Alexander

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Alex:
Es tarde, la luz que se cuela por la ventana es intensa pero no tanto como lo sería por la mañana, hay silencio y eso me hace sospechar que es tarde, supongo que no hay nadie en casa. Me giró a la mesita que está aún lado de mi cama y compruebo la hora, hoy no habrá colegio, es muy tarde para ello, suspiro. Todo parece monótono y absurdo.

Es tonto esto, es tonto aparentar que estoy bien, cuando estoy desvanecido, no hay realidad, lo único que se y de lo que estoy seguro totalmente es de que Zoey no está, y sin Zoey no hay nada más.

Después de una ducha de agua fría, me siento un poco mejor, no maravillosamente pero mejor, me visto con lo primero que que encuentro, y salgo de mi habitación que día con día está más desordenada, en el piso de abajo no hay nadie, todo está en silencio, no me extraña, nunca he tenido a nadie salvo a Zoey, pero a ella no le importó, a ella no le importa nadie.

Me montó en mi Jeep y sigo la misma ruta que siempre, la misma que he seguido durante estos meses. En el camino sólo puedo pensar en algo, en alguien, mi amada Zoey, la causa de mis desvelos y mis ojeras, la chica con la que sueño dormido y despierto, la chica de la cual he estado enamorado mucho tiempo, la única en mi corazón en mi mente y en mi vida, Zoey.
¿Porque tuvo que terminar todo eso de esta forma? ¿Porque Zoey no puede quererme?

Y es que esa es la naturaleza de ella, es como el sol, flamante y peligrosa, preciosa y ardiente, no hay mejor forma de explicarlo, la amo porque amarla es fácil, porque me siento bien haciendo aquello, porque cuando la abrazo y siento su tacto no quiero los brazos de nadie más, porque es magia pura, porque no hay mejor lugar fuera de sus labios, porque sólo puedo quererla a ella, porque si, porque si algo vine yo a este maldito mundo, no fue a reprobar los exámenes ni a fumar, fue a amarla, a quererla, a soñar con ella.
Y se que amarla duele, y me duele amarla en muchas ocasiones, me duele que ella este enferma y me duele que no pueda ir con ella, me duele que no entienda lo mucho que la amo, y no me importa que duela de la forma en la que duele porque se que ella me quiere, porque se que muy en el fondo me ama, y porque nunca he visto algo más maravilloso que sus ojos.

Faltan 20 minutos para llegar, muevo mis manos en el volante y al hacerlo siento un dolor en ambas muñecas, al frenar en un semáforo revisó las heridas, las cicatrices son profundas y dolorosas, muy recientes aún,
¡Idiota! No debí cortarme de esa manera, no debí tomar aquellas pastillas y mucho menos debí encerrarme en la bañera, a fumar hasta perder la conciencia. Estuve a punto de irme, me iba porque sin Zoey no soy nada, porque sin ella no hay vida, y porque ella lo es sencillamente todo para mi.
Mi universo, mis estrellas y mi cielo.
Zoey necesita ser querida y aunque yo no este ahí para demostrarle mi amor, mi misión es quererla pase lo que pasé, haci caiga un huracán y así el cielo deje de ser azul, yo seguiré queriendola de esta manera.

Llego al hospital, en el asensor hay pocas personas la mayoría porta una bata blanca y guantes, me miran de reojo, mi aspecto es deprimente, ojeras, escuálido, con la barba sin afeitar y con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, imaginan que voy a ver a un familiar grave, no se equivocan.

Llego al 5to piso, la enfermera de guardia me saluda con una sonrisa, conoce mi historia, sabe porque voy desde hace seis meses al hospital a la misma hora y en un horario que no es de visitas. Camino hasta la habitación 58, tomo aire y entro.

Una habitación blanca, con sábanas blancas, cortinas blancas y sofá blanco y por supuesto hay una cama blanca peronista vacía.

Zoey tiene que ir a otra habitación todos los días a la misma hora ya que le hacen limpieza de esta, 15 minutos después de que la dejan impecable se queda vacía, con sábanas limpias nuevas y desinfectadas, pero ahí está Zoey, su esencia su aroma, su risa, sus lágrimas, su alegría y su tristeza, ahí está y sólo por esto he venido 6 meses consecutivos para ver su ausencia. Me siento en la cama vacía, está fría y dura, hay algo bajo la colchoneta que la hace más dura de lo normal, observó. Levantó la colcha, encuentro un cuaderno rojo, con muchos papeles salidos en el.

¡Hay mi Zoey y sus letras!
Siempre fueron su refugio, su manera de escapar de la realidad.

Se sale un papel de los del montón, lo miro atentamente y veo que lleva mi nombre, hojeo algunos otros, todos llevan Querido Alex ¿Será que Zoey me escribe cartas?

ZoeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora