Zoey

Carta tres

Alex dormir siempre ha sido una de mis actividades favoritas, lo sabes, pero desde que estoy aquí es imposible conciliar el sueño. Siempre lo has sabido, me dan pánico los hospitales. Quisiera que estuvieses aquí para calmar mi miedo, quisiera poder acurrucarme en tus brazos, de verdad Alex.
Quisiera dormir contigo, en el sentido más inocente de la frase, quiero escuchar tu respiración, quiero abrazarte y sentir tu cuerpo inmóvil, quiero que cierres tus ojitos y lo último que escuches sea un te quiero, dicho por mí, quiero que durante la noche, te gires y tires de la manta, quiero saber si tienes pesadillas, quiero descubrir tus manías al dormir, saber si roncas o no, saber lo que dices entre sueños, deseo saber si acaso en algún momento de la noche yo paso por tus sueños, saber si despierta de madrugada desconcertado, quiero ver la forma en el que duermes, tus cabellos despeinados, cuando el sol comience a salir de nuevo, ver tu carita con los ojos cerrados, contar uno a uno tus lunares y cuando pierda la cuenta, comenzar de nuevo. Quiero dormir contigo. Y aunque ya has dormido conmigo infinidad de veces, nunca es suficiente, una noche no me basta para memorizar tus trazos perfectos, y es que suelo perder la cuenta, de tus pestañas, de tus pecas y de tus lunares. Alex, ¿Quieres saber porque tanta perseverancia en querer dormir contigo?
Fue un día que me escape de este insólito cuarto, necesitaba ver el cielo, la oscuridad de la noche, las estrellas, tal vez no te vería a ti, pero miraría las estrellas y podría ser que tu también vieras el mismo cielo que yo. Salí a la azotea, contemple el firmamento y como otras veces, trate de contar las estrellas, me perdí, y no en la cuenta, pensé que las estrellas se avergonzaban a un lado de tus lunares, y fue cuando recordé que no los recordaba.
Torpe sea aquel que cree que al contar las estrellas está sumando una maravilla, torpe sea aquel que al contar las estrellas se olvida de contar los lunares.