regla, simplemente estoy desesperada, no puedo esperar un segundo más, le he entregado los análisis a mi doctora, aún estoy esperando que me diga cómo está mi bebe, sinceramente estar sola en esta situación no es nada bueno, realmente me hacía mucha ilusión que esta vez si viniera Ramiro, ha dicho que haría lo posible, pero se ve que lo posible no ha alcanzado. No me he animado a preguntarle a Ismael, ya le había hecho faltar al instituto la última vez que me acompaño, he preferido resignarme a venir sola.
-Señora Kahler.-Escuche una voz familiar llamarme y levante la vista.
-¿Tu?, ¿Qué haces aquí?.-Pregunte extrañada.
-Bueno... Buenos días señora.-Contesto con una sonrisa la morocha.
-¿No tendrías que estar en clase Nazarena?.-Omití su saludo, no me apetecía ser cortes con ella.
-Pues vera... No estoy segura de contárselo pero, que va...-Al decir esto movió unos papeles que traía en la mano enseñándomelos, di por sentado que serían análisis.-Estoy embarazada.-Soltó con una sonrisa de oreja a oreja, en ese momento me quede petrificada, no podía ser, no podía estar hablando enserio, o a menos que no sea de Ismael, si, tenía que ser eso, no podía estar embarazada de Ismael, no quería.
-¿Cómo puedes estar tan alegre?, eres un cría, ¿Cómo vas a tener un niño a esta edad?, ¿tus padres están al tanto de esto?.-La acribille a preguntas, aunque no me animaba a preguntar lo que realmente me importaba.
-Porque sé que Ismael estará feliz de que seamos padres porque nos amamos.-Soltó con total seguridad, no podía creerlo, no era cierto, no podía serlo, sentía un nudo en la garganta que comenzaba a quitarme el aire.-Además ya somos mayorcitos, tampoco somos niños, y por mis padres, a ellos no les importara.-Continuo con su asquerosa sonrisa.
-Señora Kahler...-Escuche nuevamente y dirigí la mirada hacia la voz que me llamaba, por fin, la doctora me estaba llamando, además de por fin poder saber de mi hijo, tenía la excusa perfecta para escapar de esa zorra antes de que la pillara de los pelos y la obligara a confesarme que mentía, que ese hijo no era de Ismael. No me inmute en saludarle simplemente me levante y me dirigí al consultorio.
-Tome asiento por favor.-Me pidió la doctora al entrar, se veía bastante seria, me senté enfrente de ella apoyando mis manos sobre su escritorio, no podía explicar los nervios que sentía, iba a morir en cualquier momento.
-Vera... Lo que voy a decirle es muy difícil para mí, espero sepa tomarlo con tranquilidad...-O no, por favor, estaba asustándome cada vez más.-Siento mucho decirle que... su bebe a fallecido en la sexta semana de gestación, lo lamento.-Dijo y me tomo de la mano intentando consolarme, sentía que el mundo se me venía abajo, que todo a mi alrededor se desmoronaba, sin poder contenerme lagrimas comenzaron a rodar por mis mejillas.-Debe prepararse señora Kahler... en unos momentos le practicaremos un legrado, ¿Vale?, siento mucho su perdida.-Finalizo mientras se levantaba, al pasar junto a mí me apoyo su mano sobre mi hombro, una vez más en forma de consuelo y se marchó del consultorio dejándome sola en él, me sentía morir, no podía creerlo aún, ¿Porque tenía que sucederme a mí?, de todas las personas en el mundo, ¿porque quitarme a mi bebe?, ¿Porque?, apoye mis brazos sobre el escritorio y mi cabeza sobre mis brazos y comencé a llorar desesperadamente.
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Mi perdición.
RomanceStephanie estaba felizmente casada, tenía lo que siempre había soñado, un hermoso esposo, los gustos que quisiera cuando los quisieras, la boda que siempre soñó, con una luna de miel perfecta, una enorme y hermosa casa. Todo lo que necesitaba para s...